jueves, 27 de junio de 2019

Gabriela Carrera



                                Un viejo Blues 

Gabriela Carrera


Los botones de la camisa cayeron sobre la alfombra sin hacer ruido. Con movimientos torpes nos enredamos en el rito apresurado de quitarnos la ropa y dejar de lado el pudor. Así nos encontramos desnudos bebiendo el aire tibio y húmedo de un suspiro. Bañados por la luz ámbar que se cuela por el resquicio de las cortinas, te exploro con mis manos me abro camino con mis yemas que leen el mapa de tu cuerpo. Cuento tus lunares de memoria, hundo mi nariz en el rincón de tu cuello para olerte como sabueso tras un rastro. Me atrae tu olor a hombre madera y cuero, mezcla de pino y hierba que me aturde los sentidos y enciende el deseo. Siento el paso de la sangre en tus venas, el ritmo jadeante de tu respiración busco tus labios demorados en alguna parte de mi cuerpo. Una melodía de armónica se escucha a lo lejos trayendo la sensualidad de un viejo blues, detiene el tiempo, engaña a la noche para que largamente y sin apuro quiera detenerse en el umbral de esta habitación. Suelto mi pelo que cae desordenado sobre tu cara, veo mi reflejo en el espejo nítido de tus ojos negros. Con tus labios trazas el camino coronas mis valles, te deslizas por el sendero de mis colinas, navegas en mis aguas seguras. Tus dedos sabios recorren mi geografía sembrando caricias, tomas posesión de mis muslos donde la piel palpita, lames mis pezones todavía firmes, aspiras la tibieza de mi piel rendida y dispuesta, gemimos juntos. 
Nos encontramos en el punto exacto del placer donde el amor y la muerte se abrazan.
Abandonados al desorden de la pasión, extenuados por el ardor del deseo nuestros cuerpos cubren como un abrigo las sábanas húmedas de amor.
Cuando el frío del olvido invade cada centímetro de mi piel, un viejo blues te trae a mi lado.



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