LAS BRUJERÍAS DE PETUNIA
Todo comenzó cinco años atrás, cuando Ramón se fue de casa. Como a toda mujer divorciada, me costó aceptar mi nuevo estado de soltería… pero confieso que sentí un cierto alivio y pensé: ¡al fin me lo saqué de encima !
Pero pasado sólo un año del divorcio Raquel, nuestra amiga en común me contó que el muy santulón conoció a una mujer ¡16 años más joven que yo ! ¡Y dicen que la muy fresca es muy linda ! ¡Qué va !, ¡algo tengo que hacer!
Acudí a mi querida bruja de siempre, Miranda, y ella me aseguró que solucionaría semejante injusticia: ¡sólo tenía un único deseo: que Ramón sufriera hasta el resto de sus días !
Confieso que tuve que vender algunas alhajas para pagar el "trabajo" de Miranda, pero nada me resultaba caro para cumplir mi objetivo. Me encomendó seriamente que le trajera nada menos que caca de chivo, así fue que con mi vieja amiga Irma emprendimos la búsqueda.
El chivo en cuestión lo encontramos en un campo de Mercedes, pero mientras esperamos una tarde que "el constipado" defecara, una intensa tormenta con granizo inundó todo el campo y cuando el chivo hizo lo suyo ¡el viento arrastró la caca a mi cara! ¡Cualquier cosa con tal de cumplir mi objetivo! Cuando nos dirigíamos a iniciar nuestro regreso me resbalé y me fracturé el fémur… estuve dos meses enyesada pero lo que era más importante, conseguí la caca. Finalmente el "trabajo" se hizo y una sensación de paz por la merecida venganza me dio felicidad al esperar la ruina de Ramón y su amada.
Cuando me recuperé de la caída fui a visitar a Raquel quien, mientras me servía una caliente taza de té, me dio la noticia que había visto a los muy cretinos y que no sólo se los veía muy felices sino que también estaban preparando un prolongado viaje a Europa. No pude contener mi ira, tiré la taza al piso y me fui indignada de la casa de Raquel a ver a Miranda.
Cuando estaba con ella me enceguecí y me puse temblorosa y no admitía excusas, sólo quería resultados para hundir a Ramón y a su querida.
Miranda me tranquilizó y me dijo que redoblaría sus fuerzas y que al regreso de su viaje los tortolitos tendrían su merecido. ¡Esta vez debía conseguir como fuera pis de mona! Miranda me alentó y me aseguró que esto me daría excelentes resultados.
Luego de convencer nuevamente a Irma para que me acompañara esta vez a la selva misionera. Cuando llegamos, contratamos una visita guiada a unos de sus parques naturales y ella me estaba esperando, me miró fijo y sólo faltó que me hablara: era la mona que tanto buscaba… nos bajamos del jeep con la excusa que queríamos fotografiar a la mona. Era mi salvadora y no podía dejarla escapar… bajo un sol terriblemente intenso, esperamos dos horas y al fin la mona orinó… pero luego sucedió lo inesperado: una epidemia de mosquitos y jejenes azotó el lugar y mi amiga y yo tuvimos que retrasar nuestro regreso a Buenos Aires: estuvimos dos días con analgésicos e inyecciones de antinflamatorios… ¡pero habíamos conseguido el orín y con él Irma lograría que la parejita se hundiera para siempre!
Después de 15 días, como era su costumbre, Raquel me invitó a su casa, nunca habíamos sido muy amigas y pensé que algo tendría para decirme. Me fui con mi mejor vestido, realmente estaba reluciente… sólo esperaba el momento en que Raquel me pusiera al tanto de la "suerte" de mi ex esposo y su enamorada. Pero ante mi sorpresa me mostró una foto de casamiento: ¡el de Ramón y su descarada novia!
No pude resistirlo, empecé a gritar y a tirarme de los pelos, rasgué mi vestido recién comprado para la ocasión y sentí que el odio me ahogaba. Pude percibir cierta alegría en el rostro de Raquel, quien me dio dos tranquilizantes y dormí dos días enteros.
Al despertarme, llamé a Miranda y entre insultos, reproches y disculpas logró convencerme con una tercera propuesta, advirtiéndome que el costo sería un tanto alto pero que su efecto seguro.
Fuera de mis cabales, decidí hipotecar el departamento ¡tenía que pagarle a la bruja para que Ramón y su esposa tuvieran su merecido!
Esta vez fue más sencillo, sólo me pidió una foto de ellos. Todavía conservaba alguna de Ramón pero me faltaba la de ella. No podía pedírsela a Raquel porque se enterarían en qué andaba. Así que con cámara fotográfica en mano, la esperé que saliera de su casa, decidí seguirla con mi auto a la única causante de todos mis males. Mientras manejaba sólo tenía una obsesión: lograr sacarle una foto, fue así cuando de su casa, decidí seguirla con mi auto a la única causante de todos mis males. Mientras manejaba sólo tenía una obsesión: lograr sacarle una foto, fue así cuando sorpresivamente un auto se cruzó en una esquina e inevitablemente chocamos, y como resultado, destrocé la parte delantera del mío… tuve suerte de no matarme… pero había triunfado: ¡tenía la foto! Sin embargo la vida me tenía otra sorpresa ¡el rollo estaba velado!
Cansada y furiosa esa tarde volví a casa: ya nada me sorprendía cuando encontré debajo de la puerta una intimación para pagar la hipoteca, me habían cortado la luz y la línea telefónica y no tenía ni una fruta en la heladera. Me tranquilicé y pensé que nada me vencería y mientras pensaba esto, me golpearon la puerta. Era Miranda que aseguraba haber tenido la gran videncia de su vida y en su visión verificó que los tortolitos visitaban a una bruja y me advirtió que me cuidara la muy idiota.
Esa noche me acosté casi vencida en mis fuerzas, pero pensé que algo se me ocurriría y me dije "Petunia no puedes darte por vencida". Sin embargo algo sucedería que acabaría finalmente con mis planes: Al día siguiente llegó una notificación en la que Ramón me denunciaba por ser víctima del delito de "brujería" con la consiguiente condena a prisión y /o sanción económica. Pero recibí además un sobre cerrado de color rosa con una estampa de la Virgen Milagrosa y con una nota en la que con una letra clara y prolija su nueva esposa me decía "¡Que Dios te bendiga!". Después de todo empezaba a caerme simpática…
Todo comenzó cinco años atrás, cuando Ramón se fue de casa. Como a toda mujer divorciada, me costó aceptar mi nuevo estado de soltería… pero confieso que sentí un cierto alivio y pensé: ¡al fin me lo saqué de encima !
Pero pasado sólo un año del divorcio Raquel, nuestra amiga en común me contó que el muy santulón conoció a una mujer ¡16 años más joven que yo ! ¡Y dicen que la muy fresca es muy linda ! ¡Qué va !, ¡algo tengo que hacer!
Acudí a mi querida bruja de siempre, Miranda, y ella me aseguró que solucionaría semejante injusticia: ¡sólo tenía un único deseo: que Ramón sufriera hasta el resto de sus días !
Confieso que tuve que vender algunas alhajas para pagar el "trabajo" de Miranda, pero nada me resultaba caro para cumplir mi objetivo. Me encomendó seriamente que le trajera nada menos que caca de chivo, así fue que con mi vieja amiga Irma emprendimos la búsqueda.
El chivo en cuestión lo encontramos en un campo de Mercedes, pero mientras esperamos una tarde que "el constipado" defecara, una intensa tormenta con granizo inundó todo el campo y cuando el chivo hizo lo suyo ¡el viento arrastró la caca a mi cara! ¡Cualquier cosa con tal de cumplir mi objetivo! Cuando nos dirigíamos a iniciar nuestro regreso me resbalé y me fracturé el fémur… estuve dos meses enyesada pero lo que era más importante, conseguí la caca. Finalmente el "trabajo" se hizo y una sensación de paz por la merecida venganza me dio felicidad al esperar la ruina de Ramón y su amada.
Cuando me recuperé de la caída fui a visitar a Raquel quien, mientras me servía una caliente taza de té, me dio la noticia que había visto a los muy cretinos y que no sólo se los veía muy felices sino que también estaban preparando un prolongado viaje a Europa. No pude contener mi ira, tiré la taza al piso y me fui indignada de la casa de Raquel a ver a Miranda.
Cuando estaba con ella me enceguecí y me puse temblorosa y no admitía excusas, sólo quería resultados para hundir a Ramón y a su querida.
Miranda me tranquilizó y me dijo que redoblaría sus fuerzas y que al regreso de su viaje los tortolitos tendrían su merecido. ¡Esta vez debía conseguir como fuera pis de mona! Miranda me alentó y me aseguró que esto me daría excelentes resultados.
Luego de convencer nuevamente a Irma para que me acompañara esta vez a la selva misionera. Cuando llegamos, contratamos una visita guiada a unos de sus parques naturales y ella me estaba esperando, me miró fijo y sólo faltó que me hablara: era la mona que tanto buscaba… nos bajamos del jeep con la excusa que queríamos fotografiar a la mona. Era mi salvadora y no podía dejarla escapar… bajo un sol terriblemente intenso, esperamos dos horas y al fin la mona orinó… pero luego sucedió lo inesperado: una epidemia de mosquitos y jejenes azotó el lugar y mi amiga y yo tuvimos que retrasar nuestro regreso a Buenos Aires: estuvimos dos días con analgésicos e inyecciones de antinflamatorios… ¡pero habíamos conseguido el orín y con él Irma lograría que la parejita se hundiera para siempre!
Después de 15 días, como era su costumbre, Raquel me invitó a su casa, nunca habíamos sido muy amigas y pensé que algo tendría para decirme. Me fui con mi mejor vestido, realmente estaba reluciente… sólo esperaba el momento en que Raquel me pusiera al tanto de la "suerte" de mi ex esposo y su enamorada. Pero ante mi sorpresa me mostró una foto de casamiento: ¡el de Ramón y su descarada novia!
No pude resistirlo, empecé a gritar y a tirarme de los pelos, rasgué mi vestido recién comprado para la ocasión y sentí que el odio me ahogaba. Pude percibir cierta alegría en el rostro de Raquel, quien me dio dos tranquilizantes y dormí dos días enteros.
Al despertarme, llamé a Miranda y entre insultos, reproches y disculpas logró convencerme con una tercera propuesta, advirtiéndome que el costo sería un tanto alto pero que su efecto seguro.
Fuera de mis cabales, decidí hipotecar el departamento ¡tenía que pagarle a la bruja para que Ramón y su esposa tuvieran su merecido!
Esta vez fue más sencillo, sólo me pidió una foto de ellos. Todavía conservaba alguna de Ramón pero me faltaba la de ella. No podía pedírsela a Raquel porque se enterarían en qué andaba. Así que con cámara fotográfica en mano, la esperé que saliera de su casa, decidí seguirla con mi auto a la única causante de todos mis males. Mientras manejaba sólo tenía una obsesión: lograr sacarle una foto, fue así cuando de su casa, decidí seguirla con mi auto a la única causante de todos mis males. Mientras manejaba sólo tenía una obsesión: lograr sacarle una foto, fue así cuando sorpresivamente un auto se cruzó en una esquina e inevitablemente chocamos, y como resultado, destrocé la parte delantera del mío… tuve suerte de no matarme… pero había triunfado: ¡tenía la foto! Sin embargo la vida me tenía otra sorpresa ¡el rollo estaba velado!
Cansada y furiosa esa tarde volví a casa: ya nada me sorprendía cuando encontré debajo de la puerta una intimación para pagar la hipoteca, me habían cortado la luz y la línea telefónica y no tenía ni una fruta en la heladera. Me tranquilicé y pensé que nada me vencería y mientras pensaba esto, me golpearon la puerta. Era Miranda que aseguraba haber tenido la gran videncia de su vida y en su visión verificó que los tortolitos visitaban a una bruja y me advirtió que me cuidara la muy idiota.
Esa noche me acosté casi vencida en mis fuerzas, pero pensé que algo se me ocurriría y me dije "Petunia no puedes darte por vencida". Sin embargo algo sucedería que acabaría finalmente con mis planes: Al día siguiente llegó una notificación en la que Ramón me denunciaba por ser víctima del delito de "brujería" con la consiguiente condena a prisión y /o sanción económica. Pero recibí además un sobre cerrado de color rosa con una estampa de la Virgen Milagrosa y con una nota en la que con una letra clara y prolija su nueva esposa me decía "¡Que Dios te bendiga!". Después de todo empezaba a caerme simpática…
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