CON HORROR
Cecilia despierta, bosteza, se enrolla en la sábana. Vuelve a abrir los ojos, mira el techo y se rasca un brazo. Piensa cómo será su día, para ella cada día es un desafío.
Mira los libros y así como los mira, deja de mirarlos.
Se levanta, se despereza, se mira en el espejo, se restriega los ojos; se aprueba. Se apoya en el placard y busca qué ponerse: se viste, se desviste, se prueba, se encima, se quita, se en-trepone. Se decide y está lista.
De pronto, con horror, vuelve a vérselas con el espejo. Un mal nacido grano ocupa toda la imagen: luchan, se fuerzan, se entrelazan, se presionan, se relajan, pero él gana.
Cecilia lo retoca, se pinta, se repinta, insiste, se esfuerza; él sigue allí pero ya no le importa. Lo acepta y se sonríe. Perdió tiempo, desayuna a las corridas, pesca al vuelo su mochila y allí va… a torear a los de 5to. año!
Cecilia despierta, bosteza, se enrolla en la sábana. Vuelve a abrir los ojos, mira el techo y se rasca un brazo. Piensa cómo será su día, para ella cada día es un desafío.
Mira los libros y así como los mira, deja de mirarlos.
Se levanta, se despereza, se mira en el espejo, se restriega los ojos; se aprueba. Se apoya en el placard y busca qué ponerse: se viste, se desviste, se prueba, se encima, se quita, se en-trepone. Se decide y está lista.
De pronto, con horror, vuelve a vérselas con el espejo. Un mal nacido grano ocupa toda la imagen: luchan, se fuerzan, se entrelazan, se presionan, se relajan, pero él gana.
Cecilia lo retoca, se pinta, se repinta, insiste, se esfuerza; él sigue allí pero ya no le importa. Lo acepta y se sonríe. Perdió tiempo, desayuna a las corridas, pesca al vuelo su mochila y allí va… a torear a los de 5to. año!
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