La aparición
Liliana Rohr
En el ocaso de su vida, cuando ya todo parecía vivido, Ana Ordoñez, descubrió por fin su vocación.
Una tarde de otoño, cuando el sol entibiaba tímidamente con sus rayos, la vereda donde esta ubicada su casa, ve aparecer en la avenida, entre los automóviles y colectivos la imagen de una niña: piernas largas, ojos saltones, cabello enmarañado y un rictus de amargura en los labios. Ana, se acerca lentamente, quiere saber de quien se trata, el por qué de tanta tristeza, de tanta soledad. A medida que se acerca, la imagen de la pequeña comienza a esfumarse, poco a poco va desapareciendo su figura, solamente observa casi nítidamente, el gesto de desolación y la mirada…Esos ojos que parecen enfocar un punto, un lugar específico de la acera, una mínima depresión en el suelo, quizá, un bache.
Ana se dirige directamente hacia el lugar, sin dudarlo, sin pensar en sus tobillos, en su renguera, en la dificultad que tiene desde hace unos años para desplazarse. Una vez allí espera encontrarse con la niña, pero lo que ve, supera sus expectativas… un pequeño bebé envuelto en una manta blanca, la mira y estira sus manitos como pidiéndole que lo salve… ¿De qué?, ¿De quién?...
A partir de esa tarde, Ana Ordoñez dedica los últimos años de su vida, a cuidar pequeños indefensos, que han sido abandonados por sus familias.
Ella se encarga de darles amor.
Encontró mucha gente dispuesta a ayudarla y entendió al fin, en la desnudez de su alma, cuál es en esta vida, su verdadera misión.
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