ZOO CHICO Guadalupe Ingelmo, Salomé
El hombre
de mediana edad finge no ver al emo que se inflige pequeños cortes en el antebrazo,
justo por encima de su muñequera de pinchos, con una cuchilla de afeitar. Se
muerde el piercing del labio insistentemente. Parece un ser melancólico; pero
como el flequillo le cubre toda la cara, no puede asegurarlo. Un poco más allá,
una lolita sweet que se tira compulsivamente de los pololos conversa bajo su
sombrilla llena de lacitos rosa con una lolita gótica de riguroso negro.
Se cruzan
con un grupo de grafiteros atareados y skaters de estética punk. Raperos MC de
pantalones caídos cantan en círculo alrededor de b-boys danzantes. Un otaku
manga disfrazado de Kensuke Aida hace evidentes esfuerzos por captar la letra,
pero el chunda chunda del coche tuneado de un pokero se lo impide. Un andrógino
visual kei con corpiño y liguero le guiña uno de sus maquillados ojos.
Aprieta
el paso y también la mano del tierno infante, que parece fascinado por el
espectáculo. Se promete disfrutar más de su hijo… antes de que contraiga la
adolescencia y se convierta en un extraño.
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