Apuntes urbanos
Bettina M. D´alesandro
"Hazme un sitio en tu montura
caballero derrotado.
Hazme un sitio en tu montura
Que yo también voy cargado
De amargura
Y no puedo batallar más” "Vencidos"
León Felipe
El
encuentro fue azaroso, como suelen ser los encuentros más trascendentes. Manuel
Uribe caminaba distraídamente por Corrientes cuando lo vio. Las tapas rojas se
destacaban entre la pila de libros viejos, ofrecidos a un precio casi
irrisorio. Parecían pedir a gritos que alguien las rescatara de aquella
situación vergonzosa.
Se
acercó a la mesa, tomó el libro entre sus manos y comenzó a hojearlo con
cuidado. Se trataba de un ejemplar del " Ingenioso Hidalgo Don Quijote de
la Mancha" editado Biblioteca La Nación. Más precisamente de un segundo
tomo que parecía acentuar una palpable sensación de orfandad. Sus páginas ocres
despedían un dejo de humedad que daban cuenta de un nacimiento lejano. Sin
embargo, había resistido estoicamente el paso del tiempo y de sucesivos
lectores. Eso le gustó a Manuel: era un sobreviviente como él.
Sin
dudarlo, invirtió una parte del sueldo recién cobrado y guardó el libro junto
al material de trabajo que llevaba en su bolso.
Llegó
al cuarto de la pensión alrededor de las seis y decidió preparar una taza de
café antes de concentrar la atención en al nota que el secretario de redacción
le había pedido. El periódico sensacionalista para el que trabajaba empañaba su
vocación de periodista y en vano buscaba la manera de zafar de las notas
amarillas que le obligaban a escribir.
La
habitación que ocupaba desde su arribo a Buenos Aires permanecía inundada por
el desorden y el polvo, pero poco preocupaba esto a Manuel, cuyo carácter
solitario congeniaba sin mayores conflictos con la tosquedad de ese rincón
urbano.
Tomó
el primer sorbo de café, abstraído en pensamientos difusos. Miró como al pasar
las tapas rojas depositadas sobre la cama y se sintió nuevamente encandilado
por ellas. Se dispuso entonces a leer algunas páginas.
Fue
suficiente un breve contacto con las mismas para experimentar algo extraño: el
cuarto en que se hallaba comenzó a adquirir una dimensión particular. Se sintió
transportado a un espacio donde los objetos podían ser captados con una
singular nitidez. Esa proximidad con el mundo circundante era tan arrolladora,
que se vio movido por la urgencia de escribir una gran historia: la historia
más deslumbrante de su vida, esa que lo conduciría a la gloria sin escalas.
Comenzó
entonces a garabatear sobre una hoja de manera compulsiva, febril. La aventura
de crear, de plasmar aquel aluvión de ideas que manaba de su mente lo
confrontaron con una emoción indescriptible. Su tiempo pasó a transcurrir
entonces frente a la mesa destartalada que servía de escritorio, envuelto en
papeles y humo gris. Sólo se detenía de vez en cuando para hojear algunas
páginas, como si éstas fueran el oxígeno que necesitaba para continuar
respirando.
Poco
a poco dejó de reconocer diferencias entre el día y la noche, el frío y el
calor, la vigilia y el sueño. Sin saberlo, estaba dando forma a la historia más
trascendente de su propia historia.
La
persona hallada sin vida esta madrugada responde al nombre de Manuel Carlos
Uribe - a voz sonaba firme detrás del micrófono de la radio - Soltero de 55 años
de edad, fue hallado en la habitación que alquilaba en la pensión de Sarandí
al, ochocientos de esta capital. Según fuentes policiales, el cuerpo no
presentaba signos de violencia, lo que hace pensar en una muerte natural. El
cuarto se encontraba en completo desorden y el olor a tabaco impregnaba el
aire. El difunto sostenía en su mano derecha un libro de tapas rojas y, sobre
la mesa donde se lo vio recostado al ingresar, se hallaron varias hojas de
papel en blanco, un tintero y una pluma sin estrenar.
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