martes, 17 de marzo de 2015

Norberto Pannone



Papá Noel y los Reyes Magos Norberto Pannone
Publicado en la revista virtual “Con voz propia” dirigida por Analía Pescaner

¿De que vale el famoso regalo de papá Noel? ¿De qué le sirve a nuestros hijos? 
Se me ocurre que esto representa algo así como un sentimiento de infracción de los padres para con los hijos y que manifiestan así la necesidad de pedirles disculpas por la carga que le impusieron al haberlos traído al mundo. Un sentimiento de culpa, digo yo. No sé, de qué sirve entonces?
¡He visto en casi todos los hogares el afán de comprar, de consumir, de gastar para que el señor Noel llene sus bolsillos flacos después de un año de mishiadura!
He visto desde hace mucho tiempo la indiferencia de generaciones de niños hastiados, parece ser, de tamaña tontería de los adultos que, de paso, regodea al comercio de lo que venga. El asunto es vender y comprar “algo”.
Para el niño de esta época, todo este asunto es como un instante de luz que… al toque, pierde la energía y el “foquito” se apaga.
Pequeños monstruos insaciables. Reciben un juguete y a los pocos minutos ya no juegan más con el. Ha pasado la euforia de la novedad. Fueron segundos, si. Al otro día, el trasto pasa a formar parte del inmenso cementerio de chatarra jugueteril y deambula por la casa hasta ponerse viejo, hasta perder el alma, y agonice en el olvido sin haber sido de utilidad alguna.
Nosotros, los adultos (?), cuando niños, adorábamos nuestros juguetes y por ende, jugábamos con ellos. En aquella inocente fantasía los cambiábamos de colores, de olores, de formas.
¡Hoy, después de tantos años, aún recuerdo el olor y los colores de las bolitas de vidrio (canicas de lujo) que un cinco de enero por la noche, dejaron en mi casa!
¡Fantasías de pibes!
Hacíamos juguetes con maderas de algún cajón de manzana, que le hurtábamos a la despensa de la vieja, dejando los cacharros que allí guardaba desparramados por el piso. Los mejores modelos de autos y camiones salían de aquel taller de los sueños. Les poníamos ruedas groseramente cortadas de los palos de escoba que, muchas veces, al clavarlas sobre el eje, del mismo material, se partían rompiendo nuestras ilusiones pero no nuestra voluntad.
Recuerdo cuando los reyes magos me dejaron la bolsita de canicas de vidrio. ¡Qué tesoro, mi Dios! Me habían traído las joyas más hermosas del universo! Y cómo las cuidaba! ¡Cuidadito con jugar al chanta cuatro con esas!!! ¡Para eso se usaban las de mármol! Te acordás?
Alguna vez, mi padre me decía que los reyes me iban a traer una herramienta para trabajar, para que supiera lo que era ganarse el sustento, o algún tipo de útil para la escuela, así tendría más posibilidad de hacerme un hombre con buena educación.
Ayer me enteré que hay padres que agreden a los maestros que ponen malas notas a sus hijos. –“¡Mi hijo es el mejor de la escuela!” –“¡Que nadie me lo toque al nene!!!” –“¡Es un santo mi hijo!” y aparece un batatón con aretes por toda la cara y tatuajes del Ché Guevara en los hombros. Que intelectuales los nenes… Sus hijos… ¡pequeños monstruos!
¡Hasta conozco maestros que no aplazan a los alumnos porque de esa manera, el próximo año no lidiaran con ellos. También se de padres que en connivencia con las directoras/es del colegio, acuerdan la aprobación del grado!
Es por eso que ahora a nada se le da el valor que merece. Así también son los afectos. Sólo un rato. Después, se corre en busca de otra simpatía porque esta que tenía se puso vieja, no sirve más. Se ha perdido el interés que quizá nunca tuvo.
Yo conocí al Sr. papá Noel cuando ya tenía mucho más de veinte años. Por aquel entonces, sólo estábamos al tanto de los famosos reyes magos. Recuerdo ahora los versos de Gagliardi: “Si no te portás bien/ les digo a los reyes magos/ que te dejen sin regalo/ y te quedás sin el tren”. Te aseguro que la semana anterior al seis de enero, hasta le pelábamos las papas a la vieja y le lavábamos los platos por la noche.
Hoy, al caer la tarde de la vida me pregunto: ¿Los niños pobres también reciben a papá Noel? Los niños de la franja de Gaza, esperarán algún juguete este año, o papá Noel por allí no pasa? Claro, reflexiono, puede que su trineo sólo sirva para la nieve y no actúe por los arenales del desierto o que sus renos se asusten por el ruido de las bombas de la guerra. ¿Pasará por las campiñas de la vieja y desmembrada Yugoslavia? ¿Andará por nuestro Jujuy donde un cura recibió pedradas y un balazo por bregar en pos de un pedazo de pan o una moneda más para los comedores escolares?
Generación sin alma, sin sentimientos, sin solidaridad. Con egoísmo, sin piel ni corazón.
Esa generación en la que ahora muchos, cometen la mala praxis, el prevaricato, el cohecho, permiten la impunidad, no aplican las leyes, dejando a los violadores y a los asesinos en libertad, son corruptos, etc etc. Cómo no voy a llorar por: la deserción escolar, el alcoholismo, la drogadicción, el desprecio por la vida del otro, la falta de respeto, la muerte de las instituciones, etc, etc.
Todo eso se está difundiendo con el consumismo estúpido. ¿No se dan cuenta del mal que están produciendo con los niños al consentirlos tanto?
Hoy: el desprecio a un juguete, mañana: el desprecio a la vida. Total, todo es tan efímero que no vale la pena preocuparse. Vendrá otro día y habrá otra cosa para jugar.

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