sábado, 16 de mayo de 2015

Raúl García Samartín









Santa Cristina, su Bosque y yo  Raúl García Samartín

Abro mis ventanas y el bello paisaje de la Ensenada de San Simón, en la ría de Vigo, me adelanta una perspectiva optimista. Estamos en el mes de Marzo y luego de cuatro interminables meses de lluvia, en Santa Cristina tenemos un día soleado, las sonrisas y los proyectos renacen.
Decido salir a caminar por Magarella en dirección a la ría rodeado por los montes y el bosque, pero a los cincuenta metros pienso que es una buena oportunidad para escribir sobre este bello lugar, así que doy la vuelta hacia la casa y recojo mi tablet junto con una libreta y un bolígrafo. La tablet porque es el lenguaje que hablan mis hijos y mis nietos y la libreta con el bolígrafo porque son mi plan B, nunca fallan.
Ahora sí, estoy listo para disfrutar del paseo, camino por la vera del bosque que circunda nuestra casa y cruzo el puente que esta sobre la autopista que va a Vigo, mi familia suele decir que la construcción mató muchas costumbres en nombre de un futuro que se resiste a dar lo que prometió. En diez minutos abandono el cemento urbano para adentrarme en el bosque usando un sendero de tierra que me lleva hasta uno de los tantos desvíos que baja en dirección de la ría. Estos pasajes entre la espesura del bosque fueron diseñados, pisada tras pisada, por los habituales transeúntes y marcados por el paso del tiempo. Hay que moverse con cuidado porque la pendiente es pronunciada y la huella para transitar no tiene más de medio metro de ancho, todo el trayecto está cubierto por una mullida alfombra de hojarasca, ramas pequeñas y arbustos sobrevivientes y las ramas van arañando mi ropa mientras mi cara las esquivan. Aunque parezca complicado el descenso resulta divertido.
Al llegar a un claro, el verde dominante permite que se asomen otros colores, el marrón terroso, los grises rocosos y los lunares amarillentos del sol que se cuela a través  del follaje, también noto que distingo los colores de las flores silvestres cuando forman grupos o reparo en ellas. En esta época del año predominan las flores amarillas que sobresalen de las colonias de tréboles, parecen mantas cubriendo las raíces de los altos eucaliptos. Son colores en la paleta de la naturaleza, una artista que pinta con un arte inigualable. Me siento vivo y gratificado, todos los problemas cotidianos van quedando relegados hasta desaparecer, el azul del agua aparece ante mi.
Al llegar a la orilla de la ría escojo un sitio que me permita sentarme protegido del sol y el viento, y lo consigo a solo dos metros del agua, un lugar solo posible en los sueños y en los libros. El recibimiento es musical, las olas rompiendo casi en mis pies, el viento meciéndolo todo y los pájaros cambiando mensajes, una melodía que sirve de fondo al paisaje. Es imposible no sentirse feliz y en armonía con el entorno. No importan la ubicación ni la posición, esté donde esté, el murmullo del agua, los sonidos del viento y el canto de los pájaros siempre vendrán a buscarme y me envolverán en su encanto. He conseguido evadirme, estoy en el vientre de mi bosque rodeado de agua que me arrulla.
No sé si cerré los ojos para disfrutar o la calma me adormeció pero al despertarme y levantar la vista encontré dos ojos enormes, verdes y luminosos, que me miraban fijamente, no me sobresalté ni sentí miedo porque transmitían tranquilidad, solo estaba interesado en encontrar su cuerpo, calculé que los ojos estarían a vente metros del suelo, casi entre las copas de los árboles, pero no distinguía nada más. Solo dos ojos entre los árboles. No importa hacía donde me moviera y mirara, nuestras miradas siempre estaban enfrentadas.
De pronto, como si leyera mis pensamientos, me dijo:
-No te preocupes en buscar mi figura, yo trataré de explicarte-
-¿Pero cómo es que adivinaste mis intenciones? ¿Es que acaso puedes leer la mente?-
-Y que me dices de la gente que se preocupa y que lucha por un mundo mejor, tu discurso invita al escepticismo, no me gusta-
-Pues no me extraña que no te guste, y no pretendo que te guste, para los humanos la tolerancia convive con el gusto particular. Si alguien no piensa igual es un extraño, casi un enemigo. Las diferencias marcan la ley universal de la naturaleza, no se vive para lograr la uniformidad solo se sobrevive, y si tenemos que cambiar, cambiamos.
Lo seres humanos quisieran ser más naturales pero no pueden, sencillamente les resulta imposible, lo que ustedes llaman desarrollo está sustentado en unas necesidades y ambiciones creadas imposibles de lograr. Hay millones de árboles, millones de especies pero todos somos arboles, los humanos aun integrados pelean para mantener las diferencias, el lenguaje enmascara y engaña imposibilitando que las ideas sean hechos-
-Mira ojos, te pareces a un profeta que cree ser dios. Todos sabemos, y tu más que nadie, los estragos que hace la naturaleza cuando se descontrola-
-Ves al final terminas hablando y juzgando a partir de las leyes humanas. De qué control hablas, la naturaleza hace su trabajo de la manera que siempre lo hizo, si analizas los fenómenos naturales todos obedecen a una necesidad de causa y efecto sin la cual la vida en la tierra sería imposible. El control de algo natural no modificará su esencia, simplemente dará lugar a otro fenómeno natural que para los humanos suele ser peor que lo controlado-
-Carajo ojos, ¿sabes qué?, pienso que esta es una charla sin sentido, de que vale que te hable de la gente que sufre, de la que lucha, de la que cree que un mundo mejor es posible, es en vano, tú serás natural pero eres un fatalista que no aportas ninguna esperanza, no eres la tolerancia como dices, para mi eres la resignación-
-Sí, tienes razón, como tú lo planteas es verdad, para la cultura de los humanos la naturaleza y sus dictados hablan de un fatalismo evolucionista y una resignación de siglos para que ello se produzca.  En cambio vuestro movimiento esta propulsado por vuestras diferencias y llegan a la bomba atómica para dirimirlas, parece monstruoso, pero los Tsunami también nacen del movimiento que genera energías. La diferencia estriba en que en la naturaleza no hay una lucha, no hay ninguna intención de transcendencia o de sometimiento, no hay verdades ni mentiras, solo causas y efectos-
-Mierda ojos!!! Ya aburres con tanta causa y efecto, vaya descubrimiento el tuyo, te adelanto que por él no te darán el Pulitzer. Es sencillo de entender, nosotros tenemos raciocinio y la naturaleza carece de ella. Aun equivocados, violentos y depredadores somos los animales más poderosos del planeta-
-Ves, tú mismo respondes a los interrogantes, como ya te planteé anteriormente vuestra necesidad de trascendencia los enfrenta a todo. El ser humano es diferente, pues a ti tampoco te darán ningún premio, todos en el planeta somos diferentes, pero esa diferencia no los hace más inteligentes ni superiores como ustedes creen y pregonan, hay miles de cosas que los humanos aun no dominan ni saben cómo funcionan y la mayoría de sus descubrimientos los han copiado de la naturaleza y se siguen inspirando en ella. Ustedes pecan de soberbios, si se miraran desde afuera de vuestro ego verían que no son ni mejores ni peores, simplemente siguen los dictados de la evolución. No sé si serán los artífices de su propia destrucción, como aseguran algunos teóricos, pero si eso ocurriera sería un efecto imposible de evitar. El desarrollo de vuestro cerebro los lleva a crear y destruir,  y nada puede detener ese proceso, hacemos lo que nos dicta nuestro desarrollo, nuestra evolución, pasará lo que tenga que pasar y creo que no es un drama salvo que pensemos que podemos ser eternos-
-Mira ojos, conversar contigo no me resulto agradable, eres pesimista y negativo. Tus argumentos parecen extraídos de una arenga en un mitin de la derecha ultra conservadora. Tú pretendes que piense que las guerras, la maldad y la falta de escrúpulos no son un problema, que es igual lo que hagamos porque todo tendrá un fin que escapará a nuestros deseos y esperanzas. Pues no, seguiré teniendo fe en las utopías, seguiré luchando por los ideales que me permitan ser optimista. Quiero ser feliz. Sigo sin entender  por qué te has comunicado conmigo-
Fue terminar de decir la última palabra y me sentí flotar en lo alto, entre las copas de los árboles y a medida que abría mis ojos iba descendiendo.

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