REFORMAS Haide Daiban
Una
puerta en la pared se abre a otra puerta y a una tercera.¿Cada vez más
pequeñas?, no cada vez más grandes…Traté de abrirla justamente ayer, y no, no
se abrió, parece que es solo pared o que la sellaron.
Y si usted viera qué hermosa puerta vi yo,
pintada en un verde pastel con manijas y picaportes de oro.
Tenía la ilusión de llegar solo por allí al
jardín y me imaginé los
rododendros,(porque es época de rododendros), y los plantines de primavera, los
jazmines del país cayendo por las paredes, las glicinas, tan violetas ellas,
colgando de la glorieta y un pequeño cenador rodeado, atrapado por hiedras y
bignonias, esperándome con su cálida sombra.
Yo, por supuesto, me hubiese sentado allí a
tomar un exquisito té inglés con dulce de naranjas, si las abejas me lo
permitieran.
Bien, concluyo, lo cierto es que el pintor
decorador me hizo la mejor jugarreta sin consultar siquiera si el arte me
interesaba, si aceptaba bloquear esa supuesta y romántica salida en la pared
del comedor.
Y me negó el Edén
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