miércoles, 5 de octubre de 2011

CONCHA FERNÁNDEZ GONZÁLEZ



EL ÚLTIMO TÉ  

Ernestina preparó el té con la misma minuciosidad de siempre. Luego lo vertió en dos tazas y las depositó sobre la bandeja junto a las servilletas, el azucarero y el platito con las pastas de té. Antes de salir, se acercó a la llave del gas y la giró media vuelta. Después realizó la misma operación con los fuegos de la cocina y, sin acercarles ninguna llama, abandonó la estancia.
Roque la esperaba sentado ya a la mesa en la sala contigua. Ernestina le sirvió el té sonriendo sin reprocharle, ni por un solo momento, que la fuera a abandonar.

(Guadalajara)

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