Mujeres de Palabra Livia Díaz (México)
El
2011 fue un año de intenso trabajo para muchas mujeres, las que escribimos
poesía, especialmente, desarrollando un ala, no se sabe si por necesidad
emocional o intelectual, pero queda claro que por la económica.
Hace
días le pregunté a la poetiza uruguaya Grace Leguizamón si acaso era una casualidad,
el que haya emprendido una pequeña empresa de fabricación de muñecas, porque yo
lo hice y Lis Durán también, y sé de al menos otras tres, que sin proponérselo,
hicieron sus propias empresas de manualidades, así que a mi pregunta, la
creadora de Encuentro de ratones, respondió que no.
Así
que no es casual que del verso con ratones (mouse de la PC), pasáramos a otra
cosa.
Pero
hay más. Las que tenemos talleres de fomento a la lectura; las que hicieron
grupos de iniciación artística para niños y niñas de la calle, como Lis Durán y
Vanda Lúcia Da Costa Salles; las que abrieron grupos en las Favelas, las que
promueven la paz y a prevención del SIDA como Silvia Aída Catalán; las que
promueven la poesía de sus compañeros como Norma Segades; las que promueven el
trabajos de escritores migrantes como Rosario Orozco, Zorica Zentic, Edith Goel
y Edith Checa; las que editan, publican y promueven la cultura como Lina Zerón
y Enzia Verduchi; las que hacen festivales y los patrocinan como Tatyh
Hernández; las que además se van de voluntarias a una zona de riesgos, como
Silvia Delgado. Entre otras miles. Ni hablar de los cientos de miles que son
maestras y que como María Enriqueta, están haciendo crecer flores en Jardines
de la Infancia, con las letras, como María Pugliese y Waldina Mejía. En el
entorno de estas poetizas, crece, se desarrolla y se riega, la mente de algunas
de las inteligencias del siglo 21.
Recientemente
conocí el trabajo que realizan las poetizas dominicanas en Nueva York; Jorge
Piña, esposo de Karina Rieke, ha escrito sobre esto y no por apoyar a la mujer –que
vale hacerlo- sino por la perplejidad que le causó el empuje de las hembras
ante la actividad cultural, a lo que emprendieron al ser convocadas, los logros
que han tenido, la fuerza y el crecimiento numérico y el personal; mientras los
varones, la verdad, por años, no lograron ponerse de acuerdo.
La
sacudida que a los movimientos culturales le están dando las mujeres, por
tanto, va más allá de lo que se ve a simple vista.
Al
ver la superficie, es un montón de autoras haciendo su trabajo, de la calidad y
del éxito ya hablará la historia. Pero en lo profundo, ellas, han abogado por
la humanidad sumergiéndose en las necesidades intelectuales y espirituales de
cada uno. Así tenemos a Hope en la Patagonia Argentina; que pasó del lienzo al
movimiento creativo, en el que se involucró toda la comunidad; el puente que
tendió Edith Checa con la promoción y la difusión de la poesía entre
interesados, que se volvió de promoción del trabajo y el trabajo algo auténtico
y cotidiano para las dueñas de los ratones.
Hay
miles de nombres más que se pueden añadir a este escrito, y de sus aventuras, andanzas
y encuentros, hablan ellas mismas en cientos de miles de blogs, web y los impresos.
Además de la posibilidad del encuentro virtual, por la red de internet y el de
los encuentros que hacen posible los promotores y promotoras de cultura, a los
países no parece interesarles demasiado nada de esto; en todas las áreas, para
la realización de encuentros, para poder en una misma sala a conversar a 20 o
más de estas poetizas a la vez, y a leer y a compartir experiencias y unos
minutos de su vida, existen el del País de las Nubes, entre otros, que se
patrocinan con los apoyos de mucha gente, pero que no son promovidos desde el
interior de un ejercicio nacional por atender la voz, imparable, de las mujeres
poetas.
La
labor que se está realizando en todos los confines de la tierra, involucra
muchas actividades en torno a ellas, pero principalmente la promoción de la
lectura, la escritura creativa y la educación en general.
Las
artes, ganan cada día que alguna da a conocer lo que en la soledad realiza.
Porque la poesía es un arte personal y no se puede hacer en bola. Además de que
en sus diferentes empleos, añaden con su visión y su perspectiva, mucho de lo
que tienen y lo dan a la gente de este planeta.
Para la comprensión, ahí tenemos a Yolanda
Duque en Canadá, transformando su encuentro entre mundos, en libros; a Zorica
Zentic y su montón de amigos que traducen la poesía a docenas de idiomas para
hacerla llegar a todos los países en donde es posible editar las palabras, aún
sin ser grandes editores ni tener grandes capitales; el trabajo que hacen
mujeres como la rusa Helena Ramos en Nicaragua; Rosina Conde en la música,
actuación y promoción de la lectura; Pina en Guaymas, Nina Salguero en Tuxpan;
Silvia Ponce en el sureste, que
sólo
con su empuje logró poner la casa de Cultura en ciudad del Carmen y que a pesar
de llevarlo todo en contra, a veces, dan el ejemplo a seguir.
Seguramente
este escrito es apenas el prefacio de un registro sobre la abundancia en la
bondad de las mujeres poetas; y que sus actividades son tantas que faltan
muchas planas para escribir, pero no plumas, ojalá que comiencen a dar
testimonio de sus propias andanzas, lo que las enriquezca y que el pueblo sepa,
que debajo de la falda hay un fondo, que hace hablar al silencio.
En
el futuro ya no se va a hablar de los poemas, sino de las poetas también, como
promotoras del cambio global, ante un mundo en el que no se dan por vencidas.
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