jueves, 27 de junio de 2019

Teresa Godoy


                               ¡QUIÉN DIRÍA! 
                                                  Teresa Godoy


Cuando Betty Burgos festejó los setenta, en el año 2.016, nadie sabía realmente su edad, nunca quiso decirlo. Esto tiene su explicación. Ya viene de sus tías nonagenarias, que no querían aflojar sobre el asunto. Recién, después que murieron, cuando sus sobrinos tuvieron que hacer los trámites del sepelio, allí los documentos, muy bien escondidos, cantaron la verdad. Ambas eran hermanas de su papá, quién partió a los ochenta, sin tener enfermedad severa alguna, pues su médico de cabecera, le diagnosticó una simple inflamación en la garganta, que no lo dejaba comer más que comidas trituradas; pero ella lo vio irse silencioso caminando lo más tranquilo hacia el Citroën de su hermano, pasando por delante de su casa, dándose mutuamente una mirada tan larga y profunda que decía todo y no decía nada a la vez; hasta el día de hoy, no sabe porqué no se acercó a apretarse  en un gran abrazo con su padre tan amado, pues presentía que era la última vez que lo vería pasar caminando tan derecho y bien vestido como siempre, con su buen pantalón, su camisa bien planchada color celeste y su saco marrón. Nadie notaría que tenía “80”. Sólo le da vuelta en la cabeza a Betty, lo que le dijo su hermano: -Un enfermero le dio un comprimido intragable y se ahogó tanto que tuvieron que llevarlo a terapia dónde le pusieron un respirador. Ese fue el principio de su fin.  -¡Cómo me hubiera gustado que papá y también mamá, estuvieran en mi cumple! Solía repetirse cada vez que miraba sus fotos. Pero dejaron una familia muy grande y maravillosa. Es por eso que no quería que faltara,  a su fiesta de cumpleaños, ninguna persona que haya tenido que ver con su vida entera, como así también sus amigos y vecinos involucrados en su historia. Para festejar esta cantidad de décadas, parecía que tenía que ver a todo su mundo conocido. Quería, con todos ellos, formar un grupo que recordara cada época vivida. Contrató a Edgardo Ramos, el productor de videos y filmaciones con el cual armó un emocionante video, el de su paso por esos 70 años. Cuando envió las invitaciones, Betty, pidió confirmar la asistencia y fueron pocos los que respondieron a esta solicitud. Pero el 26 de junio, la fecha señalada, aparecieron todos y cada uno festejando el encuentro tan esperado. Se completó su dicha, cuando ve llegar a su prima Ana Lorena, radicada hace varios años en México. Es que justo estaba visitando a sus hermanas, invitadas ellas a la fiesta y no a la querida Ana que la hacía en aquél país. Ésta se mandó, sin previo aviso sabiendo que sería una hermosa sorpresa para Betty. Era la más joven de las primas, alta, sonriente como siempre y  con su pelo rubio que caía  más allá de sus hombros, llevaba un elegantísimo vestido azul, casi apagando a la asombrada Betty. Sabía lo que representaba su presencia. Ella seguro que animaría su fiesta. Los meses previos, eran dedicados por Betty  para hacer la lista de invitados, enviar las participaciones, reservar el salón, comprar los adornos, manteles, centros de mesa, la comida, etc. etc., y hasta confeccionó lo que llamaría “la hoja de ruta”, recordando lo aprendido en el curso de “periodismo gráfico, radial y televisivo”, cuando tuvieron una práctica en una radio de la localidad de Caseros; en ella plasmó toda la organización del programa y los horarios que debían cumplirse en el correr del evento desde el mediodía hasta la tarde. Cada uno de sus hijos tenía una tarea: preparar la comida de  la parrilla y todo el resto del menú, recibir a los invitados, acompañarlos según su correspondiente número de mesa, ocuparse de los juegos para entretener a los niños y dirigir a las señoritas camareras para que atendieran cada mesa con eficiencia. Después de compartir con todos, cada momento especial con risas, charlas y disfrutar del almuerzo, se escucharon los acordes de la guitarra y la voz de Roberto Turel, cantante amigo inseparable de Edgardo Ramos, Roberto Turel, cantante amigo inseparable de Edgardo Ramos, su representante. Allí comenzó el baile acompañado de gran algarabía cuando lo escuchamos haciendo tributo al querido Papo, cantante conocido por todos.  Se acentuó este bullicio cuando resonó acompañando a Roberto Turel, la voz femenina de Ana Lorena. Tenía que destacarse de alguna forma a parte de su look tan llamativo. Cantaron juntos, es más, ella sostenía el micrófono y de a ratos, casi se escuchaba sólo su voz. Unos cuantos se animaron y se levantaron a bailar y cantar con ellos. Después se siguió con el otro punto, según la famosa hoja de ruta que siguieron al pie de la letra y que era pasar el video que recreaba la vida entera de Betty, con el fondo del tema musical por ella elegido:”A mi manera” cantado por María Marta Serra Lima.  Lágrimas de emoción rodaban por las mejillas de Betty y de la mayoría de los presentes. Después era el momento de soplar las velitas y degustar la torta con el número 70 iluminado. Betty agradeció conmovida y expresó que no se imaginaba que todo saldría tan “a su manera”. Afuera, se escucharon fuertes ruidos, eran truenos que anunciaron la copiosa lluvia que después no tardó en caer, justo cuando los invitados comenzaban a despedirse y a salir en medio del frío aguacero.  Adentro permaneció Betty, recordando la hermosa fiesta realizada y quedándose pensando:
 -¡Quién diría que saldría todo tan cálidamente soñado!

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