TRES AMIGOS - DOS
CRITICAS
Hola
Carlos: ¿Qué puedo decir de tu libro? Que me ha gustado. Me parece muy lograda
la construcción de ambiente del café porteño de barrio, clásico, que está en la
base de todos los relatos. Cargado de reminiscencias tangueras, de cosas y
recuerdos de otra época, lugar para el encuentro consigo mismo, con el amor y
la amistad, especialmente con viejos amores y amigos "históricos"
como los del grupo del Negro H. A la
onda melancólica, nostalgiosa y un poco escéptica de esos típicos cafés de billar y piano se suma la
valoración subjetiva del Negro que lo siente como "una mujer que lo espera"(Simplemente
ella).El café porteño da lugar, en general, a reflexiones
"filosóficas" de distinto calibre, aquí se evita el lugar común y
aparecen algunas que calan más hondo. También surge el humor en este grupo de varones que hablan de
mujeres con mayor o menor dosis de misoginia ( Todo es negociable, muy gracioso
el final),
Me
gustó el entramado entre presente y pasado de Sudestada (los pantallazos de la
infancia en el momento de mayor angustia) y entre primer plano y telón de fondo
(las letras de boleros en Tito Sánchez...)
De
los "extraños personajes" que toman cuerpo en los "cuentos"
contados (valga la redundancia) en el café o que lo frecuentan aparte del grupo
de amigos, los que más recuerdo: el Flaco Gardel, Boris, el del piano y Abel,
el acariciador (aquí destaco la descripción
de la receta para acariciar, especialmente una imagen:" ...te ofrecerá un
lugar dentro de su alma que no le ha mostrado a nadie, es un lugar vacío,
misterioso, desértico, donde sufre, gime, es como un nudo que tendrás que
desatar en un lugar que nunca ha sido amado").
Uno
de los relatos que más me gustó fue Sudestada por el " crescendo" en
la atmósfera de angustia y desamparo que asocio con la situación del país en
ese momento, la cual se filtra en el estado anímico del grupo. Creo que
cortando algunas reiteraciones y detalles que no aportan, ganaría mucho.
También Café para melancólicos, Dos
extraños, El tratamiento, Pantao, piantao. Hay más.
La
idea de Don Anselmo es buena y la descripción muy poética, pero no me cierra el
viraje hacia el "realismo mágico" (eso de que la gente estuvo 6 días
y 6 noches a la intemperie para entrar a oírlo) lo cual no pega con el estilo
realista del resto. En este mismo relato otra cosa que no encuentro acertada es
el cuento del Mirón al que despiertan de
golpe y empieza a contar, pero además porque su relato carece de "lengua y
estilo propio", mejor quedaría en tercera persona, manteniendo el estilo
del narrador principal.
Demás
está decir que reconozco a los "amigos" del Negro y otros personajes
que se mencionan, como el sastre Vicente y los reiterados recuerdos de "la
vieja". Veo en los textos y el libro en sí, un conjunto de afectos
entrañables que lo embellecen Habría mucho más para comentar, pero como
conclusión, fue un placer leerlo, felicitaciones. Un beso. Silvia
SILVIA
CALDERON
Que
puedo decir Negro. Volví a leer tus
historias de café para escribirte unas palabras sobre ellas. Qué digo, al
leerlo las dos veces me gustó de igual manera. La vieja Barracas, jalonada de
conventillos, vecina del riachuelo y envuelta en su eterna niebla.
Ahí,
justo en una esquina se encuentra el
mítico café.
Lo
imagino con mesas de madera (nada de fórmica), ventanales siempre empañados, el
infaltable gallego que atiende las mesas y que es ya casi un amigo. Ahí sólo
suena el tango y Marino ha echado el agua bendita.
Una
generación se reúne ahí. Una generación golpeada por las diversas calamidades
que varios gobiernos han dejado, una generación
que ahora se amontona en lugares como éste, esperando que la piqueta no
los derribe, jugando un truco interminable, que no requiere el intelecto, sino
la picardía, la picardía que permite hacer gambetas para que la suerte puta no
los golpee.
Creo
que todos los cuentos (¿cuentos?) son buenos, cuentos de varones en donde la mujer,
salvo excepciones, atisba desde los ventanales, pero “Sudestada” me resultó el
más logrado, porque lo que se juega en ese truco no es solamente la suerte sino
la supervivencia (como metáfora), la suerte de los jugadores, la suerte de
todos.
MARÍA A. ESCOBAR
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