ME PUDISTE
A último momento y aprovechando el fin de semana largo prepararon unas pocas cosas en sus bolsos y se fueron.
El mar fue el lugar elegido. Con dos reposeras y canasta playera en mano, caminaron esas tres cuadras que separaba al Petit Hotel de la exclusiva playa.
¿Preparo unos mates? dijo Mara.
Dale. dijo Román.
¡No traje nada para comer! ¡Qué cabeza la mía!, rezongó ella.
Pero voy a comprar algo si querés, se adelantó a decir.
¡No! Esta bien ¡Vemos! Si más tarde me da hambre si, exclamó él.
Es un día precioso. No hay nubes. Tendremos que ponernos mucho protector solar, acotó la muchacha.
Si, ya lo creo, respondió sonriendo Román.
Corría una leve brisa que no dejaba transpirar los cuerpos. Ya habían tomado casi todo el termo de mate y el tema de conversación se hacía desear.
¿Estás bien? ¿La extrañás?, rompió el silencio ella.
¡No quiero hablar del tema! Prefiero olvidar, pensar en otra cosa y ver si soporto su ausencia, contestó él.
Ok. ¡Como digas! Sólo quiero que sepas que contás conmigo incondicionalmente. Quiero ayudarte. ¡ Tal vez si lo hablás...!
¿Nos damos un chapuzón? la invitó Román.
El agua estaba cálida, transparente y pocas olas, daba la impresión de mar tranquilo. Nadaron un buen rato. Sólo conversaban del buen día y del despoblado lugar.
¡Dejarla siempre me resultó difícil!, exclamó de repente él. Me viene a la mente una situación parecida a esta que tuve que atravesar cuando tenía dieciséis años. Por ese entonces vivía mi mamá quien fue de mucha ayuda para mi. Hoy después de catorce años vuelvo a enfrentarme con el mismo dilema.
¡Es por tu bien!, sólo eso pudo expresar Mara.
Mirá... ese viejo y usado dicho: "Porque te quiero (o me quiero, en mi caso) te dejo en libertad"... es lo que estoy viviendo ahora.
Sí, me imagino que sí...
O como aquel dicho: "Mejor solo que mal acompañado". ¡Pensalo!
¡Puede ser! ¿Pero cómo dejarla?
Es muy reciente, lo sé, pero yo estoy y estaré siempre a tu lado cuando te lleguen esos síntomas de abstinencia. Además hay profesionales que te puede ayudar a salir de esto.
Lo sé. Ojalá pueda sacarla pronto de mi cabeza y ser yo nuevamente, la consoló él.
El tiempo se tornó gris. Abrazados emprendieron la marcha de regreso al hotel. Esas fueron las últimas palabras que Mara recuerda de esa conversación. Pasó un mes. En los avisos fúnebres del diario leyó: "Fuiste muy valiente en intentarlo. Q.E.P.D Román Gutierrez".
El mar fue el lugar elegido. Con dos reposeras y canasta playera en mano, caminaron esas tres cuadras que separaba al Petit Hotel de la exclusiva playa.
¿Preparo unos mates? dijo Mara.
Dale. dijo Román.
¡No traje nada para comer! ¡Qué cabeza la mía!, rezongó ella.
Pero voy a comprar algo si querés, se adelantó a decir.
¡No! Esta bien ¡Vemos! Si más tarde me da hambre si, exclamó él.
Es un día precioso. No hay nubes. Tendremos que ponernos mucho protector solar, acotó la muchacha.
Si, ya lo creo, respondió sonriendo Román.
Corría una leve brisa que no dejaba transpirar los cuerpos. Ya habían tomado casi todo el termo de mate y el tema de conversación se hacía desear.
¿Estás bien? ¿La extrañás?, rompió el silencio ella.
¡No quiero hablar del tema! Prefiero olvidar, pensar en otra cosa y ver si soporto su ausencia, contestó él.
Ok. ¡Como digas! Sólo quiero que sepas que contás conmigo incondicionalmente. Quiero ayudarte. ¡ Tal vez si lo hablás...!
¿Nos damos un chapuzón? la invitó Román.
El agua estaba cálida, transparente y pocas olas, daba la impresión de mar tranquilo. Nadaron un buen rato. Sólo conversaban del buen día y del despoblado lugar.
¡Dejarla siempre me resultó difícil!, exclamó de repente él. Me viene a la mente una situación parecida a esta que tuve que atravesar cuando tenía dieciséis años. Por ese entonces vivía mi mamá quien fue de mucha ayuda para mi. Hoy después de catorce años vuelvo a enfrentarme con el mismo dilema.
¡Es por tu bien!, sólo eso pudo expresar Mara.
Mirá... ese viejo y usado dicho: "Porque te quiero (o me quiero, en mi caso) te dejo en libertad"... es lo que estoy viviendo ahora.
Sí, me imagino que sí...
O como aquel dicho: "Mejor solo que mal acompañado". ¡Pensalo!
¡Puede ser! ¿Pero cómo dejarla?
Es muy reciente, lo sé, pero yo estoy y estaré siempre a tu lado cuando te lleguen esos síntomas de abstinencia. Además hay profesionales que te puede ayudar a salir de esto.
Lo sé. Ojalá pueda sacarla pronto de mi cabeza y ser yo nuevamente, la consoló él.
El tiempo se tornó gris. Abrazados emprendieron la marcha de regreso al hotel. Esas fueron las últimas palabras que Mara recuerda de esa conversación. Pasó un mes. En los avisos fúnebres del diario leyó: "Fuiste muy valiente en intentarlo. Q.E.P.D Román Gutierrez".
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