BREVES Rubén Vedovaldi
Publicado
en “Con voz propia” revista virtual dirigida por Analia Pescaner
Realismo libertario
Un pintor mágico-libertario
pinta escenas de fuga de presos sobre el lado interno del patio de la
penitenciaría Los guardias balean las imágenes de los fugitivos y el gobierno
da ascensos y aumento de sueldo a los tiradores.
Los presos pintan guardias
ahorcados dentro de sus celdas y los guardias al ver las imágenes mueren
ahorcados. Entonces los presos dibujan puertas abiertas y se fugan.
Las
cosas cuentan
Las cosas recuerdan el
crimen que nadie ha visto. Alguien tenía que amar. Alguien tenía que odiar.
Las cosas callan.
Alguien tenía que matar a
alguien. Las cosas gritan.
Alguien cambiará algo de
lugar. El homicida huye a otra provincia con otro nombre. Las cosas saben el
rastro.
¿Alguien descubre algo
debajo de la alfombra?
Alguien habla con alguien lo
que nadie sabrá. Alguien mueve papeles de una turbia alcaidía.
¿Ha muerto alguien que no
tenía que morir?
¿Ha sido amado mucho alguien
que nunca amó?
Sobre las cosas pesan
milenios de locura, crueldades y homicidios.
Las cosas ya no saben dónde
estar o no estar.
Filosofía filosa
Un artesano fabrica plumas
para caciques y se las vende y se gana la vida hasta que vienen los europeos y
matan a los indios. Entonces el hombre fabrica coronas y va y se las vende a
los reyes hasta que los mercaderes no soportan más las monarquías. Entonces el
buen hombre inventa la guillotina y se la deja de prueba a los mercaderes
acordando que pasaría a cobrar más tarde.
Los mercaderes le cortan la
cabeza a la familia real y cuando el buen hombre se presenta para cobrar por su
eficaz invento,
lo guillotinan también a él.
MORALEJA: La democracia
termina donde comienza la guillotina.
Niña del día
Cuentan que en el tiempo de los tiempos y en
un lugar de los lugares, entre unas pequeñas vidas de la vida, una niña
derviche se ganaba su día cantando cuentos de niñas derviches que se ganaban
sus vidas contando y cantando cuentos sin cuenta.
Uno de esos cuentos recuerda
que una niña derviche se sentó en el suelo y puso siete piedras delante suyo
formando un anfiteatro en un claro en medio de la pradera y les contó siete
historias.
Y cuentan que las almas de
esas piedras se conmovieron hasta la risa y las lágrimas e hicieron con sus
lágrimas de felicidad el más bello lago en medio de ellas.
La niña asomó su rostro y se
vio reflejada como una luna azul en su decimocuarta noche. Sacó su preciosa
lengua y se vio un signo lingüístico en medio de la lengua.
Al ser felizmente
descubierto, el signo lingüístico despertó como un genio mágico, y se puso de
pie y abrió sus alas y cantó el himno de las siete lenguas.
Y las piedras se volvieron
siete peces de siete colores diferentes y entrenadaron en el lago de sus
felices lágrimas. Y otras siete piedras vinieron a oír el himno y entrebailaron
con los peces y se volvieron siete pájaros de siete colores cada uno y bebieron
del lago y volaron a buscar néctar de luz y polen en el prado y llevaron la
vida de los árboles frutales y las flores más allá de los siete mares.
Y aunque no todo era feliz
en el universo y la niña y los peces piedra y las aves piedra sabían que en la
convivencia hay lucha y en el cielo hay amores y guerras, nacimientos y
muertes, luces y sombras, ese día todos se durmieron soñando los mejores ecos
del signo.
Al otro día las aves eran
piedras otra vez y los peces eran piedras otra vez y ya se había evaporado el
lago de las felices lágrimas pero la niña derviche amaneció con ganas de salir
a caminar, a cantar y a danzar el signo por donde el día la llevara.
Para que el día nos traiga,
-dijo- vamos al día con nuestra renovada voluntad de amor.
Para que este día y cada día
den también de su hambre y su fruto, su sed y su agua, vamos a despertar el
signo-ordenó-.
Si la piedra puede ser pez o
pájaro, -se dijo- ¿Por qué no podría yo volver a despertar y volver a salir a
la convivencia creativa, aún cuando no todo sea luz y calor, amor y alegría,
canto y danza?
Minerales
Un cascote le dice a una
piedra: te amo. Pero el corazón de piedra de la piedra no responde. Loco de
pena, el cascote se arroja al abismo y se hace añicos.
Otra piedra, de corazón
loco, se enamora de un cascote, pero el cascote no le corresponde y la deja
dura.
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