Papá Noel y los Reyes Magos Norberto Pannone
Publicado en la revista virtual “Con voz propia”
dirigida por Analía Pescaner
¿De
que vale el famoso regalo de papá Noel? ¿De qué le sirve a nuestros hijos?
Se
me ocurre que esto representa algo así como un sentimiento de infracción de los
padres para con los hijos y que manifiestan así la necesidad de pedirles
disculpas por la carga que le impusieron al haberlos traído al mundo. Un
sentimiento de culpa, digo yo. No sé, de qué sirve entonces?
¡He
visto en casi todos los hogares el afán de comprar, de consumir, de gastar para
que el señor Noel llene sus bolsillos flacos después de un año de mishiadura!
He
visto desde hace mucho tiempo la indiferencia de generaciones de niños
hastiados, parece ser, de tamaña tontería de los adultos que, de paso, regodea
al comercio de lo que venga. El asunto es vender y comprar “algo”.
Para
el niño de esta época, todo este asunto es como un instante de luz que… al
toque, pierde la energía y el “foquito” se apaga.
Pequeños
monstruos insaciables. Reciben un juguete y a los pocos minutos ya no juegan
más con el. Ha pasado la euforia de la novedad. Fueron segundos, si. Al otro
día, el trasto pasa a formar parte del inmenso cementerio de chatarra
jugueteril y deambula por la casa hasta ponerse viejo, hasta perder el alma, y
agonice en el olvido sin haber sido de utilidad alguna.
Nosotros,
los adultos (?), cuando niños, adorábamos nuestros juguetes y por ende, jugábamos
con ellos. En aquella inocente fantasía los cambiábamos de colores, de olores,
de formas.
¡Hoy,
después de tantos años, aún recuerdo el olor y los colores de las bolitas de
vidrio (canicas de lujo) que un cinco de enero por la noche, dejaron en mi
casa!
¡Fantasías
de pibes!
Hacíamos
juguetes con maderas de algún cajón de manzana, que le hurtábamos a la despensa
de la vieja, dejando los cacharros que allí guardaba desparramados por el piso.
Los mejores modelos de autos y camiones salían de aquel taller de los sueños.
Les poníamos ruedas groseramente cortadas de los palos de escoba que, muchas
veces, al clavarlas sobre el eje, del mismo material, se partían rompiendo
nuestras ilusiones pero no nuestra voluntad.
Recuerdo
cuando los reyes magos me dejaron la bolsita de canicas de vidrio. ¡Qué tesoro,
mi Dios! Me habían traído las joyas más hermosas del universo! Y cómo las
cuidaba! ¡Cuidadito con jugar al chanta cuatro con esas!!! ¡Para eso se usaban
las de mármol! Te acordás?
Alguna
vez, mi padre me decía que los reyes me iban a traer una herramienta para trabajar,
para que supiera lo que era ganarse el sustento, o algún tipo de útil para la
escuela, así tendría más posibilidad de hacerme un hombre con buena educación.
Ayer
me enteré que hay padres que agreden a los maestros que ponen malas notas a sus
hijos. –“¡Mi hijo es el mejor de la escuela!” –“¡Que nadie me lo toque al
nene!!!” –“¡Es un santo mi hijo!” y aparece un batatón con aretes por toda la
cara y tatuajes del Ché Guevara en los hombros. Que intelectuales los nenes…
Sus hijos… ¡pequeños monstruos!
¡Hasta
conozco maestros que no aplazan a los alumnos porque de esa manera, el próximo
año no lidiaran con ellos. También se de padres que en connivencia con las
directoras/es del colegio, acuerdan la aprobación del grado!
Es
por eso que ahora a nada se le da el valor que merece. Así también son los
afectos. Sólo un rato. Después, se corre en busca de otra simpatía porque esta
que tenía se puso vieja, no sirve más. Se ha perdido el interés que quizá nunca
tuvo.
Yo
conocí al Sr. papá Noel cuando ya tenía mucho más de veinte años. Por aquel
entonces, sólo estábamos al tanto de los famosos reyes magos. Recuerdo ahora
los versos de Gagliardi: “Si no te portás bien/ les digo a los reyes magos/ que
te dejen sin regalo/ y te quedás sin el tren”. Te aseguro que la semana
anterior al seis de enero, hasta le pelábamos las papas a la vieja y le
lavábamos los platos por la noche.
Hoy,
al caer la tarde de la vida me pregunto: ¿Los niños pobres también reciben a
papá Noel? Los niños de la franja de Gaza, esperarán algún juguete este año, o
papá Noel por allí no pasa? Claro, reflexiono, puede que su trineo sólo sirva
para la nieve y no actúe por los arenales del desierto o que sus renos se
asusten por el ruido de las bombas de la guerra. ¿Pasará por las campiñas de la
vieja y desmembrada Yugoslavia? ¿Andará por nuestro Jujuy donde un cura recibió
pedradas y un balazo por bregar en pos de un pedazo de pan o una moneda más
para los comedores escolares?
Generación
sin alma, sin sentimientos, sin solidaridad. Con egoísmo, sin piel ni corazón.
Esa
generación en la que ahora muchos, cometen la mala praxis, el prevaricato, el
cohecho, permiten la impunidad, no aplican las leyes, dejando a los violadores
y a los asesinos en libertad, son corruptos, etc etc. Cómo no voy a llorar por:
la deserción escolar, el alcoholismo, la drogadicción, el desprecio por la vida
del otro, la falta de respeto, la muerte de las instituciones, etc, etc.
Todo
eso se está difundiendo con el consumismo estúpido. ¿No se dan cuenta del mal
que están produciendo con los niños al consentirlos tanto?
Hoy:
el desprecio a un juguete, mañana: el desprecio a la vida. Total, todo es tan
efímero que no vale la pena preocuparse. Vendrá otro día y habrá otra cosa para
jugar.
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