POEMAS
Un
cuento contado por un idiota
Todas las
monedas de nuestro amor
cayeron
cruz.
Si vos
amanecías,
sobre mí
llovía
el cántaro
de la noche.
Causa y
efecto fueron un velo,
que escondía
un designio monstruoso,
un dios sin
ojos y sin luz
que, con
mala fortuna,
gobierna el
mundo.
Todos los
pétalos de la rosa
desparramados
en el viento,
todo lo que
busques
para
perderlo.
Siempre
Julieta se equivoca
y en su
tragedia de enredos,
sin
comprender la trama,
se suicida a
destiempo.
Pecado
original
Un dios al
que nacemos debiendo
no es un
buen dios.
Es un Banco
Universal de la Desgracia.
A
Hegel
También anda
Dios,
enamorado en
tu red,
Divina Maya.
Nadando con
nosotros
en el río de
los vivos.
Con fusil y con flor,
partimos buscando
en mañanas desnudas
como hornos,
detener las ruedas aceitadas
del karma implacable;
dormir las perras de la Historia
una larga siesta en Acuario,
sin calvario y sin coroneles.
Sin fusil y sin flor,
de uno en uno
caímos sangrando
en la panza del Diablo,
envenenando la simiente
y pudriendo la siega,
como niños desconcertados,
que despiertan, para siempre,
a un alba de bayonetas
o túneles y pesadillas.
El ángel del Mal
echó suertes en su oficina.
Para algunos, entonces,
fueron tumbas
las arenas voraces del Orden,
el gusano sistemático, perfecto
del martirio,
y a los otros, cadenas perpetuas
en cuchitriles del espíritu,
totem-televisores,
cenizas de la libido,
largas, muchas, rutinarias
rayas de cocaína,
piedras frìas desmenuzando
esos jóvenes corazones viejos.
Como estrellas finales,
todos ardimos invocando
manos, huesos, cabelleras,
no significantes nombres
de profetas muertos
amados en vano.
Llorando, inútilmente, debajo
de un sordo,
mudo
y ciego
póster en llamas.
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