sábado, 18 de abril de 2015

Liliana La Greca



                             Confesiones  
                                           Liliana La Greca

Una y otra vez me descubro dispuesta a perdonarte. Repaso en mi mente con callada certidumbre cada ausencia, cada llegada postergada, cada gesto omitido.
Arrimo mi alma a tu mirada perdida, dibujando quien sabe qué secreto y descubro sin piedad que allí no están mis momentos plenos, ni tu sonrisa cierta, ni mis mañanas, ni siquiera el camino.
Cómo seguir entonces.
Cómo volver a creer en un te quiero olvidado en ese pedacito de historia.
Te espero.
Amanece, y mis ojos cansados de tanto desencuentro busca el consuelo del sueño para no estallar otra vez.
Cuando la palabra se espesa hasta diluirse y la magia del creerte un sin sentido, apuesto al milagro una vez más y desespero.
Respiro, me digo, y suspiro el cansancio del resultado recurrente y testarudo que desmorona cada por qué.
Amanece. Un rayito de sol apenas perceptible se filtra por la ventana y llega justo hasta mí como un dardo agudo que regenera mi alma blindada por tanto olvido.
Imágenes aladas se concentran en forma de recuerdos y me empujan hacia arriba desde el vacío. Y me escucho susurrar un “te perdono”.
Extraña sensación de ensueño.
Y un nuevo envión desmenuza los motivos del fracaso y teje esperanzas con hilos de sueño, para poder simplemente vivir en ti.
                

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