Estoy muy triste y lo
extraño
Elena Rubins
Cada
vez que te preguntábamos por tu niñez y adolescencia antes de tu llegada a la
Argentina, no podíamos sacar conclusiones. Todo lo que sabíamos era por
terceros. Nunca hablabas de tu familia, ni siquiera de tu mamá.
Maldita
sea. Creo que te moriste para dejarnos en la ignorancia. ¿Tan mala era la vida
en tu pueblo?
Según
cuentan tus paisanos eras algo así como la oveja negra de la familia: el único
que no estudió, que peleabas contra las banditas de los no judíos durante la
Primera Guerra, juntabas las colillas de los cigarrillos de los soldados, los
rearmabas y los revendías para comprarte golosinas. Aunque eras hijo del
“monopolista” del tabaco y las bebidas del pueblo, hijo de uno de los
“acomodados”. Parece que tan mal no la pasabas.
Siempre
me asombraste por tu facilidad para sacar de oído melodías que interpretabas en
el piano, la flauta, la guitarra y cualquier instrumento que se te cruzaba,
incluso una cacerola. Me enteré que en tu familia había músicos profesionales.
Nunca
supe cuál fue el destino de tus antepasados, salvo el del que te salvó al no
dejarte volver a tu pueblo antes de la guerra y el de esa hermana que vivía en
Israel y trajiste para mi casamiento.
Hablabas
un castellano bastante fluido, eras un experto en cuentas mentales, nos enseñabas
los juegos que conocías (naipes, dominó, damas y ajedrez). De tu negocio no
sabíamos nada, ni siquiera mamá. Sólo que era tu gran pasión.
Conocimos
Córdoba, tempranamente, porque había casino (al que no faltabas ni una noche).
De adolescente, descubrí que algunas de tus “cenas” de amigos eran para jugar
al póker y que algunos domingos, ibas a los pingos (como llamabas al
hipódromo).
Hoy,
a raíz de tu embolia, me enteré de varias cosas importantes. Descubrí algo que
alguna vez intuí: ¿por qué mamá permanecía el verano completo en Córdoba con
nosotros y vos te quedabas en Buenos Aires?
Estaba
en el negocio, tratando de entender el mecanismo del comercio cuando se me acercó
una mujer que me dijo:
–Ud.
perdone…yo conozco muy bien a su papá. Lo acompañaba cuando se quedaba solo.
Hoy me acerqué al hospital; quiero que llamen a un médico amigo. Siempre me
trató muy bien y fui muy feliz con él. A veces nos encontrábamos durante la
semana…muchos años. Estoy muy triste. Lo extraño.
Estoy
muy triste. Lo extraño.
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