EL ESCRITOR Y LOS RESTOS
El escritor escribe sobre los restos, sobre los desechos olvidados de la experiencia humana, sobre los fragmentos dispersos de su mundo interno, e indaga sobre ellos para unirlos y transformarlos en una obra literaria.
El escritor es una persona que escribe no sólo con la pluma sino con sus entrañas.
El escritor es como un ciruja que busca palabras perdidas. Palabras que nunca encintrará porque se han perdido para siempre como el ayer.
El escritor no crea, recrea imágenes, sentimientos y pensamientos que han sido inscriptos en el inconsciente desde el origen histórico del genero humano.
En el proceso de creación literaria, primero hay que dejar escribir a la mano libremente, permitir que fluyan sin censura las ideas y las imágenes que uno quiere mostrar. Después hay que dejarlas reposar sobre el papel y finalmente analizarlas y corregirlas.
Cuando uno se siente invadido por un sentimiento muy fuerte e intenso no es posible encontrar las palabras adecuadas para expresarlo. Es necesario dejar morir lo que se siente para revivirlos después y escribirlo.
La literatura es ficción y cuando esta bien escrita parece una realidad objetiva. Lo contrario
ocurre si miramos la realidad cotidiana de los argentinos donde la realidad es tan increíble que parece ficción.
La literatura es la otra realidad, o mejor dicho la anti-realidad de la realidad misma.
La realidad no se escribe, se vive y el escritor escribe como vive.
Escribir no es sólo una vocación, o un oficio, es por sobretodo un destino.
Toda obra literaria tiene algo de autobiografía, de la historia del escritor que así como la
desconoce, la cuenta.
Escribir es sacar a pasear los propios fantasmas para que jueguen sobre el papel disfrazados de palabras.
Después se encontrarán con los fantasmas del lector donde volverán a escribirse.
Cuando uno encuentra a un personaje, éste se independiza de su creador para terminar
llevándolo de la mano hacia su destino.
La literatura y la poesía no se entienden sólo desde la inteligencia sino desde el corazón.
La diferencia entre la literatura y la poesía consiste en que la primera nace después del lenguaje y la segunda mucho antes.
No hay que tomarse en serio lo que uno escribe sino la literatura es sí misma.
Un escritor no debe preocuparse por el tiempo que esta sin escribir, un escritor escribe
siempre.
Cuando más zonas oscuras y huecos haya en un relato, más puede imaginarse el lector.
La lectura tiene que ver con el placer. Escribir con el sufrimiento de crear.
Los escritores son grandes tímidos y mejores mentirosos.
Cuando nací, mis padres me regalaron un estuche con cien palabras para sobrevivir, decía el texto dorado escrito sobre cubierta, y las guardé. Cuando terminé de aprenderlas me di cuenta que nunca me alcanzarían para decir lo que quiero decir.
Para la mirada de un escritor cada hecho cotidiano, simple e intrascendente, contiene una historia que puja por ser contada.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, sin embargo la palabra mamá incluye
infinitas imágenes
El escritor escribe sobre los restos, sobre los desechos olvidados de la experiencia humana, sobre los fragmentos dispersos de su mundo interno, e indaga sobre ellos para unirlos y transformarlos en una obra literaria.
El escritor es una persona que escribe no sólo con la pluma sino con sus entrañas.
El escritor es como un ciruja que busca palabras perdidas. Palabras que nunca encintrará porque se han perdido para siempre como el ayer.
El escritor no crea, recrea imágenes, sentimientos y pensamientos que han sido inscriptos en el inconsciente desde el origen histórico del genero humano.
En el proceso de creación literaria, primero hay que dejar escribir a la mano libremente, permitir que fluyan sin censura las ideas y las imágenes que uno quiere mostrar. Después hay que dejarlas reposar sobre el papel y finalmente analizarlas y corregirlas.
Cuando uno se siente invadido por un sentimiento muy fuerte e intenso no es posible encontrar las palabras adecuadas para expresarlo. Es necesario dejar morir lo que se siente para revivirlos después y escribirlo.
La literatura es ficción y cuando esta bien escrita parece una realidad objetiva. Lo contrario
ocurre si miramos la realidad cotidiana de los argentinos donde la realidad es tan increíble que parece ficción.
La literatura es la otra realidad, o mejor dicho la anti-realidad de la realidad misma.
La realidad no se escribe, se vive y el escritor escribe como vive.
Escribir no es sólo una vocación, o un oficio, es por sobretodo un destino.
Toda obra literaria tiene algo de autobiografía, de la historia del escritor que así como la
desconoce, la cuenta.
Escribir es sacar a pasear los propios fantasmas para que jueguen sobre el papel disfrazados de palabras.
Después se encontrarán con los fantasmas del lector donde volverán a escribirse.
Cuando uno encuentra a un personaje, éste se independiza de su creador para terminar
llevándolo de la mano hacia su destino.
La literatura y la poesía no se entienden sólo desde la inteligencia sino desde el corazón.
La diferencia entre la literatura y la poesía consiste en que la primera nace después del lenguaje y la segunda mucho antes.
No hay que tomarse en serio lo que uno escribe sino la literatura es sí misma.
Un escritor no debe preocuparse por el tiempo que esta sin escribir, un escritor escribe
siempre.
Cuando más zonas oscuras y huecos haya en un relato, más puede imaginarse el lector.
La lectura tiene que ver con el placer. Escribir con el sufrimiento de crear.
Los escritores son grandes tímidos y mejores mentirosos.
Cuando nací, mis padres me regalaron un estuche con cien palabras para sobrevivir, decía el texto dorado escrito sobre cubierta, y las guardé. Cuando terminé de aprenderlas me di cuenta que nunca me alcanzarían para decir lo que quiero decir.
Para la mirada de un escritor cada hecho cotidiano, simple e intrascendente, contiene una historia que puja por ser contada.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, sin embargo la palabra mamá incluye
infinitas imágenes
-Buenos Aires-