Animas Traviesas
Marta Becker
El
enorme edificio de tres plantas ubicado en la esquina de Independencia y Rincón
había sido a principios del siglo XX un hospicio donde iban a parar los locos,
los desvalidos y algunos detenidos políticos, cuando no se sabía dónde
ubicarlos.
Era
una mole gris, cuadrada, con ventanas enrejadas y el arquitecto que la
construyó no puso ningún esmero para que parezca algo bello. Carecía de todo
estilo arquitectónico y era evidente que se levantó con un solo fin, albergar
almas perdidas.
La
historia que pasó por tres generaciones cuenta que una noche un loco, en un
arranque de ira, comenzó un fuego en la lavandería. El incendio se propagó al
resto del edificio. Como la unidad de bomberos no estaba bien organizada en esa
época, no alcanzaron a apagar rápido la combustión y murieron calcinados casi
todos los internados.
La
propiedad fue cerrada por las autoridades y quedó todo abandonado.
Desde
ese momento quedó en la leyenda que las ánimas de los fallecidos en la tragedia circulaban por el
edificio huyendo de las llamas. Durante años surgieron testimonios de vecinos
que aseguraban escuchar durante la noche risas y cantos mezclados con gritos de
dolor. Nadie pudo nunca confirmar la veracidad de estos dichos, pero cuando la
gente andaba por la zona, se cruzaba a la vereda de enfrente para no pasar
delante del edificio, temerosos de oír las voces.
En
varias oportunidades se declaró en el inmueble un principio de incendio. Los
habitantes de las casas vecinas llamaban a los bomberos, que acudían presurosos
para combatir el siniestro, pero cuando llegaban ya no había rastros de fuego,
ni siquiera restos de cenizas calientes como señal de que se había apagado.
La
hipótesis que esgrimían los servidores públicos era que quedaban restos del
fuego que prendían durante la noche algunos vagabundos que pernoctaban en el
viejo edificio y que lo abandonaban durante las mañanas.
Cada
vez que los bomberos se retiraban, las ánimas estallaban en carcajadas mientras
esgrimían en sus manos fósforos encendidos como si fueran velitas de
cumpleaños. Se sentían felices como los chicos cuando hacen travesuras,
conscientes de que está mal pero son divertidas.
El
último aviso de incendio ocurrió en la Nochebuena de 2011. Los vecinos llamaron
a los bomberos, pero éstos estaban tan ocupados apagando los fuegos producto de
los festejos que cuando llegaron a la casa las llamas ya habían consumido lo
que quedaba del inmueble y se produjo el derrumbe.
Sólo
quedaron escombros, pero los que presenciaron el siniestro aseguran que vieron
una columna blanca que comenzó a elevarse en forma de espiral mientras
escuchaban llantos y voces de lamento.
No
muchos creen en esta historia, pero los pocos que lo hacen sugieren que si
alguien tiene una propiedad abandonada esté muy atento a los acontecimientos y
a los fuegos, ya que las ánimas traviesas están en la búsqueda de un nuevo
hogar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario