Navidad Carlos Margiotta
Entonces
la navidad era como un cuento fantástico cuyo protagonista era un niño. Hablaba
acerca de un nacimiento en un pesebre en Belén donde arribaban Tres Reyes de
Oriente con sus ofrendas, persiguiendo una estrella a través del desierto. El
niño era hijo Dios, nacido de una madre virgen llamada María y de un carpintero
llamado José. Dios que había elegido ese modesto lugar entre los humildes, en
un remota colonia del Imperio Romano.
La
navidad es el nacimiento, la esperanza, la buenaventura, la alegría, es el
triunfo del bien sobre el mal, es un mensaje de amor revolucionario.
Hoy
no es un principio y un fin, sino la continuidad en el poder de otros dioses:
los del mercado, los del individualismo, los de la imagen, los del miedo.
Los
nuevos dioses nos han enseñado que es más importante el tener que el ser, que
el yo está por sobre el nosotros, que el amor es fugaz, y en medio de una crisis
neoliberal a puro ajuste nos dicen que hay que salvar a los ricos.
Ya
no creo en los cuentos de hadas, pero la Navidad seguirá siendo aquél recuerdo,
junto a los humildes, el de los sueños, el de la lucha por un mundo mejor, el
de la fe en el ser humano. Por eso mi deseo para todos en el año que comienza
es de tener trabajo, una mejor educación, una buena salud pública, y justicia
equitativa para todos.
Quizá
parezca mucho pedir, pero igual seguiré apoyando mi dedo índice sobre la
vidriera de la juguetería, señalándole a mamá el regalo que quiero. ¿Por que no
?
1 comentario:
Hermosa reflexión Carlos. Lo comparto
¡Feliz Navidad!
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