Rencor de toda una vida
Celia
Elena Martínez
Estaba almorzando en el restaurante de siempre, junto a la
ventana, pidió lo de siempre. Estaba por pagar bebiendo el café cuando, él se
dio cuenta que ella lo miraba con intensidad. Comenzó a devolverle la mirada
con una sonrisa, para invitarla a compartir un café.
No lo pensó dos veces en ir hacia la mesa de la mujer
madura, pero bella.
Se levantó y en dos zancadas fue al ataque, sonriéndole con
el descaro y desparpajo que siempre había tenido. La invitó a tomar algo con
él.
Ella le clavó una mirada cruel y llena de desprecio.
-¿Nos conocemos? -inquirió él.
-¿No te acuerdas de mí? le respondió ella -Hace 30 años.
-No sé , hace tantos
años, que realmente, no, no te recuerdo.
-Recuerda…
-Me resultas familiar, pero no…
-¿Qué hacías hace treinta años, dónde vivías, dónde
trabajabas?
-Bueno, vivía lejos de la ciudad.
-Tal vez en Bahía Blanca, Germán? preguntó Aurora. Yo jamás
pude olvidar tu cara, tus gestos, la manera de mover tus manos.
-¿Entonces vivimos una relación amorosa, tal vez?
-¿Tan efímeros son tus amores?
Germán con su rostro ya descompuesto, por la mirada
insultante de Aurora, preguntó-¿Quién eres, como te llamas?
-Soy la madre de Germán de 30 años que tiene tus manos, tus gestos, tu mirada,
pero no, tu apellido. Me abandonaste cuando supiste que estaba embarazada y
desapareciste de Bahía Blanca, sin una despedida después de hacer el amor por
última vez.
Nunca volvieron a verse, nunca conoció a su hijo, ella no lo
quiso, tampoco su hijo cuando supo del encuentro.
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