ENCIENDE UN CIGARRILLO Y OTRO MÁS...
El día comenzaba a clarear. María se despierta a la misma hora desde hace siete años. Sin pensarlo tira el reloj de la mesa de luz. Camina hacia la cocina y decide no preparar el desayuno esa mañana. Enciende un cigarrillo, algo no habitual en ella, y camina haciendo círculos por el living. Entre bocanada y bocanada se toma la cabeza con su mano derecha, piensa… y se muerde su labio inferior. Al pasar frente a la mesa ratona ve la foto de sus últimas vacaciones, la observa y se detiene en su no sonrisa, la da vuelta, no quiere verla. Se sienta en el borde del sillón del rincón, coloca los codos sobre sus rodillas y toma su cara con ambas manos, con un movimiento casi eléctrico, comienza a tirar los almohadones hacia la puerta, uno tras otro. Las lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas. Se para, camina hacia el dormitorio, se viste, mira la cama que no está vacía, se saca el anillo de su dedo anular y, al volver a la cocina, lo tira a la basura. Mira el desayunador, su llavero está en el lugar de siempre, pero sigue su camino, ya no las necesita, abre la puerta, y sin mirar atrás, la cierra para nunca más abrirla.
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