miércoles, 20 de febrero de 2019

Jenara García Martín



La escena final 
Jenara García Martín

Evelin,  era una actriz que ya había pasado la raya de los treinta años, y que en una etapa de su juventud tuvo fortuna y éxito. Debido al alcohol su carrera fue al fracaso. Ahora su vida como actriz, era el  de una mujer acabada, despreciada en el ambiente artístico de París, donde había triunfado. Para sobrevivir,  agotada su fortuna, decide regresar a España e instalarse en Madrid, lugar de su nacimiento donde había iniciado su carrera de actriz, ascendente desde sus comienzos, por lo cual su éxito la llevó hasta París, como primera figura de la  Compañía de teatro  en la que actuaba.
Volvía cargada de un pasado de buenos recuerdos, pero olvidada rn el presente. Los contactos con el ambiente ya no existían, salvo el de una verdadera amiga con la que compartía cartelera en sus etapas de triunfos y quien la esperaba con el afecto que siempre se tuvieron y con intención de ayudarla, pero con una promesa: debía dejar el alcohol. Y fue promesa cumplida. Empezaba una nueva etapa en su fracasada vida. A través de su amiga, regresa a los escenarios interpretando papeles secundarios, acordes con su edad, en obras teatrales no de primer nivel, e iba superando en sus actuaciones y ascendiendo en el reemplazo de los papeles, que a veces, eran sin diálogo. Interiormente se sentía humillada, pero lo importante era que podía sobrevivir, cubriendo ya  sus mínimas necesidades, sin tener que depender de su amiga.
-Ya ni me conocen - comentaba a su amiga -, mas lo  considero positivo.
-Tienes razón y una gran idea que tu nombre artístico, ahora, sea Adelina. El auténtico ya  ni lo recuerdan.
Pero lo que desconocía era que un ex-compañero de escena, de cuando actuaba en Madrid, antes de viajar a París y que era un gran admirador suyo, no había dejado de seguir sus pasos y ahora la reconoció y comenzó a preocuparse  por ella.
Así fue como un día llevó una sorpresa impensable. La llamaron para un ensayo de lectura de un papel de acuerdo con su edad, desde una compañía destacada en cartelera. Al tratarlo con su  amiga, que conocía el teatro y la obra que representaban, la aconsejó que fuera a la entrevista. Ambas sentían  que podría  estar abriéndose alguna  de las puertas cerradas por su fracaso y a las que no había llamado. Se presentó a la cita en el lugar y a la hora fijada. La ofrecieron hacer un doblaje por una representación, que aceptó, y la prueba era leer el guión, que empezó a hacerlo con dificultad. Su estado de nervios la traicionaron y la hizo dudar en la inflexión de la voz quedándose paralizada.  Hizo una leve pausa  e imaginándose la platea del teatro aplaudiendo, reaccionó y retomó la lectura, llegando hasta el final.
Cuando terminó, el director pidió que repitiera la última escena, pues no estaba conforme con ese ensayo, en el cual Adelina tenía el monólogo más importante de su insignificante papel. Y el esfuerzo por superar la falla del ensayo anterior, la dio el aliento que necesitaba,  pues el director la citó para repetirlo al día siguiente.
Y fue la sorpresa más agradable que podía recibir. La aceptaron y firmó su primer nuevo contrato como actriz, (papeles de reemplazos) pero si la obra tenía éxito podía ser contratada para toda la temporada y si su actuación seguía como en el último ensayo, hasta podría tener papeles de mejor nivel.
Se sintió feliz y agradeció al director la oportunidad de poder seguir en la compañía, prometiéndole esforzarse  y responder a las necesidades artísticas.
Se esforzó al máximo y se sentía segura en las tablas, pero necesitaba un cambio en su ropero privado. Su equipo de ropa no era lo más aceptable para asistir a  ese teatro  y pensó en un prendedor que guardaba de sus épocas de éxito que había sido un regalo muy especial y no se había desprendido de él, a pesar de sus necesidades.
 Ahora no tenía otra alternativa. Lo llevó a un  joyero que compraba este tipo de objetos y pudo conseguir su venta por un valor menor a lo que se suponía podía estar tasado. En esta situación, no importaba. Con ese importe  adquirió algunas prendas que resaltaban algo su presencia. Y recurriendo a su amiga consiguió completar el atuendo adecuado acorde al nuevo nivel teatral.
Así comenzó su  oportunidad de demostrar sus cualidades de actriz,con papeles protagónicos, y disfrutar de los aplausos que  provocan la felicidad de los actores al final de la representación de una Obra. En esa compañía se encontró con algunos compañeros y compañeras de antaño y entre ellos estaba el admirador desconocido quien también formaba parte  del  elenco.  Por el momento fue un secreto su recomendación, entre él  y el Director.
El esperado día del estreno llegó y su actuación fue impecable. Firmaron el contrato para la temporada y  su nombre ya figuraba en los afiches con la publicidad de la Obra.
Pero como nunca la felicidad es completa, apareció entre los actores, el hombre por el cual se había vuelto alcohólica, cuyos motivos habían sido el resultado de la infidelidad de él y  al reconocerla, volvió a acercarse. A pesar del dolor que la causó aquel engaño, por un instante se abandonó aceptando sus disculpas y un principio de reconciliación con nuevas promesas como actriz.  Fue el impulso de volver a ser amada y ofrecerla un lugar importante, a su lado,  en su propia compañía. Más al relatar a su amiga este encuentro, la aseguró que estaba interpretando su papel de actor. Que ella tenía  conocimiento seguía con la misma fama de mujeriego y en la actualidad se sabía mantenía relaciones sentimentales con la primera figura de la Obra que tenían en cartel.  Adelina reflexionó ante el comentario de su amiga y juró no volver a jugar una carta a ciegas. En la nueva cita fue decidida  a romper definitivamente con él. El se creía que la batalla la tenía ganada, mas frente a esa nueva Adelina,  tuvo que dejar de actuar y habló como el auténtico conquistador,  mas  las palabras de ella fueron claras y terminantes.         
- Aquellos años juntos quedaron en el pasado y los borré hasta del diario de mi carrera. Ahora  soy yo, una nueva Evelin, que quiere verte lejos y nunca más te acerques a mí. Ese capítulo de mi vida está cerrado.  Adiós Clip, si es que  ése, sigue siendo tu nombre.
Esa despedida fue definitiva. Nunca más se reencontraron. Un mes después la compañía  en la que ya actuaba con el nombre de Evelin, debutaba en París,  y el principal actor era el admirador desconocido, con quien compartía una escena al final de la obra.
“( Ella representaba a una campesina, una mujer que lleva dentro de sí misma una sabiduría y una fuerza moral  capaz de vencer hasta la tentación más atrayente. Con dulzura, amistad, con profunda ternura tiene que decir  adiós a Francisco.  A esas palabras no había respuesta,  sólo dolor, y después  de una pausa, él se dirige hacia una puerta  de la escenografía por la que debe retirarse. Tiene la cara contraída).
(Ella  lo detiene  y le dice): Has intentado abrazarme y besarme …Quiero que entiendas que esto no te da esperanzas. 
- Entendido. ( Y sale cerrando la puerta suavemente).
(Cuando se queda sola debe  permanecer  por unos instantes  como atónita, perdida y con la mirada fija en esa puerta que acababa de cerrarse.  Es el momento de la ESCENA FINAL. De  una despedida obligada. Una campesina no podía esperar un futuro junto al Señorito de la Capital, aunque sus intenciones eran honestas. Ese final de la obra hacía brotar lágrimas en el público.)  .
Y también calurosos  aplausos y volvió Francisco al escenario para saludar. Tomados de la mano, compartieron los aplausos con toda la compañía y el Director. La representación había sido un éxito.  Al día siguiente leyeron la crítica en la prensa, destacando la calidad de la obra y el profesionalismo actoral, con una dedicatoria especial al Director.
Ya tenían asegurada la temporada en París y Adelina volvía a ser Evelin, sin importar la etapa de su pasado.
Cuando Francisco caminó hacia la puerta retirándose del escenario, Evelin, había reconocido al  admirador anónimo que sus compañeras la comentaban que existía. Era en sus épocas de triunfo,  antes de  trasladarse a París. Ahora había recordado su  voz, sus pasos… Durante el saludo al público, disfrutando de los aplausos, los envolvía una atmósfera real. No eran los intérpretes del final de la obra. Al cerrarse  el telón,  pasado el momento de las felicitaciones del Director y Productor de la compañía, compañeros, técnicos,  etc. …Elos se dieron el abrazo y el beso que se negaron en la “ escena final”.
 Ese final, era el comienzo de un futuro juntos (…)
                                      

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