UN SUEÑO QUE QUIERE SER REALIDAD
Había nacido una noche en que la luna estaba tan redonda y brillante como moneda de plata, lo llamaron Licanqueo. No fue casual. El jefe de la tribu quiso que su nombre sea tan limpio como las piedrecillas blancas que bañan las cascadas y que supiese desatar los hilos de nubes para que siempre brille el sol.
Sería vida y sueño. Había llegado impregnado con mandatos profundos, que debía cumplir aunque viniesen fuegos alborotados. Escucharía todas las voces, los ecos, las acciones. Andaría como antorcha prendida por todos los caminos, los valles, las sierras y los llanos. Nadie advertiría su presencia.
Así, Licanqueo fue creciendo con ese mandato habitado en él, como guirnalda.
Sabía que había una comunión de sangre en el escenario que recorrería y entonces podría vivir una existencia sin fugas, no serían ignotos los surcos que vendrían, y un oleajes de estrellas serían sus guardianes.
Pero entonces, no había imaginado ver a hermanos enfrentados. Hablaban de Patria, pero de ella se olvidaban y dividían al suelo, en el interior y el puerto.
Y vio batallas y trampas.
Quiso Licanqueo , no ver sangres maniatadas ,ni palomas sollozando .Seguía como eterna antorcha dispersándose como lenta lava y esperanzado buscaba símbolos de paz.
Y veía golpeando en el suelo a la falsa armonía por organizar el Estado y notaba que rodaba una bola aristocrática aplastando a los demás.
Se elevaban murallas entre el gaucho y la "civilización" y sacaban a los indios para enviarlos a la " frontera". Todo un claustro de clarines retumbando. Historias de noches agobiantes, de escondites al filo de los tejados, de gargantas ahogadas en sus llantos y quiebres de alas arrojadas en el mar.
Licanqueo continuaba viviendo en la tibia lluvia de sus sueños, estremecido por las hirientes decisiones de mandones.
Discurría en el agua azul de sus anhelos, por ver cadenas de manos que se unen, ver arroyos de encuentros hermanados. A veces se volvía viento recorriendo de norte a sur a este suelo y el paisaje lo alentaba. Exceptuando a algunos pueblos, los demás sólo cultivaban rosas de hiriente acero.
Le parecía ver un juego siniestro tirando la taba "cargada" en cada acto electoral. No quería la palabra "fraude", pero retumbaba en sus oídos como collar de cascabeles. Despreciaba la palabra " represión" que tenía el sabor de los venenos mortales. Intentó sepultar todos hechos que dejaban a la libertad en una guarida oscura.
Los juegos sangrantes seguían, pero Licanqueo creaba huracanes de sueños. Entonces, cuando el mes de mayo llegaba, sostuvo fuertemente, las doscientas columnas doradas, creadas con el sol de la bandera, y lanzó un grito con sonidos celestes y blancos ,llamando a todos a la unidad.
Sería vida y sueño. Había llegado impregnado con mandatos profundos, que debía cumplir aunque viniesen fuegos alborotados. Escucharía todas las voces, los ecos, las acciones. Andaría como antorcha prendida por todos los caminos, los valles, las sierras y los llanos. Nadie advertiría su presencia.
Así, Licanqueo fue creciendo con ese mandato habitado en él, como guirnalda.
Sabía que había una comunión de sangre en el escenario que recorrería y entonces podría vivir una existencia sin fugas, no serían ignotos los surcos que vendrían, y un oleajes de estrellas serían sus guardianes.
Pero entonces, no había imaginado ver a hermanos enfrentados. Hablaban de Patria, pero de ella se olvidaban y dividían al suelo, en el interior y el puerto.
Y vio batallas y trampas.
Quiso Licanqueo , no ver sangres maniatadas ,ni palomas sollozando .Seguía como eterna antorcha dispersándose como lenta lava y esperanzado buscaba símbolos de paz.
Y veía golpeando en el suelo a la falsa armonía por organizar el Estado y notaba que rodaba una bola aristocrática aplastando a los demás.
Se elevaban murallas entre el gaucho y la "civilización" y sacaban a los indios para enviarlos a la " frontera". Todo un claustro de clarines retumbando. Historias de noches agobiantes, de escondites al filo de los tejados, de gargantas ahogadas en sus llantos y quiebres de alas arrojadas en el mar.
Licanqueo continuaba viviendo en la tibia lluvia de sus sueños, estremecido por las hirientes decisiones de mandones.
Discurría en el agua azul de sus anhelos, por ver cadenas de manos que se unen, ver arroyos de encuentros hermanados. A veces se volvía viento recorriendo de norte a sur a este suelo y el paisaje lo alentaba. Exceptuando a algunos pueblos, los demás sólo cultivaban rosas de hiriente acero.
Le parecía ver un juego siniestro tirando la taba "cargada" en cada acto electoral. No quería la palabra "fraude", pero retumbaba en sus oídos como collar de cascabeles. Despreciaba la palabra " represión" que tenía el sabor de los venenos mortales. Intentó sepultar todos hechos que dejaban a la libertad en una guarida oscura.
Los juegos sangrantes seguían, pero Licanqueo creaba huracanes de sueños. Entonces, cuando el mes de mayo llegaba, sostuvo fuertemente, las doscientas columnas doradas, creadas con el sol de la bandera, y lanzó un grito con sonidos celestes y blancos ,llamando a todos a la unidad.
-Santa Fe-
1 comentario:
Quisiera saber como logras entrecruzar palabras para lograr tan maravilloso relato.
Un abrazo
María Rosa
Publicar un comentario