EL SUEÑO DE LAUTARO
No se puede jugar en la terraza!... la lluvia era la causante de tal impedimento.
¡No Importa! Exclamó Lautaro, vamos a jugar al dormitorio de tía Susana. -Llamó a su hermano Ernesto, y le dijo: Tengo una Sorpresa
Ernesto, lleno de curiosidad, y detrás de su espeso flequillo, y andar tranquilo, preguntaba. ¿Es para comer? ¿Se puede desarmar? ¿... explota?
No, No, nada de eso explicaba Lautaro, pero no hables fuertes, porque son chiquititos, chiquititos, muy chiquititos.
Ah, ya se, dijo Ernesto,... son confites.
Están debajo de la cama... ves... debajo de la cama.
Ernesto trataba de verlos o por lo menos imaginarlos.
Pero que no se entere ni mamá, ni papá -le decía Lautaro.
Ernesto, insistía.Vamos, vamos... ¿Donde los guardastes?
Lautaro, trataba de que nadie lo escuchara, y le decía a su hermano. Yo te cuento despacito... acercate que te cuento en el oído... son tres enanitos y vieras que bonitos, los encontré en la terraza, yo abrí la puerta y vinieron a mi.
Y, como se llaman, preguntó Ernesto... ¿Ya les preguntasteis?
No... No puedo entender su idioma
¿Y de donde los... sacastes ?... ¿Los trajo papá?
Pero no Ernesto, no los trajo papá, ellos no se tienen que enterar.
Los niños, se acercaron a la cama, se agacharon, se tiraron en el piso y miraban a los enanitos sin poder entenderse, pero era tanta la alegría que no paraban de sonreír. Uno de los enanitos les acercó un casco para cada uno con unas piedras brillantes que parecían diamantes, muy, pero muy hermosas. Los niños las pusieron en sus cabezas y apretaron un botón y así pudieron entender el idioma de los enanitos y se contaron muchas cosas.
Entre todas las cosas que le contaron, le dijeron que estaban muy asustados porque habían perdido la nave espacial donde ellos viajaban y que tenían mucho miedo de no poder volver al planeta de donde habían venido y mucho más miedo tenían por el bombardeo de meteoritos que eran tantos como nunca habían visto.
Lautaro les explicaba que no, que no eran meteoritos, que lo que ellos veían, era la lluvia, que caen gotas y miles de gotas de las nubes, pero que no tenían que tenerle miedo, porque no destrozan nada, no es un bombardeo, son gotas de lluvias, y la lluvia es agua, y que el agua es muy linda, se puede beber y también jugar en los charcos, es nuestro planeta hay mucho agua ...Mucha, mucha y tenemos que cuidarla... si vamos a la terraza veremos mucha agua.
Los niños y los enanitos, fueron a la terraza de un edificio alto, les contaban todo lo que ven allí, es Buenos Aires, y todo aquello que vemos... es agua, y es el Océano Atlántico.
Por ese lugar, anduvimos con nuestra nave espacial, comenta uno de los enanitos, y otro enanitos explica que han visto mucha agua, como si fueran espejos cuando salen de paseo. Otro enanito muy pensativo...Dice. Quién sabe donde habremos perdido a nuestra nave espacial.
Como podremos hacer para fabricar una nueva... Si Uds. Fueran tan inteligentes nos podrían ayudar para fabricar una nave grande, grande y salir todos a pasear.
Sería una buena, idea, con cara de inventor responde Lautaro.
Sería una idea genial, acota Ernesto...Y que puede servir... Con que la podemos hacer.
Los niños miraban todos los objetos, que había en la habitación.
Uno de los enanitos tomó una chinela que encontró debajo de la cama, la acariciaba y le pareció tan suave, pero tan suave que pensó que podría servir. La miraba y la remiraba, y decía Que linda, Que linda, que suavice.
¿Me le pueden prestar? Preguntó el enanito.
Lautaro y Ernesto seguían pensando, abriendo y cerrando cajones, buscando y buscando.
¿Me la pueden prestar? nuevamente preguntó el enanito.
Si, respondio Lautaro, mientras seguía entretenido buscando Vengan... todos vengan, decían el enanito... y todos se acercaron mejor de escondieron debajo de la cama , y les mostró la chinela, y apretó unos botones y fabricó en un instante una bellísima nave y se subieron en ella, abrieron un poquito la ventana, y se fueron de paseo y vieron el Océano, y apretaron mas botones, todos los botones y las luces de todos los colores se encendían.
Y dieron una vuelta... y otra vuelta... Descendieron de la nave... y se encontraron con gente que nunca habían visto y tampoco entendían el idioma.
Donde estamos, le preguntaron a una señora, que caminaba con una bolsa y apurada.
En Francia, y les dijo otras cosas mas que no entendieron, después siguieron viajo, y estaban en China... Dieron otra vuelta y ya estaban en África... Y dieron muchas vueltas y vueltas por todo el planeta.
Lautaro les anunciaba, estamos de paseo, somos de Argentina, y no entendían el idioma, pero si el saludo con la mano.
Pero que lejos, que estamos si nosotros queríamos dar un paseo y ver el Océano y recién estábamos en casa, buscando algo para fabricar una nave... Bueno, después de todo si estamos en Francia, Manuelita La Tortuga, también anduvo por aquí y volvió.
Lo que pasa, dijo uno de los enanitos que esta nave es muy veloz, porque es muy suavecita, y si apretamos otros botones podríamos recorrer todo el universo, conocer todas las estrellas, los soles y los planetas, pero tenemos que regresar pronto a casa, porque nadie sabe de nuestro paseo y nosotros los enanitos tenemos que regresar a nuestro planeta... y así fue.
La chinela convertida en nave con luces muy brillantes se elevó alto muy alto, descendió en la terraza, donde bajaron Lautaro y Ernesto, los cuales de despidieron prometiéndose encontrar para una nueva aventura, los niños entregaron sus cascos, se saludaron con la manos hasta perderse la nave espacial alto muy alto entre las nubes .
Mientras tanto Lautaro, le decía a Ernesto... vistes que las chinelas en el piso son mas rápidas para deslizarse que para andar caminado... con razón la tía Susana tiene tantas y de muchos colores...
¿Y ahora que le decimos ?... ¡falta una...!
Alguien nos podrá creer que la chinela se convirtió en una nave espacial...
Mirta Alicia Soler: nace en General Lamadrid, Buenos Aires.Es maestra normal superior, maestra especializada en educación inicial, profesora de retardo mental, profesora de estimulación temprana.
¡No Importa! Exclamó Lautaro, vamos a jugar al dormitorio de tía Susana. -Llamó a su hermano Ernesto, y le dijo: Tengo una Sorpresa
Ernesto, lleno de curiosidad, y detrás de su espeso flequillo, y andar tranquilo, preguntaba. ¿Es para comer? ¿Se puede desarmar? ¿... explota?
No, No, nada de eso explicaba Lautaro, pero no hables fuertes, porque son chiquititos, chiquititos, muy chiquititos.
Ah, ya se, dijo Ernesto,... son confites.
Están debajo de la cama... ves... debajo de la cama.
Ernesto trataba de verlos o por lo menos imaginarlos.
Pero que no se entere ni mamá, ni papá -le decía Lautaro.
Ernesto, insistía.Vamos, vamos... ¿Donde los guardastes?
Lautaro, trataba de que nadie lo escuchara, y le decía a su hermano. Yo te cuento despacito... acercate que te cuento en el oído... son tres enanitos y vieras que bonitos, los encontré en la terraza, yo abrí la puerta y vinieron a mi.
Y, como se llaman, preguntó Ernesto... ¿Ya les preguntasteis?
No... No puedo entender su idioma
¿Y de donde los... sacastes ?... ¿Los trajo papá?
Pero no Ernesto, no los trajo papá, ellos no se tienen que enterar.
Los niños, se acercaron a la cama, se agacharon, se tiraron en el piso y miraban a los enanitos sin poder entenderse, pero era tanta la alegría que no paraban de sonreír. Uno de los enanitos les acercó un casco para cada uno con unas piedras brillantes que parecían diamantes, muy, pero muy hermosas. Los niños las pusieron en sus cabezas y apretaron un botón y así pudieron entender el idioma de los enanitos y se contaron muchas cosas.
Entre todas las cosas que le contaron, le dijeron que estaban muy asustados porque habían perdido la nave espacial donde ellos viajaban y que tenían mucho miedo de no poder volver al planeta de donde habían venido y mucho más miedo tenían por el bombardeo de meteoritos que eran tantos como nunca habían visto.
Lautaro les explicaba que no, que no eran meteoritos, que lo que ellos veían, era la lluvia, que caen gotas y miles de gotas de las nubes, pero que no tenían que tenerle miedo, porque no destrozan nada, no es un bombardeo, son gotas de lluvias, y la lluvia es agua, y que el agua es muy linda, se puede beber y también jugar en los charcos, es nuestro planeta hay mucho agua ...Mucha, mucha y tenemos que cuidarla... si vamos a la terraza veremos mucha agua.
Los niños y los enanitos, fueron a la terraza de un edificio alto, les contaban todo lo que ven allí, es Buenos Aires, y todo aquello que vemos... es agua, y es el Océano Atlántico.
Por ese lugar, anduvimos con nuestra nave espacial, comenta uno de los enanitos, y otro enanitos explica que han visto mucha agua, como si fueran espejos cuando salen de paseo. Otro enanito muy pensativo...Dice. Quién sabe donde habremos perdido a nuestra nave espacial.
Como podremos hacer para fabricar una nueva... Si Uds. Fueran tan inteligentes nos podrían ayudar para fabricar una nave grande, grande y salir todos a pasear.
Sería una buena, idea, con cara de inventor responde Lautaro.
Sería una idea genial, acota Ernesto...Y que puede servir... Con que la podemos hacer.
Los niños miraban todos los objetos, que había en la habitación.
Uno de los enanitos tomó una chinela que encontró debajo de la cama, la acariciaba y le pareció tan suave, pero tan suave que pensó que podría servir. La miraba y la remiraba, y decía Que linda, Que linda, que suavice.
¿Me le pueden prestar? Preguntó el enanito.
Lautaro y Ernesto seguían pensando, abriendo y cerrando cajones, buscando y buscando.
¿Me la pueden prestar? nuevamente preguntó el enanito.
Si, respondio Lautaro, mientras seguía entretenido buscando Vengan... todos vengan, decían el enanito... y todos se acercaron mejor de escondieron debajo de la cama , y les mostró la chinela, y apretó unos botones y fabricó en un instante una bellísima nave y se subieron en ella, abrieron un poquito la ventana, y se fueron de paseo y vieron el Océano, y apretaron mas botones, todos los botones y las luces de todos los colores se encendían.
Y dieron una vuelta... y otra vuelta... Descendieron de la nave... y se encontraron con gente que nunca habían visto y tampoco entendían el idioma.
Donde estamos, le preguntaron a una señora, que caminaba con una bolsa y apurada.
En Francia, y les dijo otras cosas mas que no entendieron, después siguieron viajo, y estaban en China... Dieron otra vuelta y ya estaban en África... Y dieron muchas vueltas y vueltas por todo el planeta.
Lautaro les anunciaba, estamos de paseo, somos de Argentina, y no entendían el idioma, pero si el saludo con la mano.
Pero que lejos, que estamos si nosotros queríamos dar un paseo y ver el Océano y recién estábamos en casa, buscando algo para fabricar una nave... Bueno, después de todo si estamos en Francia, Manuelita La Tortuga, también anduvo por aquí y volvió.
Lo que pasa, dijo uno de los enanitos que esta nave es muy veloz, porque es muy suavecita, y si apretamos otros botones podríamos recorrer todo el universo, conocer todas las estrellas, los soles y los planetas, pero tenemos que regresar pronto a casa, porque nadie sabe de nuestro paseo y nosotros los enanitos tenemos que regresar a nuestro planeta... y así fue.
La chinela convertida en nave con luces muy brillantes se elevó alto muy alto, descendió en la terraza, donde bajaron Lautaro y Ernesto, los cuales de despidieron prometiéndose encontrar para una nueva aventura, los niños entregaron sus cascos, se saludaron con la manos hasta perderse la nave espacial alto muy alto entre las nubes .
Mientras tanto Lautaro, le decía a Ernesto... vistes que las chinelas en el piso son mas rápidas para deslizarse que para andar caminado... con razón la tía Susana tiene tantas y de muchos colores...
¿Y ahora que le decimos ?... ¡falta una...!
Alguien nos podrá creer que la chinela se convirtió en una nave espacial...
Mirta Alicia Soler: nace en General Lamadrid, Buenos Aires.Es maestra normal superior, maestra especializada en educación inicial, profesora de retardo mental, profesora de estimulación temprana.
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