sábado, 24 de febrero de 2018

María A. Escobar


A veces up, a veces down  
María A. Escobar


Ella pensaba que el mundo los ponía unas veces culo para arriba y otras culo para abajo,  En el primer caso había como una explosión de todas las cosas: las plantas florecían, los pájaros alborotaban, el aire tenía una dulzura hecha de miles de perfumes. Ella bebía toda esa energía. Ella era toda esa energía. Sentía deseos de hacer el amor, pero no con él, no con él . Pero había que poner toda esa pulsión en otras cosas, como abrir ventanas, cambiar las cortinas, poner los muebles de otra manera. Y suspiraba, con el pecho henchido, suspiraba. Surgían nuevas macetas con flores que morirían en el verano, pero no importaba, habría otras. Y si bien ella ya no era joven, se sentía un poco menos vieja, cambiaba el peinado o se compraba una blusa nueva. 
Pero cuando el mundo estaba culo para abajo, ella se apoltronaba cerca de la estufa y tejía. Tejía cosas que nadie usaba, ni siquiera  ella. Se usaban los buzos de algodón. Eso era lo que sus hijos usaban: buzos con inscripciones en inglés, ellos que malentendían el castellano, que no leían ni escribían, porqué sumarles ésta confusión, un idioma ajeno. Qué poca cabeza, Dios. Qué poca cabeza. Tejer la ayudaba a pensar éstas y otras cosas. Y luego, qué pronto oscurecía y el frío cada vez más intenso. Casi se sentaba sobre la estufa. Las ocho, mi Dios y ella con ese punto nuevo que no le salía. Llegaría el marido.
Entonces llegaría el marido. Qué hay para comer? Te parece una tortilla, en un segundo te la hago. Ella tan solo una sopa con cubitos. Los chicos comerían en algún Mc Donalds y así estaban. Y Así estaban las cosas cuando el mundo estaba culo para abajo.





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