KIRBY
Fuera hay
rebaños de nubes y una gélida corteza de luna invisible para los tres. Los
árboles son centinelas en sus puestos. Tal vez, eso que escucho, sea el
movimiento del follaje. Paisaje en duermevela que contagia una breve dosis de
sueño. La oscuridad baña el entorno en sombras.
Un muchacho
taciturno, afligido, está acompañado por un gato de pelaje gris y ojos verde
esmeralda. A la derecha, pueden ver el edificio del geriátrico, antiguo y
fantasmagórico, con las cúpulas en forma de aguja para perforar el cielo.
Los faros
del coche iluminan el sendero. Veo al joven acongojado y al animalito.
detengo la
marcha. - No me has visto? ¡Dime algo por Dios!
Habían
trasladado a Rosaura al Hogar de Ancianos. Tenía 90 años. Hubo una sola cosa
que la ayudó en su grave dolencia. La presencia del gatito. No le permitieron
la permanencia en el internado. Las
enfermeras dejaron que Kirby la visitase sólo los sábados. Nadie supo cómo el
felino reconocía ese día entre los otros de la semana.
César lo
llevaba al anochecer. Era suficiente que Rosaura viese al animal para que su
semblante cambie de color.- Kirby, eres un buen chico. El gato ronroneaba y la
contemplaba embelesado.
-¡Quíteselo
ya!, decía una voz áspera.
-Te espero,
hijo.
Y los dos
regresaban a pie a la cabaña, del otro lado del aserradero.
Ayer le
dieron la noticia. Rosaura falleció. Lo descubrieron al traerle el desayuno.
Angustiado,
César, decidió realizar los trámites correspondientes. Kirby quedaba fuera de
la historia…No fue así. Hoy sábado estuvo muy nervioso. El maullido era
tan plañidero que César lo tuvo que
llevar. Volvían del Hogar. Kirby la buscó con intensidad. Ahora lo veo
tambalearse. ¿Cómo hacerle comprender que la mamá ha perdido en el juego más
difícil de vencer?
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