Un viejo Blues
Gabriela Carrera
Los
botones de la camisa cayeron sobre la alfombra sin hacer ruido.
Con
movimientos torpes nos enredamos en el rito apresurado de quitarnos la ropa y
dejar de lado el pudor. Así nos encontramos desnudos bebiendo el aire tibio y
húmedo de un suspiro. Bañados por la luz ámbar que se cuela por el resquicio de
las cortinas, te exploro con mis manos me abro camino con mis yemas que leen el
mapa de tu cuerpo. Cuento tus lunares de memoria, hundo mi nariz en el rincón
de tu cuello para olerte como sabueso tras un rastro. Me atrae tu olor a hombre
madera y cuero, mezcla de pino y hierba que me aturde los sentidos y enciende
el deseo. Siento el paso de la sangre en tus venas, el ritmo jadeante de tu
respiración busco tus labios demorados en alguna parte de mi cuerpo.
Una
melodía de armónica se escucha a lo lejos trayendo la sensualidad de un viejo
blues, detiene el tiempo, engaña a la noche para que largamente y sin apuro
quiera detenerse en el umbral de esta habitación.
Suelto mi
pelo que cae desordenado sobre tu cara, veo mi reflejo en el espejo nítido de
tus ojos negros. Con tus labios trazas el camino coronas mis valles, te
deslizas por el sendero de mis colinas, navegas en mis aguas seguras. Tus dedos
sabios recorren mi geografía sembrando caricias, tomas posesión de mis muslos
donde la piel palpita, lames mis pezones todavía firmes, aspiras la tibieza de
mi piel rendida y dispuesta, gemimos juntos.
Nos
encontramos en el punto exacto del placer donde el amor y la muerte se abrazan.
Abandonados
al desorden de la pasión, extenuados por el ardor del deseo nuestros cuerpos
cubren como un abrigo las sábanas húmedas de amor.
Cuando el
frío del olvido invade cada centímetro de mi piel, un viejo blues te trae a mi
lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario