sábado, 30 de junio de 2018

Sonia Catela


Hombre contra sí mismo 
Sonia Catela

Mucha fiebre, mi marido en llamaradas debe consultar a un doctor, pero ¿él? Andá Simón, seguro te pegaste un virus, una infección en alguna parte de tu cuerpo. Tosés demasiado.
Pero este hombre, que se rige por su propia Constitución personal, rechaza mi sugerencia violatoria de su carta magna: Mirá si yo, justamente, me voy a poner en manos de los médicos y la industria farmacéutica proveedora de venenos, ambos socios de este multimillonario negocio en que han convertido la medicina.
Y diagnostica: -Me curaré con ajo. El ajo mata todo, bacterias, virus, parásitos.
Pero ¿no se da cuenta que sin una receta de profesional diplomado, le van a descontar los días que falte? ¿cómo justificará ante la empresa su no concurrencia al trabajo?
El escribe una carta con sus puntos de vista sobre tal ausencia, lo que seguramente le va a costar el puesto en la compañía Bayer donde trabaja desde hace un par de meses.
No hay empleo que Simón pueda prolongar en el tiempo, aún de proponerse ese objetivo.
Porque vaya si ostenta antecedentes en su prontuario. Como cajero del Money Bank se presentaba ante su mostrador con remeras que agitaban sus "Yankis go home", "No son ustedes los que nos dan de comer, patrones, sino nosotros los que llenamos sus bolsillos". "Abajo el imperialismo yanqui". Y citado cada vez por el gerente e intimado por fin con amenaza de despido si repetía una vez más uno de esos ultrajes, terminó cerrando la puerta detrás de él como un triunfo.
Simón se encoge de hombros. Se entrena en cursos diversos y ahora ha cambiado de estrategia. En vez de exhibirse, disimula. Cada vez que puede sabotea a la empresa para la que trabaja, pero desde el anonimato. Activa la alarma de incendio con humo de cigarrillo y el supermercado debe evacuar a clientela y personal, lo que representa para la empresa lo peor del horizonte: paralización de ventas durante algunas horas. Simón se retrae, luego permanece inactivo un par de semanas. Después vuelve a arremeter: desconfigura el sistema de internet:  Inútiles , grita el gerente del hipermercado a los encargados de la red y el equipo se vuelve loco porque ya se perdieron las ventas de media jornada con las cajas imposibilitadas de funcionar.
Simón brinda con un trago de tequila.
En Maxims, otra de esas grandes empresas, llega un día y realiza su rito de la pachamama. Según él, sigue la tradición de su abuelo coya.
 Madre tierra -tiende en el suelo el manto multicolor, altar de la ceremonia, coloca sobre él ofrentas, chicha, agua bendita, hojas de coca, porotos. Y danza alrededor ingiriendo aloja entre velas blancas que circundan su locura, con excrementos de vaca que él agita y convierte en sonoridades andinas.
Escenografía que espanta a la clientela.
Cuatro forzudos lo transportan al sótano y lo arrojan al piso polvoriento así "entrás en contacto directo con tu tierra".
Pero a Simón nada lo inmuta. Sin embargo, hoy lo sacude una noticia necrológica:  Acaba de llamar tu madre, mi querido. Ha muerto tu viejo.
El patriarca. Dueño de un taller metalúrgico que provee de repuestos a cierta compañía automotriz y da empleo a cien personas. Apenas cae la última palada de tierra sobre el difunto, Simón se hace cargo. Entra en la metalúrgica con su título de patrón colgado del pecho. Dos reflectores apuntándole el rostro. "Vamos a poner las cosas en claro, señores -declama Simón con autoridad-, aquí se viene a producir, en serie. Cadena que no puede ser interrumpida por alguien que quiera rascarse los genitales. Marcaremos metas de producción. Metas que irán superándose bimestralmente. Fichas individuales de rendimiento y colaboración. Quien no concuerde con los nuevos procedimientos y métodos de eficiencia, tienen la puerta abierta para marcharse".
Discursea, de corbata y traje. Recibe los aplausos de los chupamedias devolviéndoles promesas de recompensa.
Simón se descascara de sus sucesivas capas, llegando a quien verdaderamente es. Simón amo. Simón mandamás. Simón dueño y cacique.


Brazos en alto, agradece los aplausos como general en el palco de la Rosada. Simón alzándose en su total magnitud: patrón.

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