sábado, 22 de febrero de 2020

Alicia Chilifoni



PÁJARO DE UN ALA 
Alicia Chilifoni

Se cortó la cadena. Hace mucho que está la hamaca en el jardín. No sé cuánto. Odio perder el tiempo contabilizándolo, prefiero ganarlo viviendo. Sí sé que los nenes eran chiquitos; tanto que el menor por entonces, no sabía sostenerse sólo, por eso la hamaca del medio tuvo una cadena adicional, para evitar su caída. Y es ésa precisamente la que perdura, ya que, al crecer la prole, retiramos las dos restantes.
Acostumbro balancearme en ella en las noches de verano, antes de ir a la cama, mientras escucho el silencio, miro la noche, respiro el aire húmedo, y me abanico con el vaivén. En invierno, aprovecho cualquier tímido solcito de mediodía, pelando las mandarinas desfachatadamente olorosas que elijo de postre, sentada en la  hamaca.
Pero se cortó la cadena. Y se la ve abatida, como pájaro con un ala rota. Consideré eliminarla, pero bien pronto descarté la idea. Hoy puse una escalera, trepé, retiré trabajosamente el eslabón roto, pero después no pude aflojar la tuerca para calzar la cadena en el soporte. El óxido y lo incómoda de mi posición me lo impidieron. Era imposible, hasta que se me ocurrió una idea viable: corrí al galpón en busca de un candado. Encontré uno. Estaba abierto, y sin la llave correspondiente no podía probar si funcionaba. “Mejor”, me dije. Volví a subir la escalera cuidando que no se me cerrara el candado, lo enganché en el soporte del caño transversal, y después le calcé el extremo de la cadena, presioné, y. . . .  se cerró. ¡Funcionó! O sea que lo logré, y no sólo eso sino que además es irreversible al no haber llave capaz de contradecirme.
La hamaca ya tiene las dos alas, y volvió a volar. El chirrido del metal en movimiento, cerrando los ojos, me trae estampas de aquellos tiempos en que no había silencio. ¡Y no habrá! ¡Nada de casas sin ruidos! ¡Dios me libre! Seguirán rompiendo el silencio las cadenas con su violín desafinado por siempre. Total, nadie me lo puede impedir. No hay llave para abrir el candado.
Me columpiaré más alto, más, más. . . hasta tocar el cielo.

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