AHH…¡ESE OLOR!
Nos detuvimos en Jaén para almorzar, después de lo cuál la mayoría aprovechó para comprar algún recuerdo.
¿ Algo mejor que aceite de oliva, para llevarme de allí?
Compré tres coquetas botellitas con pico vertedor, pensando que me servirían para poner cualquier otro aceite cuando se terminara el que llevaban dentro y creo que hasta me torné cargosa con el dependiente, pidiéndole que me las envolviera bien, para que no se rompieran en el viaje.
Fue todo un placer subir al bus, acomodarme en mi asiento y sentir cómo el aire acondicionado me refrescaba. El calor era insoportable.
Dejamos Jaén rumbo a Granada, escoltados `por las perfectas figuras geométricas verde amarillentas, que formaban los olivares.
A poco de salir a la ruta, comencé a sentir un fuerte olor, que fue creciendo de a poco. Bajé mi bolso del portaequipaje, imaginando de antemano el enchastre de aceite que encontraría en él. Lo apoyé en el asiento de al lado que estaba vacío y comencé a revisar. Para mi sorpresa y contento, las tres botellitas estaban intactas.
Con los demás pasajeros (casi todos latinoamericanos) habíamos logrado un clima jovial y de gran cordialidad durante lo que iba del tour en tierras andaluzas, por lo que me paré, y medio en serio medio en broma, les pregunté:
-Ey…¿que no huelen? ¿Porqué no revisan sus bolsos los que llevan aceite?
-¡Ya me parecía, "porteña"! -dijo el mexicano, mientras se paraba y revisaba lo que había comprado. En segundos, el resto de los pasajeros lo imitaba.
-Esperen…¡ vuelvan a sentarse!, ¡Que no se les ha roto na de naa! Jajajajaja
-dijo Rafael, el guía de turismo.
-Siempre ocurre algo parecido cuando pasamos por aquí, y adrede no les prevengo para que vivan la experiencia.
Eso que los impregna, a pesar de estar todo cerrado, es el olor de Jaen y sus olivares. Es la forma de despedirse de ustedes. Salvo que vuelvan a pasar por aquí, les aseguro que nunca sentirán un olor igual, y les vaticino, que jamás se olvidarán de él.
¡Profético Rafael!Hace tiempo que se terminó aquél aceite, pero sigo usando las botellitas como aceiteras y no hay una sola vez que lo haga, sin que me venga a la memoria ese olor. Ahh.. ¡ese olor!
Nos detuvimos en Jaén para almorzar, después de lo cuál la mayoría aprovechó para comprar algún recuerdo.
¿ Algo mejor que aceite de oliva, para llevarme de allí?
Compré tres coquetas botellitas con pico vertedor, pensando que me servirían para poner cualquier otro aceite cuando se terminara el que llevaban dentro y creo que hasta me torné cargosa con el dependiente, pidiéndole que me las envolviera bien, para que no se rompieran en el viaje.
Fue todo un placer subir al bus, acomodarme en mi asiento y sentir cómo el aire acondicionado me refrescaba. El calor era insoportable.
Dejamos Jaén rumbo a Granada, escoltados `por las perfectas figuras geométricas verde amarillentas, que formaban los olivares.
A poco de salir a la ruta, comencé a sentir un fuerte olor, que fue creciendo de a poco. Bajé mi bolso del portaequipaje, imaginando de antemano el enchastre de aceite que encontraría en él. Lo apoyé en el asiento de al lado que estaba vacío y comencé a revisar. Para mi sorpresa y contento, las tres botellitas estaban intactas.
Con los demás pasajeros (casi todos latinoamericanos) habíamos logrado un clima jovial y de gran cordialidad durante lo que iba del tour en tierras andaluzas, por lo que me paré, y medio en serio medio en broma, les pregunté:
-Ey…¿que no huelen? ¿Porqué no revisan sus bolsos los que llevan aceite?
-¡Ya me parecía, "porteña"! -dijo el mexicano, mientras se paraba y revisaba lo que había comprado. En segundos, el resto de los pasajeros lo imitaba.
-Esperen…¡ vuelvan a sentarse!, ¡Que no se les ha roto na de naa! Jajajajaja
-dijo Rafael, el guía de turismo.
-Siempre ocurre algo parecido cuando pasamos por aquí, y adrede no les prevengo para que vivan la experiencia.
Eso que los impregna, a pesar de estar todo cerrado, es el olor de Jaen y sus olivares. Es la forma de despedirse de ustedes. Salvo que vuelvan a pasar por aquí, les aseguro que nunca sentirán un olor igual, y les vaticino, que jamás se olvidarán de él.
¡Profético Rafael!Hace tiempo que se terminó aquél aceite, pero sigo usando las botellitas como aceiteras y no hay una sola vez que lo haga, sin que me venga a la memoria ese olor. Ahh.. ¡ese olor!
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