viernes, 7 de marzo de 2008

CORA STÁBILE


SOÑAR PUEDE COSTAR MUCHO

A las 5 de la mañana sonaba el despertador. Por suerte había conseguido ese trabajo cerca de su casa y, si bien el sueldo era muy bajo, esa ayuda les permitía comer todos los días y que los chicos pudieran seguir asistiendo a la escuela.
Ella sabía que Manuel se esforzaba mucho, pero sólo conseguía alguna que otra changa y así no iban a progresar nunca. Su vida era chata, gris y sacrificada.
Un día se encontraba en la hora de descanso y escuchó a dos compañeras que hacían comentarios acerca de la telenovela que veían diariamente. No se animó a preguntar nada, pero sintió curiosidad y al llegar a su casa encendió el televisor.
Al principio no entendía nada pero, poco a poco, se fue metiendo en la historia y superó ese sentimiento de culpa que la embargaba por el tiempo que le quitaba a las tareas de la casa y por el gasto extra de luz que ocasionaba.
Los personajes de la tira no hablaban como ella, utilizaban términos diferentes y la entonación también le resultaba extraña. Más tarde supo que los actores no eran argentinos, lo que ella veía era una telenovela mexicana y, sin siquiera haberlo notado, se fue enamorando del joven actor que protagonizaba la historia
Por primera vez en su vida se dio permiso para soñar.
Cuando su marido regresaba cada noche, Estela no podía dejar de hacer comparaciones, Jorge (el actor principal) estaba siempre bien arreglado, tenía una voz grave que parecía acariciarla todo el tiempo, se notaba que su posición económica era muy buena y todas las mujeres quedaban fascinadas con él.
Estela se mimetizó con la protagonista de la tira y, sin habérselo propuesto, comenzó a peinarse como ella, a utilizar muchos términos nuevos y a evadirse cada vez más de la realidad.
Su marido y los chicos percibieron el cambio y, sin saber a qué atribuirlo, se preocuparon mucho. La joven estaba siempre como ausente, hablaba raro y se arreglaba de otra manera.
Los días continuaron sucediéndose monótonos, iguales, pero los cambios que se habían producido en la joven se fueron acentuando, hasta que aquel fatídico martes por la noche, cuando Manuel regresó a su casa, encontró a sus dos hijos llorando y una breve esquela de su mujer que le decía:
"Estoy decidida, no puedo aguantar más, todavía no sé cómo pero me voy a México. Besos a todos y cuídense."
Estela – Mamá

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