miércoles, 25 de marzo de 2020

Claudia Schinca

                                         
                                 Veinticinco 
                                               Claudia Schinca


Por lo sombrío y desbastado del paisaje, la imagen era casi aterradora. Había una espesa bruma que transformaba todas las formas, creando sombras y luces de extrañas e indescifrables  características.
 La cruz, se alzaba todavía estoica , en el ala derecha de la iglesia, que sostenida por varias estacas, soportaba con desmesurada hidalguía sus ultimas horas. A cada paso el paisaje se hacia mas desolador, calles de piedra y horror.
 Algunas casas  conservaban algún dato de su arquitectura, pero la mayoría yacían entre sus propias ruinas. Caminamos por horas, pero nada se movía, nada vivo había,  ni pájaro, ni hombre, ni árbol.
 La noche avanzó y con ella avanzó nuestro cansancio y se diluía con la bruma y el humo la esperanza del encuentro.
 La orden fue discretamente concisa: “Busquen a los 25 soldados enviados hace 25 días  y tráiganlos vivos o muertos”. El objetivo era la búsqueda de soldados que nuestra nación envió a defender suelo extranjero, ocupado por tropas invasoras.
 Nadie nos explico porque invadieron, nadie nos dijo porque la guerra. y por una rara dialéctica, de los poderosos uniformados, resultó que lo importante era que los 25 volvieran al país sin importar si con vida, si heridos, o si muertos.
 Buscamos algo que nos llevara a ellos, una huella, un aroma, algo, pero todo era soledad, silencio y espanto.
 Con el tiempo supimos cual era el verdadero motivo de tanta y apurada busqueda, se necesitaba ocupar 25 lugares, en 25 sillas del honroso capitolio.
 El máximo líder político mundial  tocaba suelo en 25 días y nada podía ser mas importante que recibirlo con toda la tropa completa, y si muertos, con los ataúdes cubiertos de la noble bandera patria.
 No fue posible ni la una ni la otra alternativa.




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