jueves, 20 de marzo de 2014

MARITZA ALVAREZ

Somos testigos Maritza Álvarez

 Dirás que son árboles viejos…que su corteza no permanece. Se caen y doblan de a poco. Se secan al sol en una espera sin sentido, en el ocaso implacable de sus vidas. Podrás pensar que son como hojas que en el otoño amarillan, marchitan y otras cosas que no quiero decir.
 Y ellos lo hacen, es cierto, frente a nuestras narices, aventuran la última posibilidad en las postas de los hospitales, donde se están apagando de a cuatro por semana y contando…
 En nuestros barrios, solos (qué pocos saludos tienen los viejos!)…
 En alguna pieza al fondo, muy al fondo de la casa de sus hijos, duermen sus tristezas, se relegan a la incomprensión, se confinan a la vida sin razón. Hemos internado en el patio trasero a la edad de la supuesta serenidad.
 Dirás que la cordura no es precisamente su fiel compañera…que sus historias cansadas y repetidas hasta fastidiar los corazones, ya no puedes ni quieres escuchar…
 Sector vejado por nuestra sociedad, casi parias sin derechos, que suplican los pesos de la jubilación, para pasar un día más.


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