LA DUEÑA DEL MUNDO
Es irónico, al menos risueño, ir en un bus hacia el trabajo una mañana de primavera y sentirse la dueña del mundo porque sí, porque los ojos inmensos brillan, el cerebro bulle de proyectos y las hormonas esclavizan el cuerpo. Soy la dueña del mundo por eso vivo al límite, por eso he llorado y he escrito un poema esta mañana, tan solo esta mañana por la guerra de Viet-Nam.
El otro día, la semana pasada fue por lo de la FAO. ¡Hay hambre en el mundo! Mientras la lluvia cae insobornable sobre la historia, arrasando las espigas y las esperanzas.
La sequía acecha, el desierto acecha. Y los pájaros cantan sobre la tierra.
Soy la dueña del mundo, no me alcanza el tiempo,
aún a los dueños del mundo no les alcanza el tiempo. Por la tarde, mientras el sol se cuelga e insiste empujando los vitrales del subsuelo ayudado por los aromas de las flores del bosque que abraza a la Facultad, me sorprende extasiada mirando por el microscopio una célula vegetal o la espora de un hongo o el perfecto cristal de una roca. Yo extasiada, y no me alcanza el tiempo.
Por la noche el azar me lleva, el tiempo tampoco alcanza las estrellas se alejan, mis manos, mi cuerpo no pueden seguirlas quizás mi cerebro. Sí mi cerebro, sí mi cerebro.
Amanece. La dueña del mundo comienza su ebullición. Ocurren tantas cosas en el planeta y la familia sigue la estúpida, nociva tarea de autodestruirse, mientras ocurren tantas cosas en el planeta.
La lluvia cae y el desierto acecha. Los pájaros siempre cantan. Olores, jazmines, río, noche húmeda. Sabores, panchos, pizzas, asados.
Crepúsculo y cerveza. Amores. Libros, libros, libros. Música, amigos, se juega a ser hippie, bellos, comprometidos. Recitamos poemas en francés.
Es irónico, al menos risueño ir en un bus y sentirse, porque sí, la dueña del mundo. Hace mucho, mucho tiempo. Ahora es más irónico aún.
Amanece, está cayendo nieve en mi jardín en la cama, un cuaderno, una lapicera y mi cerebrosí, mi cerebro ¡Flasch! Y soy la dueña del mundo.
Es irónico, al menos risueño, ir en un bus hacia el trabajo una mañana de primavera y sentirse la dueña del mundo porque sí, porque los ojos inmensos brillan, el cerebro bulle de proyectos y las hormonas esclavizan el cuerpo. Soy la dueña del mundo por eso vivo al límite, por eso he llorado y he escrito un poema esta mañana, tan solo esta mañana por la guerra de Viet-Nam.
El otro día, la semana pasada fue por lo de la FAO. ¡Hay hambre en el mundo! Mientras la lluvia cae insobornable sobre la historia, arrasando las espigas y las esperanzas.
La sequía acecha, el desierto acecha. Y los pájaros cantan sobre la tierra.
Soy la dueña del mundo, no me alcanza el tiempo,
aún a los dueños del mundo no les alcanza el tiempo. Por la tarde, mientras el sol se cuelga e insiste empujando los vitrales del subsuelo ayudado por los aromas de las flores del bosque que abraza a la Facultad, me sorprende extasiada mirando por el microscopio una célula vegetal o la espora de un hongo o el perfecto cristal de una roca. Yo extasiada, y no me alcanza el tiempo.
Por la noche el azar me lleva, el tiempo tampoco alcanza las estrellas se alejan, mis manos, mi cuerpo no pueden seguirlas quizás mi cerebro. Sí mi cerebro, sí mi cerebro.
Amanece. La dueña del mundo comienza su ebullición. Ocurren tantas cosas en el planeta y la familia sigue la estúpida, nociva tarea de autodestruirse, mientras ocurren tantas cosas en el planeta.
La lluvia cae y el desierto acecha. Los pájaros siempre cantan. Olores, jazmines, río, noche húmeda. Sabores, panchos, pizzas, asados.
Crepúsculo y cerveza. Amores. Libros, libros, libros. Música, amigos, se juega a ser hippie, bellos, comprometidos. Recitamos poemas en francés.
Es irónico, al menos risueño ir en un bus y sentirse, porque sí, la dueña del mundo. Hace mucho, mucho tiempo. Ahora es más irónico aún.
Amanece, está cayendo nieve en mi jardín en la cama, un cuaderno, una lapicera y mi cerebrosí, mi cerebro ¡Flasch! Y soy la dueña del mundo.
-San Martín de los Andes-
3 comentarios:
Estimados Carlos, gracias por la publicación. Es mi deseo felicitarte por estos quince años de sembrar cultura. Si bien estoy lejos hago un brindis por los festejos. Ana María Manceda
Querida Ana María:
Un gusto leer tu texto. Gracias por compartirlo.
Mi cariño
Analía
Ana María: Hay veces que el espíritu está alto, tan alto, que es real que somos los dueños del mundo. Así nos sentimos. Un abrazo de,
Publicar un comentario