miércoles, 6 de abril de 2011

JUANA SCHUSTER



Con garras heladas,
con ropa de abrigo,
se aproxima el hielo
de tu mirada esquiva.
Mientras la noche se va
por el sendero celeste del alba,
no tengo vigor para seguir la lucha.
Mi cuerpo se fatiga
ante la penumbra quieta
de la alcoba trémula.
Yo, que fui la lenta vertiente,
en tu sed de eneros ardientes.
Yo, que fui por las sendas,
mordiendo los panes,
gritando tu nombre.
Me colgué de tu cuello,
y sembré no - me - olvides
en todo el huerto.
Derrite los témpanos,
llévame por los ríos…
hasta la costa infinita
de la noche estival.

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