COMO DEBE SER
Manuel fue un hombre que vivió como debe ser.
Nació en una familia de clase media. Como debe ser sus primeras palabras fueron papá, mamá, agua. Aprendió a caminar a los doce meses. Deportes y cursos, útiles para el futuro, ocuparon sus tardes infantiles. Su primera y única novia, que ahora estaba sonriendo a su lado, había sido su vecina en la adolescencia. La besó por primera vez mientras miraban una película romántica en el cine del barrio. Se casó, como Dios manda, luego de dos años de noviazgo. Su alegría fue completa con la llegada de los hijos, el primero nació luego de un año de matrimonio, los otros dos llegarían en el transcurso de los cinco años siguientes. El resto de su vida adulta no escapó a la rutina, trabajaba durante el día y a la noche compartía la comida con su familia. Los sábados los pasaba en la casa de sus suegros y los domingos en la de sus padres. Luego de la jubilación pasaba largas horas junto a sus nietos, a quienes les relataba historias de su juventud. Ahora, a los 75 años, estaba en un sanatorio, acompañado por sus seres queridos, como debe ser, moría a una edad acorde a las costumbres.
Manuel fue un hombre que se arrepintió de vivir siempre como debe ser.
Nació en una familia de clase media. Como debe ser sus primeras palabras fueron papá, mamá, agua. Aprendió a caminar a los doce meses. Deportes y cursos, útiles para el futuro, ocuparon sus tardes infantiles. Su primera y única novia, que ahora estaba sonriendo a su lado, había sido su vecina en la adolescencia. La besó por primera vez mientras miraban una película romántica en el cine del barrio. Se casó, como Dios manda, luego de dos años de noviazgo. Su alegría fue completa con la llegada de los hijos, el primero nació luego de un año de matrimonio, los otros dos llegarían en el transcurso de los cinco años siguientes. El resto de su vida adulta no escapó a la rutina, trabajaba durante el día y a la noche compartía la comida con su familia. Los sábados los pasaba en la casa de sus suegros y los domingos en la de sus padres. Luego de la jubilación pasaba largas horas junto a sus nietos, a quienes les relataba historias de su juventud. Ahora, a los 75 años, estaba en un sanatorio, acompañado por sus seres queridos, como debe ser, moría a una edad acorde a las costumbres.
Manuel fue un hombre que se arrepintió de vivir siempre como debe ser.
1 comentario:
Verónica: que bien y en que pocos párrafos, describis la vida. Esa vida "como debe ser" que muchos viven, porque no se animan a VIVIR.
Buen cuento, me encnató!
Marta Ravizzi
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