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Jenara García Martín
VIVIR SENTENCIADA
Jenara García Martín
Cuando el
silencio nocturno llegó al Sanatorio, Dolly ya estaba preparada para
encontrarse con Flavio en el lugar que
ella eligió como el más discreto para huir con el coche sin ser descubiertos.
Su único equipaje era una maleta chica. Al pronto Flavio se sorprendió. Era
lógico, la vestimenta no era la de costumbre y también se había cubierto la
cabeza con una boina, a efectos evitar
pudieran reconocerla por el color del cabello, y por precaución, sin
prender el motor del auto., lo deslizaron por la cuesta hasta el llano donde se encontraba la ruta
principal para llegar a la población más cercana del valle. Flavio conducía rápido,
dejando atrás las montañas que habían separado a Dolly del mundo, durante más de cuatro años. Una
vez en el valle, tampoco se detuvieron en el pueblo, no querían llamar la atención.,
pues sabían que en el momento que se descubriera la ausencia de Dolly,
prepararían un operativo en su búsqueda. La primera parada la hicieron en un
restaurante en la carretera. Al detenerse, Flavio le dijo “aquí vamos a comer
algo”. Fueron las primeras palabras desde que habían dejado el sanatorio y Dolly
lo aprobó con un gesto de satisfacción. Era la primera noche de
libertad. ¡Al fin habían huido!. Pero aún sentía miedo. Este pensamiento le
oprimía la garganta y continuaba en silencio. Sólo Flavio se bajó del auto, y
decidió comprar algo para comer mientras viajaban.
-¿Ya te
encuentras sin temores, Dolly? –se animó a preguntar Flavio, al regreso.
-Hasta
que no pasemos la frontera y pisemos tierra italiana, no me sentiré segura,
Flavio. Perdón por mi silencio. Es que pienso que el viento lleve el eco de mis
palabras hasta la montaña y puedan seguirnos.
-No pienses
en eso. Disfruta del paisaje nocturno. Es una noche mágica, llena de estrellas,
que nos van iluminando el camino.
-Tienes
razón Flavio. Es una noche maravillosa y tengo que darte las gracias, por
arriesgarte a sacarme del encierro en que vivía. Ahora ya no me importa el día
que me llegue el final. No sacarán mi cadáver por la puerta de atrás y me
llevarán en el trineo fúnebre. Yo siempre he tenido miedo a las noches, sabes. Sentía opresión en
el pecho. Manos de sombras que oprimían mi garganta. Una soledad insoportable.
Ruidos por los pasillos y me dormía con la luz prendida. Pero por las mañanas
me la encontraba apagada. La vigilancia nocturna, se encargaba de que todo
estuviera en la profunda obscuridad.
-Pero
ahora tienes motivos para disfrutar de esta luminosa noche. Pronto .llegaremos
a la Estación y cambiaremos de medio de
locomoción –comentó Flavio.
En
efecto, las palabras se convirtieron en acción. En la Estación, Flavio cargó el
coche en uno de los vagones de mercancías y ellos se acomodaron en un coche de
pasajeros, hasta llegar al próximo apeadero. Cuando bajaron del tren, una
llovizna les sorprendió y Dolly quiso sentirla en su cuerpo, extendiendo los
brazos fuera del techo del andén que la protegía, nada recomendable para su
enfermedad, mientras esperaba a Flavio que se acercara con el coche. Flavio que
la observó se bajó del auto urgente, con una prenda de abrigo y cubriéndola la
obligó a ubicarse dentro del coche,
reprochándola su actitud.
-¿Cómo se
queda expuesta bajo la lluvia? ¿No comprende
que es perjudiciable para su salud?
-Sí. Lo
sé. Pero hace mucho tiempo que no había
visto llover. Compréndame. -Y sus párpados se humedecieron por unas leves
lágrimas, semejantes a las gotas de la lluvia que les acompañaba.
-La
comprendo. Y desde hace más de cuatro años que no había estado aquí abajo. ¿Verdad?
-Cierto.
En este momento, es como si volviese a nacer.
-Pero
igualmente tiene que cuidarse y seguir las indicaciones de los especialistas.
Espero que habrá traído los medicamentos.
-Sí,
Flavio. Y me cuidaré...
-En el
próximo campamento de montaña que haya alojamiento disponible pasaremos la noche
y para despistar tomaremos sólo una habitación. Creo que no se sentirá
incómoda. Yo dormiré en algún sillón, pues serán pocas horas, puesto que reiniciaremos
el viaje en cuanto amanezca.
-Lo que
Usted disponga Flavio –respondió Dolly. Aún no habían tomado confianza para el
trato.
A pocos
kilómetros en la ruta hacia la montaña encontraron una zona urbanizada, poblada
de cómodas cabañas en la base turística
de esquí y se detuvieron teniendo en cuanta lo que habían conversado.
Encontraron el alojamiento que buscaban, y para más comodidad con dos camas. Lugar para reservar el auto
por unas horas y cargar combustible. Pidieron algo de cenar a la habitación con
reserva para seguir viaje. se cambiaron de ropa para dormir. Sólo se despojaron
de las prendas de abrigo.
De este
modo cuando les despertó el teléfono se las pusieron de nuevo y buscaron el
auto, y de vuelta a la carretera buscando la ruta que les llevara hacia el lago
de Como, zona fronteriza con Italia. Con el idioma
Con la
indicación de que les despertaran a las cinco de la mañana. Para no
desperdiciar el tiempo, ni siquiera no tenían ningún problema, dado que en
Suiza hablan, además de alemán, el
francés, el italiano, y también el inglés y ellos dominaban el francés y el
italiano, y Flavio también el inglés.
Flavio –
de origen italiano- tenía antecedentes del paso fronterizo, puesto que al ser
zona turística era de lo más concurrida
y no pedían documentación. Pasarían como una pareja de turistas más.
Pero también era más lento, puesto que al final del día los trabajadores, la cruzaban para ir a sus
respectivos domicilios. Tanto de Italia a Suiza, como de Suiza a Italia.
Analizando tal situación, esperaron a cruzarla por la noche. Sin ningún problema pisaron territorio
italiano. Estaban a salvo. Dolly se largó a llorar respirando tranquila. Flavio
la observó sin hacer ningún comentario.
Con la indicación de que
les despertaran a las cinco de la mañana. Para no desperdiciar el tiempo, ni
siquiera no tenían ningún problema, dado que en Suiza hablan, además de alemán, el francés, el italiano, y
también el inglés y ellos dominaban el francés y el italiano, y Flavio también
el inglés.
Flavio
–de origen italiano- tenía antecedentes del paso fronterizo, puesto que al ser
zona turística era de lo más concurrida
y no pedían documentación. Pasarían como una pareja de turistas más.
Pero también era más lento, puesto que al final del día los trabajadores, la cruzaban para ir a sus
respectivos domicilios. Tanto de Italia a Suiza, como de Suiza a Italia.
Analizando tal situación, esperaron a cruzarla por la noche. Sin ningún problema pisaron territorio
italiano. Estaban a salvo. Dolly se largó a llorar respirando tranquila. Flavio
la observó sin hacer ningún comentario.
- Ya no
tengo miedo, Flavio. Ahora tú elegirás la ruta que mejor te parezca para llegar
a Roma.
Flavio
conocía bastante las vías de comunicación,
y decidió elegir rutas rápidas y
descasando siempre en paradores
de zonas de turismo, tanto por los restaurantes como por el alojamiento.
Y también pensó, sin comentarlo con Dolly, que, como en el sanatorio
conocían la existencia de su tío en
Roma, podían haberse puesto en contacto con él y sorprenderles. Tenían que se precavidos. Y por fin, llegaron
a destino.
- Dolly.
Ya estamos en Roma. ¿Recuerdas la dirección de tu tío?
-
No, Flavio. Cuando nos separaron de mis
padres en Francia, durante la invasión Nazi, mi tío se trasladó, lo antes que le fue posible,
aquí, con las dos, protegiéndonos. Mas
ya habíamos contraído esta maldita “peste” y debió internarnos en un sanatorio
para el tratamiento indicado, del cual mi hermana salió en un ataúd. Así que
ante tal desgracia, aconsejado por los especialistas, me trasladó al de Suiza, donde tú me
conociste, porque decían que era lo mejor que había para el tratamiento de esta
enfermedad. Tal situación no me dio
lugar a conocer prácticamente, ni la ubicación de su domicilio, pero tengo el
teléfono, así que le llamemos Yo estoy nerviosa, ¿quieres hacerlo tú? – y le
facilitó el número a Flavio, obteniendo del otro lado respuesta, preguntando
¿quién habla? Y le pasó el auricular a Dolly.
- Hola
tío Urbano, soy Dolly, su sobrina. No se sorprenda. Estoy en Roma, con un
amigo que sigue para París y pude salir del sanatorio con él para llegar
a reunirme contigo. Dime tu dirección, pues mi amigo tiene coche y me puede
acercar.
- Dolly,
¿En serio eres mi sobrina? ¿Ya estás curada?
Del sanatorio preguntaron por ti y me rogaron les avisara si tomabas
contacto conmigo, puesto que tu salud es muy delicada…y…-Dolly no le dejó
continuar…
-
No, tío. No lo hagas. Por favor.
Espera que hablemos, -le suplicó desesperada.- Dame tu dirección. Te necesito. –Se la proporcionó y Flavio la llevó con su tío, quien les
recibió con mucho afecto y le hizo pasar. Preocupado les pidió le dijeran por
qué había salido Dolly sin permiso.
Dolly se
lo explicó, a su manera. Que fue la visita de Flavio al sanatorio, la
oportunidad que necesitaba para salir de
ese infierno y ella le convenció. En
esos momentos, Dolly no tenía aspecto de
estar enferma. La libertad la había devuelto
hasta un semblante saludable.
-Yo me
siento bien, tío. Allá en el sanatorio, entre los enfermos te sientes igual que
ellos y yo estoy con un diagnóstico de plena recuperación. Tengo una medicación
para erradicar la enfermedad definitivamente. Te ruego no les llames y si ellos
lo hacen no les des la dirección, y niega que me has visto.
- Usted
Flavio, ¿qué opina?
Flavio se
convirtió en cómplice de Dolly y le confirmó
que su estado de salud era tal cual ella le había explicado. Y que la convivencia con los otros enfermos
en el sanatorio, la deprimían y no era aconsejable, puesto que está en el
camino de su recuperación definitiva. Y que a pesar de no estar dada de alta, viendo el diagnóstico, había aceptado sacarla
de allí. El tío aceptó confiado las
palabras de Flavio y llegó el momento de despedirse. Ambos se abrazaron
emocionados: Dolly le dijo:- “Muchas gracias por todo, Flavio. ¿ Nos volveremos
a ver.”?
-Por supuesto que sí, Dolly.
Te lo prometo. No te olvidaré. Mi profesión me traerá a correr algún circuito a
Italia y nos encontraremos.
El tío
Urbano, se había casado hacía unos tres
años y por supuesto que Dolly no lo sabía, así que cuando llegó de la
calle María Celia –esposa del tío
Urbano- la sorpresa fue indescriptible. Pero ambas en ese momento se conectaron
con sincero sentimiento. Y al presentarlas se abrazaron. El matrimonio no tenía
hijos. María Celia comprendiendo el
cansancio del viaje tan agobiante, cogió la maleta y la acompañó al dormitorio de invitados,
manifestándola que todo lo que necesitara
no dejara de pedírselo, y que la avisaría cuando la cena estuviera
lista. Cenaron en total ambiente familiar, tratando de conocer algo de la vida
de casado de su tío y Dolly repitiendo
detalles del estado de su salud como se
lo había relatado a su tío, para que la esposa tuviera conocimiento. Es que
el semblante no reflejaba la enfermedad
que padecía. La libertad la había provocado también, ese cambio.
Dolly no
se sentía enferma. Disfrutaba de todo (…). Y se lo debía a la actitud de Flavio. Ya
comenzó a extrañar su compañía. La vida, desde que huyó del sanatorio de la
montaña la hizo cambiar hasta de carácter. Al lado de Flavio se volvió
obediente. De trato Agradable. Sensata…Ya no era la joven rebelde e impulsiva que él había él conocido en el
Sanatorio . Ahora comenzaba un
ritmo de vida diferente.
Desde
que sus tíos se movilizaban en la
mañana, ella tenía que adaptarse al sistema de vida que ellos llevaban. Su tío trabajaba en Oficinas de un Organismo
Oficial y su horario era de ocho a
catorce horas, así que por las tardes tenía libre. La trataban con si fuera una
hija, y su estado de salud mejoraba. Tanto es así que sus tíos accedieron
llevarla a conocer Venecia, dado que les había dicho la ilusión que tenía, pues
Flavio la había comentado cómo eran los canales y los “gondoleros” símbolo del
romanticismo veneciano y hasta del Puente de Los Suspiros, y de las bellezas
arquitectónicas –de épocas recientes y milenarias (…) Dolly era feliz. Hasta
alquilaron una góndola y dieron el paseo
por el canal, pasando por debajo del Puente de los Suspiros, circunstancia que
le hizo extrañar la compañía de Flavio y sintió que era más que
agradecimiento lo que hacía
recordarle. Su corazón latía de otra
manera cuando le traía a su mente. Sus
tíos también se encontraban satisfechos con el paseo, al observar que ella
lo había disfrutado. Y para que todo fuera completo, cuando llegaron a casa, sonó la
campanilla del teléfono. Atendió el tío y era Flavio que quería saludar a
Dolly. La emoción no se puede describir con palabras. Flavio la comentó de su
triunfo en Mónaco y que estaba previsto
que en un mes correría un circuito en Italia y se encontrarían.
-Te
estaré esperando. Soy feliz, pero te extraño –Le contestó emocionada.
-Yo
pasaré a buscarte. Te quiero Dolly –y cortaron la comunicación.
Para
Dolly fueron las palabras más bonitas que había escuchado en toda su
existencia. En ese momento no era ella. Se quedó paralizada por ese: “Te quiero
Dolly” Su tía se acercó y sin palabras supo que la preguntaba el por qué de esa
actitud. Se lo dijo y su tía la abrazó
felicitándola por la noticia. También su tío la felicitó.
Pero al
día siguiente, Dolly, amaneció con fiebre y debieron llamar a un médico
especialista, que ya conocían. El resultado del reconocimiento no fue de lo más
satisfactorio. Pidió al tío que la llevara al Sanatorio, donde el atendía para
hacerle un estudio completo del estado en que se encontraba la enfermedad. El
paseo por el Canal no había sido lo más recomendable, pues la enfermedad había
avanzado y ella, lo disimulaba tomando doble dosis de medicamentos. Les
recomendaron internarla para un tratamiento más intensivo. La fiebre la desapareció,
pero antes del mes tuvo una recaída. Lo
más grave que podía pasarle: Una tos intensa y con marcas de sangre en el
pañuelo, cuando lo debía utilizar. Su
estado general ya fue deteriorándose y ella supo que llegaba el final, mas a
sus tíos les dijo que sabía que ese día iba a llegar, pero había logrado que no fuera allá en el
sanatorio de la montaña.
-Yo estoy
preparada. Conocía mi precario estado de salud
Cuando llegue el momento, no os quiero ver llorar. Quiero que me
perdonéis por no haberos dicho la
verdad, pero he sido feliz a vuestro
lado. ..Sólo pensar que os entregarán
mi cadáver como lo que soy, como
un ser humano y en un ataúd de madera,
me da tranquilidad y lo que os pido es que
me enterréis en la misma tumba de mi hermana.
Pensad que por eso huí. Para que mi cadáver no lo sacaran por la puerta
de atrás y en la noche, y me llevaran a enterrar… envuelta en una sábana y en
un móvil -tipo trineo, tirado …por el en..terrador…
Los tíos
la escuchaban en silencio, sin poder reaccionar, al verla con un semblante
tranquilo y expresándose con coherencia, a pesar que ya se la veía cansada y no
respiraba con normalidad. Pero tenían
que demostrar serenidad. Ya tendrían tiempo de llorar el dolor de su ausencia física.
-Sabes lo
que te pido tío, una hoja de papel …y una pluma. Quiero escribir… una carta de
despedida a Flavio. Cunado venga a bus…carme, se la entregarás. Gracias a
él,… me voy de este mundo ….”feliz…”
-Si,
querida, ya le digo a la tía que te lo traiga esta misma tarde.
Así se
despidió Dolly de Flavio. Su estado ya la había debilitado y era notable
“Querido Flavio: En esta
líneas estoy yo, que Te quiero” …es mi corazón que te da las gracias por
haberme sacado de aquel infierno. Desde que pisé el territorio italiano te dije
que volvía a nacer, y ha sido cierto. He vivido, casi dos meses ¿verdad? … He
sido feliz, Flavio,… recuér..dalo siempre y gracias a ti.Mis tíos han cui…dado de mí con mucho cariño y
paseé en las… góndolas del canal de Venecia y pensé que remabas conmigo… No
olvidé que me dijiste que ese paseo era…” el símbolo del Amor”. Me voy de este
mundo por la puerta grande, no por la de atrás. ... . Los dos sabíamos que mi
final estaba cerca. No puedo es…perarte…Lo siento… Te quiero…
Dolly
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