DOS COPAS
Jenara Garcia Martin
(síntesis de un relato de un
excombatiente de la guerra de Malvinas: Durval Díaz, de Salta)
“Fue
una noche fría, típica de los inviernos
salteños, allá a fines de Julio de 1.982, cuando por segunda vez en mi vida, entraba al boliche
BALDERRAMA. Si bien me gustaba el folklore, no era lo que se llama, un amante;
ni siquiera sabía bailar, pero tenía otra razón para estar allí, y ni bien me
ubiqué en una mesa, llegó el mozo muy solícito …muy profesional y al darme las
buenas noches, me preguntó ¿Qué le sirvo?
“-Le
pedí una botella de vino y dos copas, al tiempo que recostaba una silla contra
la mesa, en clara señal que estaba ocupada. Observador el mozo, o tal vez sólo
por decir algo, me preguntó: ¿Espera usted a alguien?
“-Sí,
a alguien que nunca vendrá. El mozo me miró y acostumbrado a tratar todo tipo
de clientes no le sorprendió la respuesta y se limitó al estricto acto de atender el pedido y no sirvió las copas.
“Yo
mismo lo hice. Serví las dos copas y observándolas unos minutos, tomé una en
cada mano, y “BRINDÉ… BRINDÉ” …por la
persona que no había acudido a la cita y me quedé evocando recuerdos, sin mirar
el reloj... El Boliche empezó a tener el movimiento habitual: alegría, música,
baile y el Espectáculo central con la presencia del SALTEÑO MOLINA: Chacarera,
Zamba, Gato, Carnavalito…Yo escuchaba la música pero estaba ausente, solitario
en mi mesa… Pasados unos minutos no soporté más ese ambiente y me retiré.
“LA
NOCHE PARA MI, HABÍA TERMINADO. “Pasó el tiempo y recordando esa noche, pensé
en cuántas historias tienen los mozos para contar, pero ese mozo, ese mozo,
tendría una historia inconclusa. Conocía el comienzo: Una silla reservada y dos copas vacías, pero nunca conocería el
final.
“Me
hubiera gustado volver y decirle: La primera vez que estuve aquí, hace seis meses, me acompañaba Panfilito,
compañero y gran amigo. Éramos militares, marinos para ser más exacto, con
destino en Malvinas. Y nos habíamos divertido tanto aquella noche, que prometimos
volver a encontrarnos en este mismo lugar en la próxima licencia ordinaria, que sería, normalmente,
en el próximo mes de Julio.
“Pero
el tiempo trascurrió y los acontecimientos hacen de los hombres unas
“marionetas”, a quienes les está permitido tener deseos, soñar, pero verlos
cumplidos… es muy difícil para algunos…así es como yo acudí solo a la cita.
“YO
ESTABA VIVO ¡VIVO!…SI ES QUE ESO ERA ESTAR VIVO. EN CAMBIO, MI AMIGO PANFILITO,
NUNCA MAS TENDRIA LICENCIA ORDINARIA NI DE NINGUNA OTRA CLASE, porque era uno
de los 323 argentinos que murieron en el crucero Belgrano torpedeado por los
ingleses en la guerra de Malvinas.
“El
Belgrano había salido de USUHAIA con 1093 tripulantes y ya estaba a 210 millas
de la isla GRAN MALVINA, 55° latitud Sur. Era Domingo 2 de Mayo de 1.982,
cuando el primer torpedo impactó en el centro del buque. Sin haber podido
reaccionar a la tragedia que estaban viviendo, les impactó el segundo que cortó
veinte metros de la proa. Era catastrófico, desesperante, el BELGRANO no se
salvaba estaba herido de muerte. El Capitán, último en abandonar el buque dio
la orden de evacuarlo a horas 16,23 y en quince minutos ya lo habían logrado.
Todo fue rápido, y el BELGRANO DESAPARECIO DE LA SUPERFICIE EN MENOS DE UNA
HORA. El mal tiempo, la turbulencia y baja temperatura de las aguas, hicieron
el resto. Ayudaron a que la tragedia fuera más dramática.
“Se
salvaron unos setecientos marinos…Pero en qué condiciones. Sus heridas fueron extremadamente
graves y profundas, tanto físicas, como psíquicas”
Doscientos cuerpos nunca fueron encontrados, como
tampoco EL BELGRANO.
La
historia le recuerda a mi amigo Panpilito como el Cabo Primero: Artillero José Luis Ramírez, el que faltó justificadamente a la cita.
“Yo,
nunca más pisé el boliche BALDERRAMA, pero cuando paso junto a su puerta, miro
hacia dentro, sin saber lo que busco”
EPÍLOGO
Esos
doscientos cuerpos no rescatados siguen navegando por el mar, sin destino, como EL BELGRANO, esperando un refugio seguro que los acoja
eternamente, pero entre las aguas, donde está su vida. Aquí, en la tierra,
aunque tengan una cruz con su nombre, no podrán tener nunca una tumba con sus
restos.
Si
alguna vez tenemos oportunidad de arrojar una flor al mar, lo hagamos como un
humilde homenaje hacia esos héroes que lucharon en la guerra por Malvinas y con
seguridad que las olas, los buscarán y
la llevarán a cualquiera sea el lugar en que se encuentren…
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