UNA FAMILIA CON NOMBRES, Y SIN APELLIDOS
Nunca coincido con la realidad porque siempre estoy deformada.
Me agrando a la mañana, apenas sale el sol. Hago lo mismo a la tarde, con su declinación en el horizonte. Me achico al mediodía; casi desaparezco; dejo apenas un círculo alrededor de todos porque no tengo preferencias ninguna en especial. Reaparezco en las primeras horas de la tarde y me alargo, hasta las últimas.
Desaparezco si no hay luz o en los días lluviosos y nublados; pero, afortunadamente, a la noche, en las ciudades, hay muchas luces y, en el campo, luna y estrellas y vuelvo a aparecer. Muchas noches, en el campo, también veo la "luz mala" y me asusto. Quisiera no estar tan sola y tengo miedo.
Prefiero los reflectores, los focos y los faros porque, con ellos, mi existencia es más destacada. También me gusta el fuego porque, con sus llamas, me muevo y bailo; es más divertido.
Con los objetos o cosas, permanezco quieta porque no se mueven. Con los seres vivos tengo movimiento, los acompaño. No puedo decir "vida" porque dependo de ellos. Soy como algo "parasitario"; los sigo a donde van o vienen. Una marioneta sin hilos; un títere, haciendo lo que quieren hacer, sin que tengan en cuenta mi voluntad.
Mi éxito empezó hace muchos siglos, en China y se repitió en el teatro negro de Praga. En ellos soy dueña y señora, revelación, primera actriz del espectáculo y recibo siempre aplausos. En los eclipses tengo un papel especial. Oculto, total o parcialmente a algún astro universal en su meteórica carrera y trayectoria espacial.
Me enorgullezco cuando una persona, refiriéndose a otras, dice de una, que a la otra "se la hago". Eso habla bien de mí, levanta mi autoestima y me considero importante.
Por eso, me pego a todos; me cuelgo, con un amor incodicional; de atrás, de adelante, a sus costados y nunca los abandono. Los sigo, los persigo, los quiero a todos. No pueden separarse de mí ni yo de ellos. A veces, actúo como si fuera la conciencia, una voz interior que los delata, los acusa, los copia, los pongo a pruebas, los aliento o los freno. Los chicos juegan conmigo; tratan de esquivarme, quieren pisarme, se entretienen, disfrutan y ríen. Eso es lo que más me gusta porque es entretenido.
Ahora desapareceré porque van a apagar todas las luces de la casa para irse a dormir. Yo también necesito descanso, el sueño reparador del cansancio y la fatiga. Mañana me espera otro día movido con todos y una actividad intensa con cada uno. Con la señora, desde que está en el baño o prepara, en la cocina, el desayuno para la familia. Con el señor, en el gimnasio y en la oficina, hasta la hora de salida, muy tarde. Con los chicos, en la escuela y en los juegos, espiando si hacen bien los deberes y escuchando qué dicen cuando conversan entre ellos. Con el perro, negro, suave y huidizo, en el parque; con mis amigas y los suyos, caminando, trotando, saltando, corriendo o descansando. Con los autos y colectivos que pasan tan rápido, pegaditos a mí, como yo, junto a todos ellos, agradeciéndoles que no me pasen por encima ni me pisen.
Olvidé decirles que, a veces, soy gris claro, a veces, gris oscuro, algunas negra.
Tengo un nombre que suena a árboles apretados, a bosque fresco, a sitio húmedo, oscuro, como yo. Creo que me lo pusieron bien; es justo, me define.
Me llamo solamente "SOMBRA". No tengo apellido; pero tengo y formo parte de una gran familia que paso a presentarles:
SOMBRERAZO: es mi abuelo, grande, grande, grandote.
SOMBRERERA: su esposa, mi abuela, coqueta, elegante, siempre ocupada.
SOMBRERO: es mi papá, lindo, muy suave. Me encanta tenerlo. Siempre juego con él.
SOMBREADA: hermosa, perfecta, tierna. Me gusta estar a su lado. Es mi mamá.
SOMBRADO: es mi tío, el más viejo; tiene como 40 años.
SOMBREADOR: es otro tío, más joven; tiene 19 años.
SOMBRAJE: es el marido de una tía; alguien medio feo, despreciativo.
SOMBRERERIA: ésa es otra tía; la que tiene muchos hijos, de grandes a chiquitos; parecen un ejército.
SOMBRERETE: mi hermano, el petiso, chico y liero. Nunca está quieto, siempre moviéndose de un lado para otro.
SOMBRILLA: ésta es mi única hermana, la más linda de todos, tiene volados, voladitos, puntillas y florcitas. ¡Es un amor!
SOMBRERILLO: mi otro hermano; es un bebé recién nacido que sólo llora, hace caca, toma la teta y duerme.
SOMBRAR: un primo que pronto se va a casar.
SOMBREAR: otro primo, adolescente y con problemas. Se pasa todo el día con la compu y protesta cuando le piden algo.
SOMBREADO: este es el primo más grande. Quedó viudo hace poco. Está triste y deprimido. Tenemos que buscarle otra chica para que se divierta y cambie.
SOMBRIO: el último de mi familia. Lo dejé para el final porque es muy serio, amargado y negro; el único negro de nacimiento de la familia. Es el padre de SOMBRAR, el hermano de SOMBRADO, también hermano de SOMBREADOR y de SOMBREADA, mi mamá y el papá de mi primo SOMBREADO (...¡Uy..., qué lío!... Tantos nombres y ningún apellido!!.)
Nunca coincido con la realidad porque siempre estoy deformada.
Me agrando a la mañana, apenas sale el sol. Hago lo mismo a la tarde, con su declinación en el horizonte. Me achico al mediodía; casi desaparezco; dejo apenas un círculo alrededor de todos porque no tengo preferencias ninguna en especial. Reaparezco en las primeras horas de la tarde y me alargo, hasta las últimas.
Desaparezco si no hay luz o en los días lluviosos y nublados; pero, afortunadamente, a la noche, en las ciudades, hay muchas luces y, en el campo, luna y estrellas y vuelvo a aparecer. Muchas noches, en el campo, también veo la "luz mala" y me asusto. Quisiera no estar tan sola y tengo miedo.
Prefiero los reflectores, los focos y los faros porque, con ellos, mi existencia es más destacada. También me gusta el fuego porque, con sus llamas, me muevo y bailo; es más divertido.
Con los objetos o cosas, permanezco quieta porque no se mueven. Con los seres vivos tengo movimiento, los acompaño. No puedo decir "vida" porque dependo de ellos. Soy como algo "parasitario"; los sigo a donde van o vienen. Una marioneta sin hilos; un títere, haciendo lo que quieren hacer, sin que tengan en cuenta mi voluntad.
Mi éxito empezó hace muchos siglos, en China y se repitió en el teatro negro de Praga. En ellos soy dueña y señora, revelación, primera actriz del espectáculo y recibo siempre aplausos. En los eclipses tengo un papel especial. Oculto, total o parcialmente a algún astro universal en su meteórica carrera y trayectoria espacial.
Me enorgullezco cuando una persona, refiriéndose a otras, dice de una, que a la otra "se la hago". Eso habla bien de mí, levanta mi autoestima y me considero importante.
Por eso, me pego a todos; me cuelgo, con un amor incodicional; de atrás, de adelante, a sus costados y nunca los abandono. Los sigo, los persigo, los quiero a todos. No pueden separarse de mí ni yo de ellos. A veces, actúo como si fuera la conciencia, una voz interior que los delata, los acusa, los copia, los pongo a pruebas, los aliento o los freno. Los chicos juegan conmigo; tratan de esquivarme, quieren pisarme, se entretienen, disfrutan y ríen. Eso es lo que más me gusta porque es entretenido.
Ahora desapareceré porque van a apagar todas las luces de la casa para irse a dormir. Yo también necesito descanso, el sueño reparador del cansancio y la fatiga. Mañana me espera otro día movido con todos y una actividad intensa con cada uno. Con la señora, desde que está en el baño o prepara, en la cocina, el desayuno para la familia. Con el señor, en el gimnasio y en la oficina, hasta la hora de salida, muy tarde. Con los chicos, en la escuela y en los juegos, espiando si hacen bien los deberes y escuchando qué dicen cuando conversan entre ellos. Con el perro, negro, suave y huidizo, en el parque; con mis amigas y los suyos, caminando, trotando, saltando, corriendo o descansando. Con los autos y colectivos que pasan tan rápido, pegaditos a mí, como yo, junto a todos ellos, agradeciéndoles que no me pasen por encima ni me pisen.
Olvidé decirles que, a veces, soy gris claro, a veces, gris oscuro, algunas negra.
Tengo un nombre que suena a árboles apretados, a bosque fresco, a sitio húmedo, oscuro, como yo. Creo que me lo pusieron bien; es justo, me define.
Me llamo solamente "SOMBRA". No tengo apellido; pero tengo y formo parte de una gran familia que paso a presentarles:
SOMBRERAZO: es mi abuelo, grande, grande, grandote.
SOMBRERERA: su esposa, mi abuela, coqueta, elegante, siempre ocupada.
SOMBRERO: es mi papá, lindo, muy suave. Me encanta tenerlo. Siempre juego con él.
SOMBREADA: hermosa, perfecta, tierna. Me gusta estar a su lado. Es mi mamá.
SOMBRADO: es mi tío, el más viejo; tiene como 40 años.
SOMBREADOR: es otro tío, más joven; tiene 19 años.
SOMBRAJE: es el marido de una tía; alguien medio feo, despreciativo.
SOMBRERERIA: ésa es otra tía; la que tiene muchos hijos, de grandes a chiquitos; parecen un ejército.
SOMBRERETE: mi hermano, el petiso, chico y liero. Nunca está quieto, siempre moviéndose de un lado para otro.
SOMBRILLA: ésta es mi única hermana, la más linda de todos, tiene volados, voladitos, puntillas y florcitas. ¡Es un amor!
SOMBRERILLO: mi otro hermano; es un bebé recién nacido que sólo llora, hace caca, toma la teta y duerme.
SOMBRAR: un primo que pronto se va a casar.
SOMBREAR: otro primo, adolescente y con problemas. Se pasa todo el día con la compu y protesta cuando le piden algo.
SOMBREADO: este es el primo más grande. Quedó viudo hace poco. Está triste y deprimido. Tenemos que buscarle otra chica para que se divierta y cambie.
SOMBRIO: el último de mi familia. Lo dejé para el final porque es muy serio, amargado y negro; el único negro de nacimiento de la familia. Es el padre de SOMBRAR, el hermano de SOMBRADO, también hermano de SOMBREADOR y de SOMBREADA, mi mamá y el papá de mi primo SOMBREADO (...¡Uy..., qué lío!... Tantos nombres y ningún apellido!!.)
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