Hace 20 años, primera editorial Carlos Margiotta
Me encontré con Susana y fuimos a tomar un
café. Mientras me contaba que estaba pintando para su próxima muestra, nos
interrumpió el mozo. Le comenté que Laureano ensayaba para editar su primer
compact y que su mujer ahorraba dinero para su edición. El gordo Carlos seguía
escribiendo cuentos en la piecita de Banfield con la intención de publicarlos.
Ella me habló de una paciente que le derivó a su amiga Sara y de que Silvia le
estaba enseñando castellano a unos inmigrantes chinos. Me despedí de ella y
apuré el paso porque tenía que volver al trabajo.
En el camino pensaba en las conexiones que
habíamos realizado durante la conversación, como dos chicos en la vereda
cambiando figuritas. En la esquina de Viamonte y Paraná un afiche publicitaba
una red celular y lo asocié con otros conceptos como: redes vinculares,
neuronales, satelitales, etc.
Sin embargo tres imágenes me atravesaron
de pronto: una mujer haciendo nudos en un hilo grueso sentada en una playa; el
pescador descargando el alimento para proveer de comida a la aldea y quizás la
más emocionante, la del trapecista de circo haciendo su triple mortal sin red.
Volví a casa y le conté a mi esposa la idea que estuve pergeñando toda la
tarde.
La revista se va llamar Redes de Papel, le
dije. Y ella con su sentido crítico me contestó: "La idea es buena pero no
muy original y el nombre me parece poético pero da la sensación de fragilidad".
Tenía razón, era tan frágil y tan antiguo como el papel.
20 años después
En el transcurrir de los últimos 20 años
de historia argentina nos hemos visto tentados, más de una vez, de abandonar el
proyecto Redes de Papel. No ha sido fácil sostener una revista de carácter
gratuito dentro de un contexto económico, social y político en permanente
crisis que atravesó nuestra vida cotidiana y afectó sin compasión nuestra
subjetividad.
A la hora de repasar nuestra historia -la
de ustedes y la nuestra- podemos decir que supimos sobrevivir activamente, no
esperando sino creando, sin buscar un subsidio del estado, ni el reconocimiento
del ámbito de cultura, ni el prestigio que otorga la sociedad de escritores, ni
aplausos ni el bronce. Sólo nos impulsó el placer de escribir y ser leídos y en
ese par escritor-lector, disfrutamos, crecimos, fuimos y somos.
Hemos publicado 225 números, mes tras mes,
repitiendo el ritual de la creación, nacer, morir y renacer en cada edición.
Volviendo a empezar, renovando el deseo, alimentando las ganas día a día, en
cada encuentro con otro que nos lee, que se comunica, que nos llama… la vida
contra la muerte, en una historia llena de pérdidas y en cada pérdida una creación.
Celebramos estos 20 años y pensamos seguir
haciéndolo mientras el fuego aliente el deseo, ese deseo que puja como en un
parto, que late detrás de cada acto de escribir, en cada palabra que nos hace
humanos.
Años de pérdidas y ganancias, menos papel
y más de 10.000 suscriptores virtuales, menos barrio y más mundo, menos pluma y
más tecnología, menos cercanía y más contactos. En esa dialéctica estamos y
seguiremos aprendiendo a conocer y a conocernos, recorriendo los caminos
internos de la escritura y de nuestras almas.
Muchas
gracias.
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