jueves, 10 de enero de 2008

MARIA CRISTINA FERVIER



EN SOLEDAD

En la apacible tarde de estío
paseando, ya en mi terruño,
en medio del maduro trigal
o, como hoy, ascendiendo
la agreste montaña buscando un Pucará,
bienvenida sea tu compañía, soledad,
que me haces gozar de indescriptible paz
en un instante de plenitud total.
Desprovista de todo recuerdo,
olvidada de las penas que me aquejan,
sólo la tarde y yo contamos.
Ante tanta inmensidad, extasiada,
pronuncio una acción de gracias.
En la soledad encuentro mi ser
que me abre las puertas a todo querer.
Soledad que me concedes este solaz
de encontrarme y en el encuentro
........................ hallar a los demás.
La tarde declina y, en la despedida,
.......................... sólo quedamos:
el viento silbando que se va alejando,
............................tú y yo, soledad
y este regalo de inefable paz.

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