viernes, 17 de julio de 2015

CALDERON - ESCOBAR



TRES  AMIGOS - DOS CRITICAS

Hola Carlos: ¿Qué puedo decir de tu libro? Que me ha gustado. Me parece muy lograda la construcción de ambiente del café porteño de barrio, clásico, que está en la base de todos los relatos. Cargado de reminiscencias tangueras, de cosas y recuerdos de otra época, lugar para el encuentro consigo mismo, con el amor y la amistad, especialmente con viejos amores y amigos "históricos" como  los del grupo del Negro H. A la onda melancólica, nostalgiosa y un poco escéptica de esos  típicos cafés de billar y piano se suma la valoración subjetiva del Negro que lo siente como "una mujer que lo espera"(Simplemente ella).El café porteño da lugar, en general, a reflexiones "filosóficas" de distinto calibre, aquí se evita el lugar común y aparecen algunas que calan más hondo. También surge el humor  en este grupo de varones que hablan de mujeres con mayor o menor dosis de misoginia ( Todo es negociable, muy gracioso el final),
Me gustó el entramado entre presente y pasado de Sudestada (los pantallazos de la infancia en el momento de mayor angustia) y entre primer plano y telón de fondo (las letras de boleros en Tito Sánchez...)
De los "extraños personajes" que toman cuerpo en los "cuentos" contados (valga la redundancia) en el café o que lo frecuentan aparte del grupo de amigos, los que más recuerdo: el Flaco Gardel, Boris, el del piano y Abel, el acariciador (aquí destaco  la descripción de la receta para acariciar, especialmente una imagen:" ...te ofrecerá un lugar dentro de su alma que no le ha mostrado a nadie, es un lugar vacío, misterioso, desértico, donde sufre, gime, es como un nudo que tendrás que desatar en un lugar que nunca ha sido amado").
Uno de los relatos que más me gustó fue Sudestada por el " crescendo" en la atmósfera de angustia y desamparo que asocio con la situación del país en ese momento, la cual se filtra en el estado anímico del grupo. Creo que cortando algunas reiteraciones y detalles que no aportan, ganaría mucho. También Café para melancólicos,  Dos extraños, El tratamiento, Pantao, piantao. Hay más.
La idea de Don Anselmo es buena y la descripción muy poética, pero no me cierra el viraje hacia el "realismo mágico" (eso de que la gente estuvo 6 días y 6 noches a la intemperie para entrar a oírlo) lo cual no pega con el estilo realista del resto. En este mismo relato otra cosa que no encuentro acertada es el cuento del Mirón  al que despiertan de golpe y empieza a contar, pero además porque su relato carece de "lengua y estilo propio", mejor quedaría en tercera persona, manteniendo el estilo del narrador principal.
Demás está decir que reconozco a los "amigos" del Negro y otros personajes que se mencionan, como el sastre Vicente y los reiterados recuerdos de "la vieja". Veo en los textos y el libro en sí, un conjunto de afectos entrañables que lo embellecen Habría mucho más para comentar, pero como conclusión, fue un placer leerlo, felicitaciones. Un beso. Silvia
                                                                                                         SILVIA CALDERON
Que puedo decir Negro.  Volví a leer tus historias de café para escribirte unas palabras sobre ellas. Qué digo, al leerlo las dos veces me gustó de igual manera. La vieja Barracas, jalonada de conventillos, vecina del riachuelo y envuelta en su eterna niebla. 
Ahí, justo en una esquina se encuentra  el mítico café.
Lo imagino con mesas de madera (nada de fórmica), ventanales siempre empañados, el infaltable gallego que atiende las mesas y que es ya casi un amigo. Ahí sólo suena el tango y Marino ha echado el agua bendita.
Una generación se reúne ahí. Una generación golpeada por las diversas calamidades que varios gobiernos han dejado, una generación  que ahora se amontona en lugares como éste, esperando que la piqueta no los derribe, jugando un truco interminable, que no requiere el intelecto, sino la picardía, la picardía que permite hacer gambetas para que la suerte puta no los golpee.
Creo que todos los cuentos (¿cuentos?) son buenos, cuentos de varones en donde la mujer, salvo excepciones, atisba desde los ventanales, pero “Sudestada” me resultó el más logrado, porque lo que se juega en ese truco no es solamente la suerte sino la supervivencia (como metáfora), la suerte de los jugadores, la suerte de todos.

                                                                                                     MARÍA A. ESCOBAR

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