lunes, 12 de enero de 2009

CORA STABILE



UN MISTERIO IMPOSIBLE DE ACLARAR

Después de mucho vagar ese hombre llegó a la Capital, no era su intención hacerlo, nunca se lo había propuesto, pero una fuerza interior, desconocida, lo guiaba. Lo iba llevando de a poco y él no se resistió, permitió que lo hiciera.
No conocía la ciudad, nunca había estado en ella, pero supo que esa calle ancha, iluminada, con mucha gente caminando y gran cantidad de tránsito, era la Avenida Corrientes.
Iba a cruzar cuando aquel coche arrancó imprevistamente y casi lo atropella. El hombre se echó hacia atrás, vió al chico y sonrió; era un rubio delgadito, con simpáticas pecas que cubrían casi por completo su rostro.
Lo saludó y se pusieron a charlar; iban caminando juntos, hacía mucho frío, lo invitó a tomar chocolate, entraron en "El Antiguo Vesubio" y buscaron una mesa en el fondo del amplio salón.
El fuego crepitaba en la estufa, se miraron, sonrieron y dirigieron la vista hacia los vitraux del fondo, el reflejo de las llamas producía un hermoso efecto sobre los colores del mismo.
Ambos se sentían protegidos y disfrutaron de los chureros rellenos conque acompañaron el chocolate caliente.
Pasó algo má de una hora y al final el viejo se levantó tambaleante de la silla. No se sentía bien ¿le habría caído mal esa merienda a la que no estaba acostumbrado?.
El pecoso se asustó mucho y se fue, desapareció mágicamente, de la misma manera en que antes había llegado.
El hombre salió a la calle, no tenía estabilidad, se tambaleaba de un lado a otro. En ese momento pasaba un cura y se le acercó, con amabilidad le ofreció llevarlo a un médico, él se negó pero permitió que lo acompañara hasta su hogar.
Vivía solo en una humilde casita; se acostó enseguida ... al rato tuvo que levantarse apurado para ir a vomitar ... maldita sea ¿porqué se le habrá ocurrido hacer esa salida?.
Para su asombro el cura regresó tres días después, quería saber si ya estaba bien. Ante el gesto huraño del viejo, el joven sacerdote se apresuró a aclararle que una misión especial lo había llevado muy cerca de allí y que por eso aprovechó la ocasión para visitarlo.
Estaba cayendo la tarde, en las calles reinaba el silencio, ese era un barrio humilde, de gente trabajadora que ya descansaba para reiniciar las actividades al día siguiente.
El joven se despidió rápido y ofreció sus disculpas. Dio media vuelta y casi pisa al gato que encogió las patas, arqueó el lomo y parecía dispuesto a saltarle encima, pero una orden seca del viejo lo paralizó.
Los ojos amarillos del felino permanecían clavados en él, giró la cabeza y dirigió la mirada hacia la mecedora en la que se hamacaba el hombre ... sus ojos eran iguales a los del gato, una sonrisa siniestra apareció dibujada en sus finos labios y con una voz sumamente extraña, como venida desde otro mundo, le dijo:
- Existe otro que dirá lo que nunca hayas dicho.-
Mientras un rayo de luz, de un celeste intenso, lo iluminaba. Un momento después desapareció.
El cura se persiguió varias veces e invocando a sus ángeles protectores, salió corriendo de aquel siniestro lugar.

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