Éramos viento
Ester Vallbona
Éramos entonces el viento que sobrevolaba los árboles, acariciando levemente sus copas y meciendo sus frutos; el que descendía en picado y, con su estela, deshojaba respuestas de los pétalos de tímidas margaritas. Éramos uno solo surcando las olas, salpicándonos, riéndonos de los peces que saltaban a saludarnos y que, atrapados en nuestra espiral, se preguntaban aturdidos cómo habían llegado a tocar las nubes.
Éramos el aire que jugaba a levantarle la falda a las mujeres por la calle, a arrebatar las gorras de las cabezas de los hombres, a despeinar a los jóvenes primorosamente peinados.
Éramos la brisa que sacudía un hola y un adiós en una sábana tendida, y que nadie respondía porque nadie lo entendía. Éramos desbarajuste, locura, pasión, cuando nos encontrábamos. Sí. Éramos viento, entonces.
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