miércoles, 22 de enero de 2020

Estela Marina Garber



Relatos festivos  
Estela Marina Garber

Siempre las fiestas estaban marcadas por su carga social del “deber ser un día especial”, o una reunión familiar perfecta, de alegría y armonía, de regalos, brindis y sonrisas. 
Fechas que me cargaron de angustia porque casi nunca fueron como lo pinta la tele. Encima, viviendo lejos, como yo vivó 22 años de mi vida, casi siempre soltera, intentando inventarme una familia postiza con quien pasarla lo mejor posible. Paso a enumerar algunas: Una Navidad lo pasé en mi monoambiente mirando películas en blanco y negro en mi TV vintage, y aunque triste, me sentí tranquila y auténtica. No tuve que fingir situaciones “prestadas de una Navidad o Año Nuevo Feliz”. Otro Fin de Año estuve con mi amiga Yvonne, estudiante del Doctorado en Economía, y juntas fuimos de casa en casa tocando timbres de la supuesta “fiesta de fin de año” posta de los alumnos de la Universidad de Nueva York. Luego de la odisea por el Greenich Village y mas de 2 hrs. De peregrinaje urbano, terminamos comiendo en un tugurio griego unas mousakas y viendo por la TV del boliche caer el gran Globo del Times Square al conteo de la medianoche. Otra vez, estaba con mi hermana visitándome en San Francisco y junto a varios amigos viajábamos por la autopista hacia Palo Alto a la casa de unos amigos salvadoreños refugiados. Entre la tormenta y el extravío llegamos a la casa pasada la medianoche, o sea, al año siguiente. Una vez recuerdo estar en Buenos Aires en la casa de mis padres, vestida y arreglada para ir a algún festejo familiar de año nuevo y luego de una discusión entre mis padres, vi a mis padres encerrarse en su cuarto, ponerse sus respectivas ropas de cama e irse a dormir…


No hay comentarios: