Ahora es el momento
Jenara García Martín
- Esa monotonía la detesto. Detesto ese pasar que se acumula en mi cuerpo, y aprisiona mi ser, mi existencia, el espacio del tiempo en el que se esfuma mi vida. La vida que se esfuma y no vuelve. Desearía que sucediera algo trascendental, aunque me golpeara. Reconozco que, mi día a día es rudo, áspero, difícil; a veces hasta me toca convivir con la pérdida de la libertad individual y colectiva y de los horizontes que me esperan.
- Es una proeza poder abordar el día con seguridad. Me enfrento a ese amanecer brillante, soleado, de un día más de mi existencia con ilusión, disfrutando de ese regalo que nos concede la naturaleza en todo su esplendor. Una nueva fragancia de alguna planta silvestre que se percibe al abrir la ventana y respirar el aire puro de ese nuevo día que me hace presentir algo extraño y con esa rara sensación, sin saber si sería agradable o desagradable, me preparo para salir a la calle, a mi trabajo habitual.
- Traspasado el umbral de la puerta percibí, con placer, hasta el aroma de la tierra húmeda de la escarcha mañanera, pero la sensación extraña me perseguía. ¿La podré superar sin sentirme atrapada como un pájaro herido?
- Ahí empiezan mis miedos. Me siento atrapada en la calle entre ese enjambre humano. Esa multitud que pasa a mi lado sin percibir mi presencia, pero me aprisionan. Y pienso cómo alcanzaré la orilla de ese día. Me entra la ansiedad por escuchar la alarma que anuncia la hora de salida, donde he pasado las horas prisionera en una cárcel, pero sin rejas. Por fin vuelvo a iniciar el camino de regreso a casa, y espero el anochecer y vislumbrar mi compañera de la noche. Ya siento que respiro y estoy a salvo, pues tengo pavor a una noche sin luna. Pienso cómo alcanzaré la orilla de ese día en que pueda gritar: ¡Hoy, soy feliz!
- La felicidad: ¿Cómo es la felicidad?: ¿Tiene color? ¿Tiene perfume? ¿Tiene presencia? ¿Tiene edad? ¿Tiene futuro?...¡Tiene vida…Abstracismo! Cierra y abre las portezuelas del escondite de su “tiempo” y puede anunciarse a través de cualquier manifestación. Mas tus ojos, no la ven. ¿Ocupa un espacio en el corazón? Sí, pero sólo se siente. ¿Flota en el aire, en ese espacio que dejaste libre para poder vivirla?…Sí, mas él te dice ¡¡NO…!! Aún no es el momento. ¡Espera!
- No escucho esa alerta y la busco. Pero todo cambia cuando camino hacia ella y no llego a la cita. El tramo final del atardecer de ese día que iba a ser especial, se fue…desapareció. Lo perdí en la orilla. Me acerqué demasiado…como el cisne que, “cuando se acerca a la orilla, pierde su elegancia”
- Un pensamiento repentino despierta en mí una ilusión. Tengo que dejar atrás ese vivir del día a día, con tanta monotonía. El día de mañana tiene que ser diferente: la sucesión de los momentos horarios, en que tengo que hacer las cosas que siempre he deseado hacer y no hice, es imprescindible que los altere. El día de hoy no merece escribirlo, ni recordarlo, porque repetiría las mismas cosas que ayer. Mañana será el día elegido.
-¿Por qué? …Porque, mañana voy a empezar a vivir. Voy a escribir esa carta que comencé hace mucho, mucho, pero mucho tiempo, y nunca la terminé y era tan importante… ¡No! El momento es ahora. Luego, o mañana puede ser tarde - me responde mi otro yo, y sigue diciéndome -: “Ese instante que necesitas para decidirte, es frágil, puede evadir el tiempo. Ese tiempo que por acercarte demasiado a la orilla, lo perdiste. Esa carta, tienes que escribirla, AHORA…AHORA ES EL MOMENTO”.
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