POR INTERNET
Escuchaba que sólo quedan unas quinientas ballena de la especie que visita cada invierno, el sur patagónico y tenemos que protegerlas.
En un rincón de la biblioteca está instalada la computadora, desde el viernes por la tarde quedé atrapada por las bellísimas imágenes que mostraban por Internet de esos cetáceos.
La trasmisión eran en directo, solo el primer día pude deleitarme con el amanecer tardío,
el cielo con nubes plomizas, el sol tratando de penetrar con sus rayos anaranjados. En un momento la emisión hizo vibrar mi corazón, cuando en un ángulo de la pantalla se dibujó el arco iris.
Sobre el mar se abatían las olas y jugaban ballenas y lobos marinos. Se escuchaban sus sonidos, el graznido de las aves marinas.
Entre las rocas junto al mar donde rompían las olas convivían pacíficamente varias especies de animales.
Las blancas gaviotas iban y venían atravesando el cielo, como si el arco iris las atrajera.
El primer domingo de junio a las cinco de la tarde finalizó la transmisión y no podía dejar de mirar ya la pantalla congelada. No podía despertar de ese ensueño, la angustia se apoderó de mi alma, de mi garganta, lágrimas comenzaban a humedecer mi rostro.
Esas primera ballena francas fueron acompañadas en con todos mis sentidos.
No quería entender que ya nunca más volvería a verlas.Los cazadores de ballenas seguramente acecharían contra ciento de ellas.
Escuchaba que sólo quedan unas quinientas ballena de la especie que visita cada invierno, el sur patagónico y tenemos que protegerlas.
En un rincón de la biblioteca está instalada la computadora, desde el viernes por la tarde quedé atrapada por las bellísimas imágenes que mostraban por Internet de esos cetáceos.
La trasmisión eran en directo, solo el primer día pude deleitarme con el amanecer tardío,
el cielo con nubes plomizas, el sol tratando de penetrar con sus rayos anaranjados. En un momento la emisión hizo vibrar mi corazón, cuando en un ángulo de la pantalla se dibujó el arco iris.
Sobre el mar se abatían las olas y jugaban ballenas y lobos marinos. Se escuchaban sus sonidos, el graznido de las aves marinas.
Entre las rocas junto al mar donde rompían las olas convivían pacíficamente varias especies de animales.
Las blancas gaviotas iban y venían atravesando el cielo, como si el arco iris las atrajera.
El primer domingo de junio a las cinco de la tarde finalizó la transmisión y no podía dejar de mirar ya la pantalla congelada. No podía despertar de ese ensueño, la angustia se apoderó de mi alma, de mi garganta, lágrimas comenzaban a humedecer mi rostro.
Esas primera ballena francas fueron acompañadas en con todos mis sentidos.
No quería entender que ya nunca más volvería a verlas.Los cazadores de ballenas seguramente acecharían contra ciento de ellas.
1 comentario:
MUCHAS GRACIAS NORMA, EL BLOG CADA VEZ MEJOR
CARIÑOS
CARLOS
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