EN ESTE OTOÑO
Te entrego mi canción y mi copa de vino y mi nostalgia y la tarde de baldosas calientes en el patio bajo la parra moribunda de racimos morados.Y el río en el verano y el viejo puente de hierro donde se deslizaba un tren de carga que miraba de abajo, preso entre aguas verde marrón que dormían las siestas del enero caliente. Y la vieja pasarela de madera siempre pintada de blanco y colorado que unía las orillas. Y una foto en blanco y negro rodeado de compañeros de colegio y un carnaval y su corso apretado que caminaba la calle principal del pueblo y otra foto también en blanco y negro en la colimba de uniforme.Y una mañana en La Plata en el barrio del turf mirando desde la ventana de 116 cómo vareaban los caballos y un regreso por la avenida 38 pisando atardeceres embriagados de azahares en primaveras de exámenes cercanos. Y el aroma de tilos sobre la calle 7 y una salida un sábado a la noche a bailar en Federico o en María la O. Y una madrugada de domingo en El Modelo con chorreantes chops negros y rubios y el murmullo de cáscaras de maníes aplastadas agonizantes sobre el viejo piso de pinotea. Y después Buenos Aires arrinconado en "filo" con carteles pintados colgando desafiando el ocupado continente donde queríamos naciera el hombre nuevo aquel del que Viglietti hablaba.Y los bares cercanos a Independencia y Urquiza donde se prolongaba en charlas la política, el amor y aquellas utopías. Después llegaron los inviernos trayendo aquel oscuro territorio donde tuvimos que inventar tantas maneras para sobrevivir a tanta muerte. Después otros otoños establecieron nuevos diálogos ante otros rostros más jóvenes ahora que pisan otra historia.
Y entonces te entrego también un aula y un banco donde hay grabado un nombre y un pizarrón verde y una tiza blanca y una calle de Palermo Viejo y un cancionero con letras de Homero Expósito y la película La Vida es Bella y un café que demora la tarde y un tango de Piazzolla y un mediodía nublado con gotas de llovizna somnolienta y otro con sol y un poema de Benedetti y el Río de la Plata cuando el sol se refleja en sus aguas.
Ahora en este otoño te entrego mi canción y mi copa de vino, y mi nostalgia.
Te entrego mi canción y mi copa de vino y mi nostalgia y la tarde de baldosas calientes en el patio bajo la parra moribunda de racimos morados.Y el río en el verano y el viejo puente de hierro donde se deslizaba un tren de carga que miraba de abajo, preso entre aguas verde marrón que dormían las siestas del enero caliente. Y la vieja pasarela de madera siempre pintada de blanco y colorado que unía las orillas. Y una foto en blanco y negro rodeado de compañeros de colegio y un carnaval y su corso apretado que caminaba la calle principal del pueblo y otra foto también en blanco y negro en la colimba de uniforme.Y una mañana en La Plata en el barrio del turf mirando desde la ventana de 116 cómo vareaban los caballos y un regreso por la avenida 38 pisando atardeceres embriagados de azahares en primaveras de exámenes cercanos. Y el aroma de tilos sobre la calle 7 y una salida un sábado a la noche a bailar en Federico o en María la O. Y una madrugada de domingo en El Modelo con chorreantes chops negros y rubios y el murmullo de cáscaras de maníes aplastadas agonizantes sobre el viejo piso de pinotea. Y después Buenos Aires arrinconado en "filo" con carteles pintados colgando desafiando el ocupado continente donde queríamos naciera el hombre nuevo aquel del que Viglietti hablaba.Y los bares cercanos a Independencia y Urquiza donde se prolongaba en charlas la política, el amor y aquellas utopías. Después llegaron los inviernos trayendo aquel oscuro territorio donde tuvimos que inventar tantas maneras para sobrevivir a tanta muerte. Después otros otoños establecieron nuevos diálogos ante otros rostros más jóvenes ahora que pisan otra historia.
Y entonces te entrego también un aula y un banco donde hay grabado un nombre y un pizarrón verde y una tiza blanca y una calle de Palermo Viejo y un cancionero con letras de Homero Expósito y la película La Vida es Bella y un café que demora la tarde y un tango de Piazzolla y un mediodía nublado con gotas de llovizna somnolienta y otro con sol y un poema de Benedetti y el Río de la Plata cuando el sol se refleja en sus aguas.
Ahora en este otoño te entrego mi canción y mi copa de vino, y mi nostalgia.
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