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Gabriela Carrera
Hasta que
volvamos
a vernos
Gabriela Carrera
Mágico
cíclico que nos permite volver una y otra vez sobre nuestros pasos.
Tiempo de
cura. Como lobo herido que en la madriguera lame sus llagas, busco refugio hasta
sanar las heridas. Quedan cicatrices, deben estarlo, ya que nos muestran que
hemos vivido.
Con
fuerza de Sankalpa repetir ámate tanto como puedas. Volver a la matriz y
reparar los daños. Reparar, sanar y andar de nuevo.
Oruga,
crisálida y por fin mariposa, gozar sin pedir permiso.
En un
tiempo me perdí en sus ojos color café y de su mano salimos a pelearle al mundo
entero. Tejimos sueños de colores y en cada trama quedaban amarrados los
deseos. Seguí tejiendo sueños sin saber que la inocencia de la juventud no deja
ver la realidad con todos sus matices.
Los
sueños quedan empolvándose en un rincón del alma. El gris de lo cotidiano va
tiñendo todo a su paso y como hormigas autómatas vamos construyendo el
hormiguero entre laberintos inciertos, que una vez dentro, ignoramos como
salir. Y la vida continúa.
Ya no me
perdí en los mares del café de tus ojos, busqué en otras aguas y otros puertos
donde arribar y sólo encontré turbulencias. Y volvimos a mirarnos y no pudimos
hallarnos.
¿Dónde
van los besos que no damos? ¿Dónde se pierden las caricias que no hacemos? ¿En
dónde quedan los sueños que no cumplimos? ¿A dónde van las palabras de amor que
no pronunciamos? ¿En dónde construimos lo que quedó por hacer? Nada es casual
ni el destino, ni el azar.
¿Será acá
lo más lejos que se puede llegar? ¿Es el camino de vuelta o el punto de
partida? Lo mejor se ha hecho o lo mejor está por comenzar, quién no se ha
preguntado a diario ¿cómo seguir?
Qué
protagonismo le hemos dado a lo fortuito sin mandato por seguir.
Hoy es la
oportunidad de barajar nuevamente, descartar aquello que no nos llena, que no
nos permite avanzar. Planear como arquitectos, sin laberintos con puertas y ventanas
donde entre luz y aire.
Hoy
despliego mis alas, elevo las anclas y aligero mis pasos. Sin rumbo fijo voy
tras un nuevo sueño tengo mil motivos para seguir viva, busco el viento que
pueda despeinarme, charcos de agua donde mojarme y música que llenen mis oídos.
Hoy me
despido, no es un adiós. Te beso la frente y te digo hasta que volvamos a
vernos.
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