LA NOVELA ES UNA NOVELA
Hay autores que señalan el nacimiento de la novela en el oriente helenístico. Los primeros modelos se tomaron de los egipcios en donde hallamos relatos fantásticos parecidos a las novelas griegas. El primer relato encontrado es el Nectanebos. Se presume que al convertirse Grecia en una provincia de Roma, surge la necesidad de crear un efecto sedante ante las adversidades y a la vez propusiera una esperanza. Las narraciones tienden a lo grandioso y mezcla lo vulgar con detalles cargados buscando efectos dramáticos pero trivializan las historias. Sólo trata de entretener y sorprender al lector propiciando el huir de la realidad. Es la precedente de la novela moderna.
Como derivación de la griega surge la épica latina, aunque con otro sentido como Satiricón de Petronio. Más tarde con una mezcla de literatura antigua, leyendas cristianas, bretonas y celtas, surge la novela caballeresca en verso (Parsifal). Las historias de aventuras, combates, amores, viajes, encuentros y desencuentros, constituyen la materia prima de éstos relatos medievales. Son mundos de ficción, fantásticos, alejados de la verdad y lo cotidiano. Aparecen los ideales caballerescos en los que el valor, fidelidad, austeridad, disciplina y sacrificio, son un mérito. Eran normas de vida y buenas maneras frente a las costumbres vulgares y toscas. En el Quijote, ambas se ven representadas por el Caballero y Sancho.
A mediados del siglo XV aparece un nuevo tipo de novela, la sentimental que se interesa más por la vida interior de los personajes que por las acciones, más por las emociones que por las aventuras que mezcla las caballerescas con la de origen italiano. Se escribe una historia para que sirva de modelo de vida y con el fin de que los lectores tengan una explicación del comportamiento de los personajes.
También el tiempo en que se desarrolla es mucho más próximo que en las anteriores. Sin embargo los conflictos son artificiales y se limitan a seguir una secuencia de acciones y motivos.
Con el triunfo de la contrarreforma en España, la tendencia a la fantasía queda interrumpida por razones religiosas, históricas y culturales. La narrativa se orienta a la represión o supresión de lo imaginario y va hacia el cultivo de lo objetivo. La sociedad española había entrado en la era de los descubrimientos y conquista de América. Surge así el realismo, ya no conviven en la novela, hombres de extraordinarios, sino de carne y hueso. Son historias donde prevalecen los hechos por sobre los pensamientos o los sentimientos, lo objetivo sobre lo subjetivo. Algunos de estos rasgos van a persistir en la novela moderna, pero mucho más evolucionados.
Entre las muchas definiciones de "novela", podemos decir que se trata de una obra literaria de carácter narrativo, de cierta longitud, centrada en la exposición de hachos ficticios de una historia. El término surge en Italia en los finales de la Edad Media y designaba a un no muy extenso relato, una anécdota para condimentar una conversación con un episodio mundano y realista que servía de ejemplo de alguna situación cotidiana. Era como un cuento de sobremesa registrado por escrito que atraía por su originalidad donde lo novedoso y el elemento noticioso era el motivo fundamental.
La novela es un derivado del cuento popular y folklórico, que fue creciendo durante un siglo hasta llegar al Decamerón de Bocaccio, coincidiendo con el ascenso de la burguesía. A mediados del siglo XVII pasa a designar cierto género de ficción en prosa de considerable longitud, en donde se exponen caracteres humanos y acontecimientos de la vida real para convertirse en una estructura compleja y articulada y termina de desarrollarse en los siglos XVII y XIX, en la plenitud del poder burgués. La novela refleja los valores de esa época, es individualista, competitiva y mundana.
Irène Simon destaca que en la novela clásica y tradicional dos tipos de estructuras: una abierta denominada Épica, y otra cerrada llamada Dramática. En la primera la acción está en función de uno o varios personajes que sufren una serie de peripecias en común. En la segunda, la anécdota se apoya en la relación entre personajes sin una trayectoria única y compartida donde se conjugan y se oponen alrededor de un núcleo temático. Una tercera estructura es la Lírica, donde la acción novelesca ha desaparecido casi por completo, el principal objetivo es la exploración de los personajes a nivel subjetivo, prevaleciendo la evocación de cada instante como atemporal que se justifica así misma.
Hay autores que señalan el nacimiento de la novela en el oriente helenístico. Los primeros modelos se tomaron de los egipcios en donde hallamos relatos fantásticos parecidos a las novelas griegas. El primer relato encontrado es el Nectanebos. Se presume que al convertirse Grecia en una provincia de Roma, surge la necesidad de crear un efecto sedante ante las adversidades y a la vez propusiera una esperanza. Las narraciones tienden a lo grandioso y mezcla lo vulgar con detalles cargados buscando efectos dramáticos pero trivializan las historias. Sólo trata de entretener y sorprender al lector propiciando el huir de la realidad. Es la precedente de la novela moderna.
Como derivación de la griega surge la épica latina, aunque con otro sentido como Satiricón de Petronio. Más tarde con una mezcla de literatura antigua, leyendas cristianas, bretonas y celtas, surge la novela caballeresca en verso (Parsifal). Las historias de aventuras, combates, amores, viajes, encuentros y desencuentros, constituyen la materia prima de éstos relatos medievales. Son mundos de ficción, fantásticos, alejados de la verdad y lo cotidiano. Aparecen los ideales caballerescos en los que el valor, fidelidad, austeridad, disciplina y sacrificio, son un mérito. Eran normas de vida y buenas maneras frente a las costumbres vulgares y toscas. En el Quijote, ambas se ven representadas por el Caballero y Sancho.
A mediados del siglo XV aparece un nuevo tipo de novela, la sentimental que se interesa más por la vida interior de los personajes que por las acciones, más por las emociones que por las aventuras que mezcla las caballerescas con la de origen italiano. Se escribe una historia para que sirva de modelo de vida y con el fin de que los lectores tengan una explicación del comportamiento de los personajes.
También el tiempo en que se desarrolla es mucho más próximo que en las anteriores. Sin embargo los conflictos son artificiales y se limitan a seguir una secuencia de acciones y motivos.
Con el triunfo de la contrarreforma en España, la tendencia a la fantasía queda interrumpida por razones religiosas, históricas y culturales. La narrativa se orienta a la represión o supresión de lo imaginario y va hacia el cultivo de lo objetivo. La sociedad española había entrado en la era de los descubrimientos y conquista de América. Surge así el realismo, ya no conviven en la novela, hombres de extraordinarios, sino de carne y hueso. Son historias donde prevalecen los hechos por sobre los pensamientos o los sentimientos, lo objetivo sobre lo subjetivo. Algunos de estos rasgos van a persistir en la novela moderna, pero mucho más evolucionados.
Entre las muchas definiciones de "novela", podemos decir que se trata de una obra literaria de carácter narrativo, de cierta longitud, centrada en la exposición de hachos ficticios de una historia. El término surge en Italia en los finales de la Edad Media y designaba a un no muy extenso relato, una anécdota para condimentar una conversación con un episodio mundano y realista que servía de ejemplo de alguna situación cotidiana. Era como un cuento de sobremesa registrado por escrito que atraía por su originalidad donde lo novedoso y el elemento noticioso era el motivo fundamental.
La novela es un derivado del cuento popular y folklórico, que fue creciendo durante un siglo hasta llegar al Decamerón de Bocaccio, coincidiendo con el ascenso de la burguesía. A mediados del siglo XVII pasa a designar cierto género de ficción en prosa de considerable longitud, en donde se exponen caracteres humanos y acontecimientos de la vida real para convertirse en una estructura compleja y articulada y termina de desarrollarse en los siglos XVII y XIX, en la plenitud del poder burgués. La novela refleja los valores de esa época, es individualista, competitiva y mundana.
Irène Simon destaca que en la novela clásica y tradicional dos tipos de estructuras: una abierta denominada Épica, y otra cerrada llamada Dramática. En la primera la acción está en función de uno o varios personajes que sufren una serie de peripecias en común. En la segunda, la anécdota se apoya en la relación entre personajes sin una trayectoria única y compartida donde se conjugan y se oponen alrededor de un núcleo temático. Una tercera estructura es la Lírica, donde la acción novelesca ha desaparecido casi por completo, el principal objetivo es la exploración de los personajes a nivel subjetivo, prevaleciendo la evocación de cada instante como atemporal que se justifica así misma.
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